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Ella infiel, yo infiel

-Gallego, mañana nos juntamos para salir a las 8 h en el barcito de Libertador. ¿Venís con la flaca?

-Creo que sí. Vamos a ver de que humor se despierta. Dije.

-Bueno, nos vemos.

Tono era uno de los muchachos del grupo de motociclistas que una vez por mes nos juntamos para hacer ruta, almorzar en algún lado y retornar. Todos hombres y mujeres entre treinta y cuarenta años.

-Buenas a todos. Saludé cuando entre al bar.

-Prepárense para el diluvio: El Gallego llego antes de la hora. Dijo Tono y todos se largaron a reír.

-Che, que no siempre llego tarde, no jodan.

-¿La flaca duerme? Me preguntó.

-Si, y le duele la cabeza, y tiene que ir a lo de la madre, y tiene que ir a la peluquería, y… bla bla bla. Dije.

-Boluda, ella se la pierde.

Un rato después subimos a la ruta y partimos. Éramos como veinte motos. Algunos con sus parejas, otros como yo solo, algunas parejas de chicas, y también un par de chicas solas. Hicimos unos doscientos kilómetros y llegamos a un pueblo, muy pintoresco. Paramos en un parque donde había una parrilla que era donde íbamos a almorzar.

Se formaron distintos grupos, como siempre. Yo iba a uno donde estaban mis amigos cuando una chica me dijo:

-Gallego, ¿tomas unos mates?

Era Nadia, una de las que hacía más tiempo estaba en el grupo.

-Dale, gracias.

-Por favor amigo. ¿Qué paso que tu mujer no vino? ¿Otra vez tenes problemas?

-No Nadia, no otra vez. Siguen los mismos puteríos de siempre que se agravan cuando hay salida con las motos.

-Que mina boluda. Che, te presento dos amigas que se suman al grupo. Ella es Delfina, Delfi, y Paola, Pao. Chicas este es el Gallego. No me pregunten el nombre porque nunca lo supe. Buen tipo, excelente compañero de ruta. Es de los fundadores del grupo.

-Hola Delfi, Pao, bienvenidas al grupo.

-Hola un gusto. Dijo Delfi.

-¿Qué tal? Dijo Pao.

-¿Vinieron en moto o acompañando?

-Yo vine en mi moto, es mi primera salida. Dijo Delfi.

-Yo con Nadia, también es mi primera experiencia en ruta. Y excitante por cierto.

-Delfi, sabes que lo que necesites, todos estamos para colaborar. Yo y otros chicos tenemos herramientas.

-Gracias Gallego, es bueno saberlo.

Seguimos tomando mate por un rato y en un momento dado, Delfi y Pao fueron al baño.

-Boludo, cuando vas a largar a la flaca. No quise hablar delante de las chicas, pero ya es hora…

-Lo sé. Pero la verdad es que no tengo ganas de llegar la casa y estar solo. Por lo menos así peleo con alguien.

-Sos tarado, por Dios. Sabes cuantas minas estarían locas por estar con vos. Alto, lindo, con plata, y según una chismosa, bien dotado.

-Muy generosa la que te lo dijo. No creas todo.

-Una muy amiga y totalmente confiable. Te lo digo como amiga de la ruta, dejate de joder y pateala.

-Si hay que patear a alguien, avisen. Me encanta patear traseros. Dijo Delfi sentándose de nuevo.

-Cosas de amigos Delfi. Dijo Nadia

-Nadia me estaba aconsejando como continuar la relación con mi pareja, en términos legales como escuchaste.

-Entonces avísame sin falta, me gusta patear traseros de mujeres boludas. Dijo mirándome a los ojos.

-Lo voy a tener en cuenta Delfi.

Un rato después, estábamos almorzando un tremendo asado. Casualmente Delfi se sentó frente a Nadia, que estaba sentada junto a mí. Varias veces se quedó mirándome, y cuando se daba cuenta que la miraba, sonreía.

Después de almorzar, dimos unas vueltas por el pueblo en las motos y luego paramos a tomar un café.

Al lado había un hotel chico, bien de pueblo. Se me ocurrió quedarme a dormir y volver al día siguiente solo. Pregunté si tenían habitación y como había lugar, decidí quedarme.

Cuando fui a la mesa donde estaba Nadia, la llame a mi pareja.

-Hola, tengo un problema con la moto. La están arreglando, pero no la terminan hasta mañana.

Si, no te preocupes, hay un hotel chiquito.

Dale, nos vemos.

Corte y Nadia me estaba escuchando.

-¿Tan mal está la cosa que te quedas?

-Tengo ganas de pensar un poco.

-¿Queres que me quede con vos Gallego? Sabes que lo digo de onda.

-Gracias Nadia. Sos una amiga, pero voy a estar bien.

-Bueno, si mañana tenes problemas en la ruta, me llamas y con alguno de los chicos te venimos a rescatar.

-Si, tranquila.

Lentamente se fueron yendo todos, y fui al hotel a dejar el morral de la moto, donde siempre llevo una muda de ropa de repuesto. Cuando salí, Delfi estaba sentada en su moto en la puerta del hotel.

-¿Qué pasó? ¿Algún problema Delfi?

-Vi que no arrancabas y le pregunte a Nadia. En las películas los grupos comando como los Seal, siempre dicen que no se abandona a un compañero.

-Pero vos no sos un comando y yo no estoy herido.

-¿Seguro? Te dije que me encanta patear el culo de boludas. Me quiero quedar a hacerlo.

-Ella no está acá. No vas a poder.

-Gallego, hay muchas formas. ¿Tenes cama matrimonial en la habitación o dos individuales?

-Matrimonial.

-Bien, vamos a estar cómodos. Yo normalmente duermo de la derecha, de costado y me gusta hacer cucharita. Ah, duermo solo con la tanga.

Me largue a reír con ganas. Ella igual, y me guiño un ojo.

-Sos tremenda parece. Vas de frente con todo. No conocí a otra mujer así.

-Sé lo que quiero, y como conseguirlo. Y no tengo vergüenza en decirlo.

-Veo, ¿Nunca tenes un fiasco?

-No amor, cuando ataco, sé que llevo las de ganar.

Nos sentamos de vuelta en el bar y me conto que era Ingeniera civil, que tenía un muy buen trabajo en una empresa constructora, que tenía 40 años, divorciada, con un hijo de 20 que vivía solo, y que siempre le gustaron las motos, y que ahora por fin pudo comprarse una Harley, la moto de sus sueños.

Obviamente había visto que parecía tener buen cuerpo, pero siempre estaba con la campera bastante cerrada, en un momento dado, se la sacó y tenía realmente un muy buen cuerpo. Sobre todo para la edad.

-¿Queres hablar Gallego?

-No hay mucho que contar Delfi. Tres años en pareja, sin hijos por suerte, ella trabaja, un buen trabajo, todo iba bien al principio, pero empezó con los celos, primero con una mina, después con un grupo de amigos que jugamos al futbol, después con el grupo de motos a pesar que me conoció en el grupo, y ahora con mi trabajo. Si fuera por ella viviríamos en una isla desierta creo.

-¿Le das motivos para que te cele? Digo, ¿te agarro en alguna?

-Nunca un motivo, hasta hoy…

-Hoy no lo buscaste vos. Y por lo que vi, no tiraste onda con ninguna de las chicas.

-Eso es cierto.

-¿Tienen buen sexo?

-¿Perdón?

-No te hagas… sabes bien lo que te pregunté.

-Normal, standard supongo.

-Aburrida.

-Digamos.

-¿Tenes una foto?

Busque en el celular y le mostré un par de fotos.

-Ah, es una boluda importante. Buen lomo tiene. Y no es grande, ¿Cuántos, 30?

-32 años.

-Tremenda pelotuda. Una mina después de los treinta tiene que entender que cambiaron las cosas, que lo que antes era una puta, hoy es una mina normal, no va más eso de “hay, como voy a chuparle la pija, no soy una cualquiera”. Hoy viene una pendeja de 20 y no solo te la chupa, sino que después que la cogiste, te la vuelve a chupar y te la deja inmaculada. Y otras cosas que no digo porque son fuertes…

-Ah, son fuertes, y eso fue liviano.

-Vos tenes 35, ¿Estuviste con una pendeja de veintipico?

-No.

-Se nota amor. Son tremendas. Viven el sexo con una libertad que impresiona. Nos pasan tres veces por arriba a las de más de treinta. Y si no nos avivamos, no nos coge nadie, te lo aseguro.

-La tenes muy clara. ¿Por qué estás sola?

-Porque los hombres tampoco evolucionaron, y les asusta una mina como yo. Que les diga lo que pienso y como lo pienso, que use las palabras que van y no eufemismos tontos. Concha es concha, no cuchufleta.

-Me encanta escucharte. Sos una distinta. Me gusta.

-Gracias. Y gracias por no echarme de un voleo en el culo.

-Espera me llama.

-Pone el altavoz, quiero escucharla. Prometo no decir nada.

-Ojo.

-Hola Flaca, ¿Qué pasa?

-Quería saber cómo estabas, ¿No vas a venir entonces?

-No, te dije, hasta mañana no terminan la moto.

-Que macana. Yo voy a ir a cenar a lo de Mariana, con el esposo y los chicos. Me quiere comentar un proyecto que tiene. Te aviso porque normalmente hay poca señal en su casa.

-Está bien, no te preocupes. Hablamos mañana. Beso.

-Otro.

-Esa mina te está cagando Gallego.

-Delfi, no lo creo. Conozco a Mariana y al esposo, no creo que se presten a cubrirla.

-Bueno, si vos lo decís…

Me quedé callado un par de minutos. Y llamé a un amigo, casi un hermano. Puse el altavoz.

-Peri, el Gallego habla.

-Galleguito, querido.

-Necesito una gauchada. ¿Podes hacer un rastreo, desde ahora hasta mañana a las 8?

-Sabes que es…

-Lo sé. Te paso el número. Y le di el número de celular de la flaca, que el tenía como contacto.

-¿En serio me lo pedís?

-Si.

-Ok. te mando un archivo con las direcciones aproximadas. Si te mando las coordenadas te vas a enquilombar. Te vuelvo a preguntar ¿Es en serio?

-Si Peri, muy en serio.

-Que cagada amigo. Que cagada. Vos estas en Príngles ahora. No te puedo creer. Que mina pelotuda. Justo a vos te va a cagar.

-Viste como es. Gracias hermano.

-Por favor. Voy a inventar una causa, así la puedo registrar por si necesitas pruebas.

-Ok.

-Abrazo y llamame si necesitas algo más.

Corté y me quedé pensativo.

-Interesante tu amigo. Dijo Delfi.

-Si.

-Che, ¿Pizza jamón y morrones, faina y cerveza? Bien fina la mina como veras.

-Por supuesto.

Caminamos un par de cuadras hasta una pizzería y nos sentamos. Estábamos cenando y llamó Nadia para ver como estaba. Le dije que todo bien y se rio cuando escucho la voz de Delfi de fondo.

Cuando salimos de la pizzería, pase el brazo por los hombros de Delfi y ella me abrazo de la cintura.

-Gallego, escuchame bien. Por más zafada que parezco, no soy boluda. Quiero decir, no hay obligación que pase nada entre nosotros. Sos un buen tipo, y me jode verte así. Si no tenes ganas, es super entendible.

-Gracias loquita. Eso es ser una buena amiga.

La habitación del hotel era sencilla, nada de lujos. Pero muy limpia. Y el baño, impecable.

-Me voy a pegar una ducha. Dije y con una naturalidad que me sorprendió, me quite la ropa y entre al baño solo con el bóxer.

-Impecable el agua, bien caliente como me gusta. Dije cuando salí con una toalla en la cintura.

-Me toca.

Y con la misma naturalidad que yo, se sacó la ropa y entro solo con la tanga al baño. Era una mujer de cuarenta años, pero todas las carnes bien firmes. Se notaba mucho gimnasio en ese cuerpo. Muy buenos pechos, nada o casi nada de abdomen y una cola fenomenal.

Cuando salió de la ducha, tenía otra tanga puesta, como yo, tenía ropa de recambio. Se acostó y apagamos la luz.

No me podía dormir, no tanto por la posibilidad de los cuernos que me estaban metiendo, como pensando en que realmente tenía que terminar la relación con mi pareja. Por momentos respiraba profundo y sacaba el aire con todo.

Creo que paso más de una hora y Delfi dijo:

-Tengo una petaca de ginebra.

-Dale.

Prendió la luz y fue a buscarla a su alforza.

Nos sentamos en la cama, y compartimos varios tragos. Delfi ni se preocupaba en taparse los pechos. Sin decir nada apagó la luz y se volvió a acostar, de costado, como dijo que le gustaba.

-Gallego, abrazame.

Me puse en cucharita con su cuerpo y la abrace. Sin pensar mucho, corrí su melena y le bese el cuello.

-Si empezas así, vas a conseguir ponerme muy caliente rápido. Dijo y corrió más su pelo para que siga besándola.

Lo seguí haciendo y me puse a acariciar sus brazos, sus pechos, y baje a su concha. Estaba totalmente húmeda. Mi pija empezaba a tomar volumen y ponerse dura.

-Desgraciado, me estás haciendo poner muy caliente. Normalmente no me gusta el sexo vainilla, pero esto es genial, sabes cómo hacerlo sentir muy rico.

Hice que recoja un poco una pierna y comencé a penetrarla desde atrás por su concha.

-Epa, no esperaba que ataques con cañones de grueso calibre…

Yo me movía acompasadamente, acariciándola y besando su nuca, su oreja, su hombro. Estuve así por varios minutos, y la sujete fuerte. Me acosté boca arriba y ella dándome la espalda sobre mi pecho. Me movía lentamente, acariciaba sus pechos y una de mis manos bajo a acariciar su clítoris. Ella me ofreció nuevamente su cuello para besar haciendo a un lado su cabeza.

-Te odio, me vas a hacer amar el sexo vainilla desgraciado. Dijo luego de un orgasmo.

Incremente mis bombeos y acabe en su concha, ella sintió mi leche llenándola y tuvo un hermoso orgasmo.

-Que tremendo tipo que sos. Me hiciste gozar muy lindo. Sos de la vieja escuela, que saben cómo tratar a una mujer.

-Delfi, vos sos una mujer, no una pendeja. Te puede gustar el sexo duro, pero también, que te traten dulcemente.

-No lo dudes mi amor, no lo dudes.

Tomamos unos tragos más de ginebra y me dijo:

-Ahora me toca a mí. Vale todo. Todo.

Se puso de rodillas junto a mí, dejando su culo al alcance de mi mano, y se puso a chuparme la pija, primero, pasando su lengua desde las pelotas hasta la punta, luego intercalaba eso con profundas chupadas. Yo metí dos dedos en su concha que estaba totalmente mojada. Metía y sacaba los dedos, masturbándola y pasando las yemas por su punto G.

-Esto es realmente importante, con razón desde atrás entraba bastante guacho, me vas a partir.

Siguió chupando y metió un par de dedos junto a los míos en su concha. “Si, así” dijo y empezó a chupar como loca. No sé por qué, pero le di un chirlo en el culo con mi mano libre. Me insulto y más loca se puso. Me incorpore un poco y sin sacar los dedos de su concha, con la otra mano fui acariciando y apretando sus tetas alternadamente. Me estaba poniendo loco la forma de chupar.

La tome de los cabellos y hacía que se la meta por completo en la boca, ella tocía, tenía arcadas pero no intentaba sacarla de la boca. En mis dedos sentí que llegaba a un orgasmo y saque mis dedos de su concha. Le di otro chirlo en el culo e hice que se metiera toda la pija al mismo tiempo.

-Hijo de puta, me vas a hacer mierda.

La hice poner en cuatro patas y la penetre completamente, ella dio un grito de dolor y me detuve por unos segundos. Ella se empezó a mover con todo, apoyo la cabeza en la cama y con las dos manos se separaba los cachetes. La tome por la por la cintura y embestía con todo. Ella soltó los cachetes y se daba con todo el en clítoris. Le di un chirlo en el culo y más fuerte se masturbaba el clítoris. Luego de un orgasmo nuevamente se separó los cachetes del culo. Escupí su orto y le metí la primera falange de mi índice. Seguí bombeando con todo sin moverlo, al contrario, tenía que sacarlo porque ella se movía para metérselo.

-No, ahora no.

-Guacho, te odio, Rompeme el culo desgraciado.

-No, no es tiempo. ¿Cómo era lo de las pendejas? Dije y me puse de pie junto a la cama.

Ella se dio vuelta y me empezó a chupar desesperada, mientras se metía dedos con todo.

-Te voy a coger esa boca, como nunca cogí otra. Le dije y le tome la cabeza con firmeza.

La cogía con locura, ella se dejaba hacer, con arcadas, ahogándose en saliva, masturbándose como loca y mostrándome como lo hacía.

Yo nunca había estado tan caliente. Vi que llevaba la mano a su culo y adivine la intención.

-Ahora no, cuando te diga. Dije.

Por toda respuesta me golpeo el pecho con un puñetazo suave.

Cuando estuve por acabar, saque la pija de su boca y me masturbe. Ella, con los ojos llorosos, baba cayendo de su boca, me miraba caliente. Puse mi pija en sus labios y acabe, llenándole la boca de leche. Delfi trago todo.

-Ahora sí, date con gusto. Le dije y ella metió dos dedos en su culo.

Me seguí masturbando y cogiendo la boca de Delfi. Ella me miraba loca de placer.

-Por vos Delfi, por vos. Dije mirándola a los ojos.

-Hijo de puta, gracias mi vida, sos un genio. Me tenías re loca, ahora… quiero que te acuestes.

-Otro día. Ponete en cuatro.

Delfi se puso en cuatro y apoye la pija contra su orto. Empuje y con esfuerzo entro totalmente. Ella mordía la sabana y gritaba. Separo al máximo sus cachetes y yo me volvía más loco. Sin salirme, la empuje y la puse de costado con una pierna levantada, de esta forma entraba hasta mi pelvis. Metí dos dedos en su concha y la empecé a masturbar, mientras con la mano libre le golpeaba el culo totalmente enajenado por como gozaba esa mujer.

Le llene el culo de leche, y me quede de rodillas. Ella en medio de temblores, se sacó mi pija del culo y me la chupo hasta dejarla bien limpia. No le importo que hubiera sangre de su culo, mi semen, y seguramente algún rastro más.

-Sos un genio, te adoro. Tremenda cogida me pegaste. Ves, así también se le patea el trasero a una boluda, cogiendo así con su hombre.

-Delfi, sos genial cogiendo. Increíble pendeja.

-Guacho.

Un rato después nos dormimos. Nos despertó el llamado de Pericles. Puse el altavoz.

-Hola Peri.

-Amigo. Lo lamento, tenías razón. Ahí te pase a tu mail todo.

Casualmente ahí están haciendo una vigilancia y hay cámaras por doquier. Te mande fotos, hasta de adentro de la habitación.

En serio, lo lamento.

-Gracias Pericles. Te debo una gigante hermano.

-Nada de deudas entre hermanos. No hagas cagadas pelotudo. Te cago a trompadas.

-Olvidate.

-Ah, Por un problema en su línea, no puede hacer llamados, ni a vos. Y tampoco recibir. Excepto de vos.

-Entendido.

Nos duchamos y pague el hotel y fuimos al bar de al lado para ver todo.

-Que mina pelotuda. Ese es un pendejo. Eso es calentura del momento. Dijo Delfi.

-Amiga, ¿Queres patearle el trasero en serio?

-Por supuesto, más ahora. A mi macho no se le hace eso. ¿Qué queres hacer?

-Hola Peri, yo de nuevo.

-Decime.

-Necesito un cerrajero en la casa en dos horas aproximadamente. Para cambiar una cerradura.

-Dalo por hecho. Yo te monitoreo para que este cuando llegues.

-Gracias y monitoréala a ella, por las dudas vuelva.

-Dale.

-Hola Flaca, por fin me puedo comunicar.

-Hola amorcito. Si es tremendo, yo quise llamarte y no me puedo comunicar desde aquí.

-Todavía estás con Mariana entonces.

-Si querido.

-Ah, escuchame yo voy a estar llegando de noche. Se complicó.

-Bueno, que pena. Entonces me quedo acá hasta la tarde.

-Genial, nos vemos a la noche.

-Un besito.

-Listo, tomemos el café y salimos.

-Dale, ya me estoy imaginando lo que vas a hacer.

-Yo vivo en Pilar, ¿Vos? Le pregunté

-Tortuguitas, muy cerca.

-¿Queres pasar a buscar ropa por tu casa? Le dije mirándola a los ojos.

-Va a ser un placer.

-Ni que lo digas

Subimos a las motos, y partimos a ritmo veloz. Delfi, aunque era novata, manejaba muy bien la moto, íbamos rápido por la ruta. Pasamos por su casa, en un lindo barrio cerrado, armo un bolso y luego llegamos a casa, y el cerrajero nos esperaba.

-Hola, por favor, necesito cambiar la cerradura de esta puerta y la del garaje.

-No hay problema. En cinco minutos termino.

Cuando termino, busque bolsas de basura grandes, tipo consorcio que había comprado para otra cosa, y con la ayuda de Delfi puse todas las cosas de mi pareja, ex pareja ahora, y las llevé al garaje.

Al atardecer, Peri me mandó un mensaje que ella estaba a 10 cuadras. Saque las bolsas y la puse en la vereda. Cuando intento entrar a la casa, no pudo. Toco timbre y Delfi, en tanga y con brazier, abrió la puerta.

-Hola, ¿Si?

-Eh. Yo, yo vivo acá, ¿Qué pasa? ¿Quién sos?

-Gallego, te busca una mina que dice que vive acá.

-Hola, esas bolsas tienen tus cosas. Jugaste y perdiste flaca. Te olvidaste que tengo un buen hermano. Toma, saliste bien en las fotos. Espero que hayas gozado bastante. Chau.

-Jorge, por favor escuchame, hay un error, no soy yo, es una chica parecida, yo estaba…

-Aquí tenes la localización de tu celular, justo fuiste a ir a un hotel vigilado por narcotráfico. No pegas una.

-Jorge, dejame que te explique, el flaco me obligó, yo no quería.

-Sos muy pelotuda flaca. Perderte este tipo por un pendejo. Muy boluda.

-Chau flaca, suerte. Dije y cerré la puerta.

Ella se quedó llorando en la vereda de la casa, los vecinos del barrio la miraban pero ninguno se acercaba a ayudarla.

-Loca, gracias. En serio. Si no te hubieses quedado…

-Gallego, no jodas con boludeces y ahora vamos a coger como animales.

Y lo hicimos. Delfi se quedaba a dormir varios días por semana, yo algunos en su casa. Éramos pareja, pero elegimos darnos libertad total. Al pedo como comprobaríamos tiempo después.

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