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Infracciones de tránsito (Parte 2)

Gracias a quienes se dieron el tiempo de leer mi primer relato, y gracias a quien se den el tiempo de leer este también.

Si es de tu gusto motívame a seguir compartiendo mis experiencias, calificándome, espero y me den… su retroalimentación, sus preguntas, comentarios y críticas son siempre bienvenidas.

Después del nacimiento de mi última bendición, había ganado 10 k a mi peso original, lucía un tremendo cuerpo de uva, mi vanidad de mujer me ataco, quería bajar rápidamente los kilos ganados por la gravidez, y en lugar de solo ir dos o tres horas por semana al gym, empecé un régimen de riguroso de asistir diario al menos 2 horas, la sensación de ir perdiendo peso y ganar forma, fuerza y elasticidad día a día, sin contar la liberación de endorfina en mi sistema, me estaban convirtiendo en una vigorexica empedernida.

Además, que mi fan número en casa, mi amadísimo, aunque en las más de las veces odiosito esposo, me motivaba a seguir, no había semana que no me sorprendiera con un nuevo outfit deportivo, uno más llamativo que el anterior, por lo cual, siempre cargaba con una camisola larga para usar como sobre todo para después de la rutina, los únicos que tenían placer de apreciar mis conjuntos deportivos eran mi odiosito favorito después del gym y mis compañeras de pabellón durante las rutinas.

Mi rito diario en esa época era básicamente; casa, escuela/guardería de las bendiciones, trabajo, gimnasio, casa de los suegros que nos hacían favor de cuidar a las bendiciones después de la escuela/guardería, y finalmente a casa, obviamente las sesiones de alcoba habían disminuido entre el embarazo y postparto, pero mi marido aún seguía al pendiente de tratar de satisfacerme con un buen cunnilingus, sobre todo cuando llegaba sudando del gym, decía el que le encantaba comerme cuando estaba al vapor en mis jugos, jajaja.

Ese día en particular, en la mañana mientras nos preparábamos para salir a nuestras respectivas responsabilidades.

Mi marido: Bebecita, que crees que me llego por paquetería -con sonrisa de niño en la mañana de navidad-

Yo: Mmmm, déjame pensar Mor, otro outfit deportivo –inquisitiva.

Mi marido: Bruja, maga y hechicera -riendo- ¿Cómo supiste?

Yo: Mor, Últimamente andas muy obsesionado con eso, mejor deberías guardar ese dinero para otra cosa, -medio molesta.

Mi marido: Me gusta gastar en ti, y que luzcas ese cuerpazo, que tu trabajo y esfuerzo te ha costado.

Yo: Bueno Mor, tienes razón, discúlpame, muchas gracias por siempre pensar en mí-resignada-.

Mi marido: ¿Lo estrenas hoy mismo? -entusiasmado-

Yo: Mor, ya tengo preparada mi mochila, y casi no hay tiempo.

Mi marido: Bebecita, tu sube a las bendiciones a tu automóvil, yo me encargo de preparar la mochila.

Yo: -sabiendo que pierdo más tiempo en discutir que en aceptar- Ok Mor, no tardes.

Mientras acomodaba útiles escolares, bendiciones, maletín, llego mi marido con la mochila deportiva y la coloco dentro del coche.

Mi marido: Que disfrutes tu día- dándome un tierno beso en la boca-

Yo: -Respondiendo a su beso – Nos vemos más tarde Mor.

El día paso sin pena ni gloria como cualquier otro, hasta que llegué al gym, encontrándome con dos sorpresas; una que no funcionaba el sistema de aire acondicionado y dos al abrir mi mochila y ver el outfit que estaba compuesto por un top verde militar cortísimo sin espalda, que cubría ajustadamente mis senos, y un bottom a juego con estampado de camuflaje corte a la cadera, que lucía más como un bóxer, indiscutiblemente tenía que usarse sin interiores, lo que una acepta por amor.

Con asombro también note qué el Odiosito, no solo había sacado mi otro outfit también mi camisola, realmente como le encantaba fastidiarme.

No quise darle mucha importancia ni amargarme la tarde, total ya sabía yo como era él, me dispuse a realizar mis rutinas cossfit, sin dejar de recibir comentarios de mis compañeras de rutina por mi valentía al vestir con este estilo tan sugestivo.

Instructora: Wow Eleni, que luces espectacular hoy.

Compañera 1: Ay que, maestra la chaparrita tiene el cuerpo para lucir ese tipo de ropa que envidia de la buena.

Instructora: Eso sí, a ver qué día nos dices donde consigues los conjuntos, no seas egoísta.

Yo: Pues, el que los consigue, es mi marido –sonrojada de tanta buena vibra-.

Compañera 2: ¿Tu marido? -sorprendida- que afortunada eres, a mí el mío se me engorila por usar leggings -riéndose.

Instructora: Bueno, chicas comencemos…

Lo que si tengo que reconocer es que el conjunto era de buena calidad me daba muy buen soporte en los lugares indicados y se pegaba a mi como una segunda piel, haciendo bastante cómoda la actividad física, sin andar cuidando que algo se saliera o mostrar de más.

Al terminar, la práctica, sudando y disfrutando de ese cansancio rico y relajante después de la práctica deportiva, disfrutaba de otra ventaja del outfit, podía sentir cada pequeña brisa refrescando mi piel, la ausencia del aire acondicionado, había hecho lo suyo en nuestro agotamiento físico, mientras me relajaba para no entrar a las duchas demasiado sobrecalentada me puse a revisar la aplicación de mensajes de mi celular.

Mi marido: Bebecita, me fallo mi auto y lo lleve al mantenimiento, ¿podrás pasar por mi después del gym?

Yo: Mor, No puedes, tomar un taxi.

Mi marido: Prefiero tu compañía en el camino que la de un taxista, ándale, ¿sí?

Yo: Mor, que necio eres, ya voy.

No me hacía mucha gracia, en ese tiempo, el edificio donde trabajaba mi marido, estaba al otro extremo de donde vivían mis suegros, lo cual me tomaría mucho tiempo, lo que implicaría traer en trayecto a mis bendiciones por la noche cosa que no me agradaba nada.

Pensé; bueno si me doy prisa igual no lleguemos tan tarde a casa, por lo cual, tenía que tomar decisiones; no entrar a la ducha y retirarme de inmediato, pero tampoco quería empapar mi ropa de diario de sudor, saque las llaves del coche de la mochila, me puse mi toalla sobre mis hombros, para no sentirme tan exhibicionista, salí del local con mi mochila en una mano, y con llaves y celular en otra.

La toalla definitivamente no alcanzaba a cubrirme del todo, de mi cintura para abajo todo era visible tanto delante como atrás, mientras caminaba para el estacionamiento cruce con dos tipos, podía sentir como giraban sus cabezas y sus miradas en mí.

Tipo 1: Que rica estás mamacita.

Tipo 2: Que nalgas tan sabrosas

Con mirada baja, furiosa e ignorándolos acelere el paso hacia mi coche.

Tipo 1: Mira compadre como se menea esa colita

Tipo 2: Mucha carne para un solo par de huevos, ocupa más.

Ya molesta y casi corriendo, con el control abrí la cajuela y arrojé la mochila dentro, subí a mi coche y salí de ahí, pensando: Odiosito, las situaciones que tengo que aguantar por tus ocurrencias, como fastidias en serio.

Conduje lo más rápido que pude, acortando muchos minutos a mi trayecto, por la hora y al dirigirme a una zona comercial-industrial, las calles estaban desiertas, el edificio estaba en el lado contrario del sentido por el cual circulaba, para llegar tenía que tomar un retorno en particular, que se situaba a 6 km del punto destino.

Cuando iba llegar al siguiente cruce, estaba a punto de cambiar a rojo, pero también vi la oportunidad de acortar mi tiempo unos minutos mas y no me lo pensé, total eso estaba más solo que un negocio de helados en el polo norte, sin disminuir la velocidad realicé la vuelta a la izquierda, justo en rojo quedando exactamente dentro de un callejón lateral al lugar donde trabajaba mi marido.

Apenas iba a tomar el celular para avisarle que había llegado a mi marido, cuando oí el característico claxon de las patrullas, vi por el espejo retrovisor, y un auto patrulla se estacionaba justo detrás de mi coche.

Por el lateral, pude ver que descendió un oficial delgado, acomodo su cachucha y su fornitura y con linterna en mano camino hacia la ventanilla de mi coche.

Alumbrando hacia el interior del auto, cegándome con su luz, sabía bien que tenía una buena vista de mí, instintivamente solo atiné a cubrir mi cara para atenuar la molestia de la linterna en mis ojos, pero pude percibir que paso la linterna por todo el interior de mi coche, deje de sentir la luz y oí en golpe en la ventanilla, aun deslumbrada baje la ventana.

Oficial: Buenas noches, “señorita”-sentí cinismo cuando dijo señorita- ¿si sabe Usted que venía exceso de velocidad al pasarse la luz roja en vuelta prohibida? -con mordacidad.

Yo: ¿A poco si, Oficial? -haciéndome la desentendida, apenas recuperando mi vista, y pensando ay odiosito todo por tus cosas, ahorita podría estar tranquila en mi casa con mis bendiciones, pero no, estoy aquí batallando-

Oficial: Así es, me permite su licencia y tarjeta de circulación -ya con libreta en mano-

Yo: Si claro-inclinándome hacia la guantera, podía sentir la mirada del oficial recorriendo mi cuerpo mientras estaba empinada- aquí tiene- entregando la tarjeta de circulación, pensando ya verás odiosito que líos por tu culpa-.

Oficial Y licencia para conducir “señorita” –nuevamente con cinismo al decirme señorita-

Yo: Oficial me permite, es que está en la cajuela -nerviosa, cayendo en cuenta que mis documentos, estaban en mi bolso dentro de la mochila, dentro de la cajuela de mi coche.

Oficial: Ok -dando un paso atrás.

Al descender y ya con mi vista más restablecida pude ver que era un hombre ya mayor, de mirada amarga, lo que diría mi padre: perro cansado, pero aún se veía en buena forma física.

Camina hacia la cajuela mientras el Oficial “alumbraba mi camino”, ¡cual que!!, alumbraba mi trasero el muy cínico, cuando abrí la cajuela vi que mi mochila estaba hasta el fondo, no me quedo más remedio que empinarme aún más para alcanzarla y consentir más vista a este viejo.

Viejo Oficial: Hágase un lado y permítame-autoritariamente-por seguridad debo de revisar esa mochila antes.

Haciéndome a un lado con los brazos cruzados y la piel gallina, tratando de entrar en calor resintiendo el frío de la noche.

Vi como registraba mi bolso y como se tomaba su tiempo revisando la textura de cada prenda, en especial el encaje de mi ropa interior, mientras giraba su mirada hacia mí y sonreía maliciosamente, dejando mi bolso hasta el final.

Viejo Oficial: Adelante “señorita”

Rebusque en mi bolso sacando mi licencia y se la entregue.

Viejo Oficial: Muy bien, espere aquí.

Yo: ¿No, podría esperar en mi coche? –Sufriendo de escalofríos.

Viejo Oficial: Dije espere aquí –autoritariamente y se subió a su patrulla.

No me quedo más remedio, que aguantarme, lo que quizás fueron unos minutos, pero se me hizo eterno, cuando sonó la alerta del celular de recibir un mensaje.

Mi marido: Bebecita, ¿tardas mucho?, ya me aburrí de estar jugando en la computadora.

Para variar, el señor comodísimo y yo sufriendo las inclemencias de la intemperie.

Apenas iba a desquitar mi coraje y comentarle la situación, en la cual, estaba metida por sus ocurrencias, cuando el viejo oficial se acercó a mí.

Viejo Oficial: Listo Elena, todo está en orden –entregándome los documentos- ya solo será levantarte la multa y podrás ir a atender a tu cliente- con malicia-.

Yo: -Recibiendo los documentos- ¿Cómo, cual cliente? –confundida.

Viejo Oficial: Por favor, Elena no nos hagamos, una mujer como tú, vestida así, a esta hora, en esta zona, anda dando servicio, pero pues como ese tipo de faltas no son de mi jurisdicción, por mi puedes hacer lo que quieras-empezando a escribir la multa.

Este viejo me había tomado por una puta, y todo por andar complaciendo al odiosito de mi esposo.

Yo: ¿Y va ser mucho de la infracción? -acercándome con coquetería.

Viejo Oficial: Nada que no puedas pagar con servicio- mirando con malicia mis senos.

Yo: Pues es que ya me esperan- con mi voz de niña mimada.

Viejo Oficial: -Mirando de lado a lado la desoladas calles-Pues yo a mis años no ocupo mucho-sonriendo- con un servicio de tu boquita puedo conformarme.

Yo: -Poniendo mi mano en la barbilla haciendo un gesto de pensar-Me parece bien –mordiéndome los labios- ven-lo tomé de la mano y lo conduje al fondo del callejo hasta cofre de mi coche.

No perdió tiempo el viejo, se abalanzo sobre mi besándome apasionadamente, yo le respondía con mis manos en su cuello, sus manos se movieron sobre mi pecho y aprovechando la elasticidad del material del top, saco mis senos de su prisión de tela mis pezones rápidamente se desdoblaron, no sé si por efecto de la gélida noche, de la lactancia o ¿de la excitación?, este viejo tenía un aroma agradable, de loción de abuelo, pero al mismo tiempo encantador, mientras apretujaba mis senos, salió un chorro de leche materna, que cayó en la cara del viejo Oficial.

Viejo Oficial: ¿Estas lactando?, vaya que eres puta el crio sufriendo de hambre y tu taloneando.

Su boca apresó mis pezones, causándome gran placer, haciendo que tomara con ambas manos mis pechos y los pusiera a disposición de sus fauces, mientras gimoteaba de gozo, sus manos me recorrieron desde mi espalda hasta mis nalgas, y nuevamente aprovechando la elasticidad del material pero ahora del bottom, para meter sus manos y sentir la piel de mis nalgas, sobándolas y apretándolas, hasta que sentí como sus dedos querían entrar en mi ano, lo cual me hizo reaccionar, tomando sus manos sobre mi bottom.

Yo: No seas malito, en eso no quedamos-voz de niña tierna-

Viejo Oficial: Pues es que nalgas de puta cara, no se tienen todos los días-sonriendo, subiendo ambas manos a su nuca- bueno, haz tu trabajo a ver si eres tan buena como parece.

Poniéndome de cuclillas frente a él, abrí el cierre de su pantalón y empecé a hurgar con mis manitas entre su ropa podía sentir un trozon de carne envuelto, pero una vez liberado, brinco literalmente golpeándome la cara.

Yo: Wow –asombrada, por el tamaño y forma de su verga-

Viejo Oficial: ¿Te gusta puta? –meneando sus caderas, moviendo de un lado otro esa cosa que parecía una palanca de velocidades antigua; larga, delgada, pero con glande muy ancho y gordo.

Yo: Se ve rica-con coquetería.

Empecé a besar y succionar esa gran cabeza frente a mí, con mis senos al aire, sintiendo la dureza del frio nocturno en mis pezones y la dureza de su verga en boca, en esa soledad solo se oían los pujidos que le provocaba mi succión al viejo.

Una de sus manos se puso sobre mi cabellera, y la otra sobre la base de su verga, para guiar mi boca, engullendo poco a poco y hasta el fondo de mi garganta ese pedazo de carne palpitante, estimulando el disfrute del Viejo Oficial.

Empecé a llevar el ritmo que me marco moviendo mi cabeza de adelante y atrás, en círculos, arriba y abajo, cuando sentí que se abrió todo el pantalón, bajándolo junto con sus interiores hasta sus tobillos.

Momento que me hizo separarme de él, asombrándome de como mi boca buscaba esa verga como novillo recién nacido la ubre de su madre, aproveche para tomar algo de aire que ya me empezaba a faltar, en ese momento sentía la brisa nocturna recorriendo mi piel, pero ya no advertía el frio, sentía calor, placer, excitación, gozo y humedad.

Humedad saliendo de mis pechos producto de la lactancia y humedad invadiendo mi entrepierna, producto del deseo por la verga de este viejo, ya me tenía a mil.

Sin dejar de manosear esa verga, busque la mirada la del viejo Oficial, para saber sus deseos.

Viejo Oficial: Chúpame los huevos puta y después quiero una rusa con tus tetas rebosantes de leche. –autoritariamente.

Yo sumisamente obedecí, metí mi cara entre sus piernas la luz de la luna me hizo apreciar un par de testículos velludos, que mi boca y lengua complacieron diligentemente, el Viejo Oficial con sus manos sobre mis orejas me guio para que continuara mi labor sobre su verga, recorrí con la lengua desde sus huevos hasta la punta de su verga, para con ambas manos devorar con mi boquita su gran y gorda cabeza.

Con ambas manos coloque mis senos envolviendo, la delgada pero larga verga del viejo, el apretarlos, provocaba la ordeña de mis mamas y eso me inducia a un estado pre orgásmico, por lo que los sonidos de placer que salían de mi boca se mezclaban con los emitía el Viejo Oficial.

Mientras el viejo movía sus caderas deslizando su verga entre mis senos.

Viejo Oficial: Que rica puta me fui a encontrar, que suerte la mía-complacido.

Su cabezota estaba al alcance de mi boca y decidí succionarla con esmero, lo que incito que él llevara ambas manos a mis senos apretándolos contra su verga, causando un dolor delicioso, haciendo que mi mano fuera en busca de mi vulva para darme placer, al mismo tiempo.

Sentí como convulsionaba su verga entre mis senos, y como sus embestidas eran más seguidas, y luego la explosión de semen en mi boca, en mi cara y en mis pechos.

El Viejo Oficial me soltó, para recargarse en el coche, con respiración entrecortada, haciéndome caer de sentón, apoyándome con ambas manos para no desplomarme de espalda, sintiendo como su semilla escurría de mi boca por mi cuello a mis los senos, que estaban expuestos fuera de mi top, mezclándose con la mi leche materna, con las piernas abiertas, veía, como se recuperaba el Viejo Oficial de sus espasmos, mientras yo disfrutaba de los producidos por mi vagina recorriendo todo mi cuerpo.

Viejo Oficial: Estuvo rico puta, que disfrutes tu noche-retirándose a su patrulla mientras se vestía dejándome sola en suelo de ese callejón.

Apenas se retiró la patrulla me levante y acomode mi top, e iba buscar con que limpiarme todos los fluidos que estaban sobre mi piel, cuando sonó mi celular.

Mi marido: Bebecita, ¿ya llegaste por mí?

Yo: -Aun con la respiración entrecortada-voy llegando al callejón que esta aun lado.

Mi marido: Así ya te vi bebecita.

Choqueada vi a mi esposo doblando la esquina del callejón, se acercó tomando mi cara con ambas manos me dio un largo y apasionado beso recorriendo toda mi boca y bajando por mi cuello, yo solo me dejé hacer, limpiando mi rostro de los residuos de la felación.

Mi marido: Bebecita, como me encanta tu sabor, después de que tienes actividad física vigorosa. -sonriente-pero, bebecita has de tener frio-quitándose su saco y cubriéndome con él, abrazándome guiándome al coche-

Yo: Mor si tengo, pero tú quieres traerme así, toda descubierta-con voz de niña consentida.

Mi marido: Para que te digo que no, sí si-riéndose.

Subimos al coche, yo por el lado del copiloto y el por el lado del chofer, apenas subió prendió la luz interior.

Yo: Mor, ¿para qué enciendes la luz? -nerviosa y tratando de cubrirme con el saco.

Mi marido: Bebecita, sabes que me encanta contemplarte-sonriente-pero, de que se te mancho el top-señalando las humedades producto de la felación.

Yo: Ay Mor, sabes que estoy lactando, eso ha de ser-sonriendo nerviosa.

Mi marido: Eso ha de ser-convencido- descansa bebecita, sé que has de estar cansada de tanta actividad, al rato te despierto – afectuosamente.

Si estaba agotada y le tome la palabra, me despertó llegando a casa con todo y bendiciones, me dijo que no me preocupara que fuera a descansar que él se encargaba de dormir a las bendiciones y hacer las labores propias del cierre de día.

Fui a nuestra alcoba, tomé un baño revitalizante, me puse un camisón azul, cuando salí del cuarto de baño ya estaba él sobre la cama.

Mi marido: Bebecita, para que te bañabas sabes que me gusta comerte, así todita sudada. -con ternura.

Yo: Mor, hoy no, ya quería bañarme para descansar-recostándome a su lado-

Mi marido: Está bien bebecita-acariciando con ternura mi frente y mis cabellos-y te ¿gusto tu nuevo outfit?

Yo: Si, fue todo éxito –sonriendo maliciosamente-les gustó mucho a las muchachas del pabellón.

Mi marido: ¿Y nada más a las muchachas? –inquisitivamente.

Yo: A mí también mor.

Mi marido: mmm ¿Y el Oficial que te dijo? -sin dejar de acariciar con ternura mi cabello.

Yo: ¿Cómo? – nerviosa y sorprendida.

Mi marido: Ay bebecita, no te platique que por seguridad pusimos circuito cerrado alrededor de mi edificio, y te estaba monitoreando a ver a qué horas llegabas. -sonriendo- hiciste bien no nos podemos dar el lujo de despilfarrar el dinero en infracciones de tránsito.

Entonces me dio un dulce y largo beso de amor en la boca…

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