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Familia y pasión (1): Cambios en la rutina familiar

Hola, soy el autor de esta historia tan extraña que cambió muchas cosas en mi vida. Fue todo muy extraño ya que mi vida sexual es muy normal, o lo era.

Antes, voy a presentar a los y las protagonistas más constantes de esta historia:

Primero tenemos a mi madre: Amanda, ella es una mujer morena muy bonita. No es voluptuosa en extremo, pero si tiene un buen cuerpo. Ella hace ejercicio frecuentemente en la mañana y una que otras veces se une a clubes o grupos de ejercicio matutino. Ella es muy entregada al hogar y no es ni tan conservadora, ni tan liberal. En cuanto a la sexualidad, era muy entregada a mi padre, pero eso lo explicaremos en esta historia. Tiene 45 años.

Después, tenemos a mi padre, Víctor. Un hombre muy caballeroso, divertido y serio cuando se lo propone esto varía de acuerdo a la situación. Es muy entregado al hogar y cae bien a muchos y sobre todo a muchas. Tiene 50 años.

Es de altura media y es muy fuerte, pues hace ejercicio y trabaja de conductor.

También tenemos a mi hermana, Andrea. Tiene 20 años y es muy atractiva. Sacó los dotes combinados de mis padres. Aunque no es de pechos grandes, lo compensan sus caderas y su trasero bien formado. Es divertida y sarcástica, pero después de un trabajo de confianza. En general es sería y no se entrega a las personas muy fácilmente.

Y por supuesto yo, Steven. Tengo 24 años, heredé casi todo de mi padre y soy Moreno por mi madre. Soy muy divertido y me gusta socializar mucho. Me considero buen amigo, aunque también soy de tener humor negro y como todo hombre tengo mi lado pervertido.

Bueno, conforme vaya contando la historia, voy introduciendo a los personajes más importantes en mi historia.

Nosotros vivimos en una ciudadela en una ciudad de Colombia; solo vivimos cuatro.

Mi padre trabaja casi todo el día, así que siempre llega un poco tarde.

Mi madre trabaja en una fábrica de ropa, sus turnos son algo cortos, así que no es de llegar tan tarde y en mi caso trabajo como digitador en una empresa súper tranquila que tiene que ver con documentos legales. Mi hermana es la única que no está trabajando, ya que con los 3 trabajando es suficiente, ella se dedica a la universidad.

Todo empezó un día junio bastante normal. Mi padre estaba trabajando y mi madre no había ido a trabajar gracias a su jefe que le dio un día de descanso, coincidiendo con un viernes. Ella siempre que puede hace ejercicio como antes mencioné y ese día era perfecto para eso.

Al vivir en un conjunto residencial, si sales los vecinos una que otra vez se enteran y al frente había un vecino que recién se había separado de su esposa y vivía con sus dos hijitos pequeños.

Mi madre había salido a las 6 am y recién estaba llegando después de 3 horas de entrenamiento.

-Hola vecina- saludó el vecino a mi madre mientras salía del apartamento y ella entraba.

-Hola vecino, ¿cómo está?- mi madre sabía su situación y le generaba cierta lástima, más sabiendo que muchos miraban su hogar: un esposo ideal, hijos responsables y felicidad. Todo lo contrario al vecino de al frente.

(Cabe aclarar que al ser un edificio de seis pisos, 4 apartamentos cabían en uno solo, así que teníamos a 3 vecinos viviendo al frente y a nuestro lado)

-Bien si señora… llevando la situación con calma… – a veces hacía pausas que parecían resignaciones leves, pero su actitud seguía siendo amable – lo importante es no decaer… Por los niños y por uno mismo.

-Estás en lo cierto, siempre con actitud positiva y si necesita hablar pues aquí estamos los que lo conocemos vecino- mi madre siempre ha sido amable, aunque también le gustan las distancias.

-Gracias vecina, que tenga feliz día y que descanse del ejercicio -el vecino miraba el abdomen tonificado de mi madre y a medida de que la conversación fluía, más empezaba a detallar que mi madre tenía leggings y que tonificaba su cuerpo muy sensual mente.

– Haha si vecino, aprovecho a hacer ejercicio cada que puedo, aunque más hoy que no trabajé, pero me gusta ejercitar el cuerpo, por salud, más que todo trotando y haciendo flexiones en la zona de ejercicios del parque… – mientras hablaba giraba un poco su cuerpo remarcando lo dicho sobre el ejercicio.

El vecino en algún punto se quedó mirando el cuerpo de mi madre y se dio cuenta de esto, así que cortó un poco la conversación.

-Que bueno vecina, la felicito y pues que bueno que piense en su salud… Bueno me despido porque debo traer lo del desayuno y será un día largo-

Mi mamá lo miró un poco confusa, pero no reparó en nada, solo se despidió y cada uno tomó su camino.

Cuando mi mamá cerró la puerta quedó sola, así que prendió el equipo de sonido, puso su música y se dispuso a alistar todo para ir a bañarse.

En cuanto ella tiene la ducha para sí misma, dura un tiempo considerable y más después de hacer ejercicio, precisamente por esto cuando golpearon a la puerta ella seguía bañándose, así que al oír los golpes tuvo que cerrar la ducha y salir en toalla.

A ella no le hizo nada de gracia, pero al ver en la mirilla tuvo que cambiar la cara, pues era el vecino de nuevo.

-Hola vecin… – el saludo del vecino se interrumpió cuando notó que mi madre estaba en toalla, además de que la toalla no era muy grande y marcaba muy bien su cuerpo, pechos y su trasero. Eso sin mencionar que era corta.

-Hola vecino – saludó mi mamá sin darle importancia a la reacción del hombre- que lo trae de nuevo por aquí?- mi mamá disimulaba un poco el disgusto de que le interrumpiera el relax, pero no dejaba de ser amable.

-Vecina es que… Le traje este postre… Que pena interrumpir -mi mamá iba a recibir el postre, pero al soltar la toalla esta se desató y casi se cayó del cuerpo de ella, solo que mi madre alcanzó a apretar los brazos y dejar al descubierto solo la parte superior de sus pechos, sin llegar a mostrar los peones.

-Uy vecina, que pena- él volvió a coger el postre y se sonrojó bastante. – No era mi intención…

-No se preocupe vecino, fue mi error, siga tranquilo y puede dejar el postre sobre la mesa – mi mamá hablaba mientras sostenía la toalla.

El hombre entró al apartamento súper apenado y dejó el postre en la mesa de nuestro comedor y cuando se giró, alcanzó a ver un pezón de mi madre cuando se acomodó bien la toalla.

Hubo unos segundos de silencio que parecían estirarse en ambas mentes.

-Muchas gracias por el postre veci, no lo esperaba y pues no era necesario tampoco- mi madre siempre ha podido manejar situaciones de presión alivianándolas muy profesionalmente.

-Fue por la preocupación sobre mi situación vecina, muy pocos se preocupan por uno y más de una manera desinteresada, muchas gracias – iba a estirar su mano como gesto de amabilidad, pero se resignó a último momento recordando la toalla- … y puede llamarme Esteban.

-Bueno Esteban, puedes llamarme Diana -dijo mi madre sonriendo.

Esteban salió del apartamento y cerró la puerta tras su salida y mi madre se metió al baño casi de inmediato a continuar su relax. Sin embargo, la situación le había causado una extraña sensación en el estómago que no sentía con alguien que no fuera su marido y de la nada se encontró a sí misma tocándose los labios de la vagina. Sus dedos jugaban con sus labios y ella sólo se miraba, su excitación por un momento le hizo olvidar que la ducha estaba abierta y empezó a masturbarse con los ojos cerrados. Imaginaba lo que hubiera pasado si la toalla se hubiera caído y lo que hubiera hecho Esteban con tal mujer desnuda frente a él. Sus dedos se movían sobre la concha con intensidad y por un segundo se miró la mano. Estaba mojada y no era agua de la regadera. Decidió entonces meterse dos dedos y masturbarse en totalidad. Sus pensamientos querían que Esteban la pudiera mirar y no aguantaba la sensación de perversión que alimentaba la excitación.

Se le pasó por la mente la pregunta más rara del día – “¿cuando fue la última vez que Esteban tuvo sexo?”- Ciertamente quería saberlo, pero no sólo hacerle la pregunta, quería que Esteban la tomara y que recorriera su cuerpo sin la toalla.

Los dedos entraban y salían de la concha y ella se apoyaba en la pared. El agua caía y recorría cada parte de su cuerpo y ella movía su pelvis hacia adelante y hacia atrás.

Se imaginó un giro diferente a la situación de la toalla y al imaginar que Esteban se desnudaba y sacaba su pene, llegó a un intenso orgasmo. Un grito ahogado, la presión de sus dedos en la concha y su cuerpo tensionado la agotaron en un instante. Hacía tiempo que no se masturbaba y ese día, fue de lo más extraño.

Después de reponerse, terminar de bañarse y salir del baño, mientras se miraba al espejo acomodando su cabello y secándolo, se preguntó a sí misma “¿realmente podría estar con un hombre que no sea mi marido?”. No respondió, solo dejó la pregunta en su aire mental y procedió a terminar de arreglarse.

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