Saltar al contenido

Mi cuñada Giovanna

Giovanna es tres años mayor que mi esposa, hermanas inseparables, Paola y Giovanna siempre fueron muy unidas a pesar de todas las vicisitudes. Cuando me fui a vivir con Paola ya conocía a Giovanna, vivimos en su casa después de nacer nuestro primero hijo hasta que lográramos conseguir una casa para nosotros tres.

Mi cuñada siempre había parecido una mujer poco atractiva debido a su seriedad, aunque siempre ha sido muy bella, alta, rubia, esbelta, perfecta. Me había gustado desde el primer momento que la vi y me dije a mi mismo que algún día la haría mía, aunque fuera tan solo una vez.

Mi esposa siempre se levantaba temprano y salía a trabajar, yo me levantaba una hora después, alistaba al bebé y la llevaba al Kínder Garden para luego irme a trabajar. Mi cuñada salía a la par conmigo por lo que siempre teníamos tiempo de charlar y compartía más tiempo con ella que con mi esposa.

La ciudad donde vivíamos era de clima cálido por lo que había que ducharse para refrescarse de día y noche. En una de aquellas noches llegue tarde a casa, abrí la puerta y la primera habitación del pasillo era la de Giovanna, había acabado de bañarse y descuidadamente dejó la puerta abierta, pasé, miré y aún estaba envuelta en su toalla de baño, me quedé mirándola sin que se percatara de mi presencia, se quitó la toalla y lo que vi me dejó totalmente consternado.

Un hermoso cuerpo, de 1.75 mts de altura, 90-60-90, cabello largo rubio recogido, un tatuaje de una mariposa estilizada en la zona del abdomen derecho, unas piernas… nunca en mi vida había visto unas piernas tan espectaculares y un hermoso coño depilado con cera, era alucinante. No pude evitar masturbarme mientras la veía dejarse secar la humedad con el calor del ambiente para luego colocarse un pijama en seda fucsia, seguí caminando despacio hasta llegar a mi habitación para luego deshacer mis ganas de sexo con mi esposa mientras pensaba en mi cuñada.

En la oficina no hacía más que pensar el ella, Giovanna se había convertido en toda una obsesión para mí. Todas las noches llegaba a la misma hora esperando ver de nuevo ese glorioso espectáculo, pero infortunadamente ella a veces llegaba más tarde o más temprano y se acostaba antes de poder verla.

Un mes después me levanté más temprano que de costumbre ya que tenía que llevar al bebé al Kínder Garden, recibí una llamada al celular, era de la oficina, me avisaron que habría auditoria en el área de contabilidad y que todas las demás áreas excepto la de contabilidad tendríamos el día libre. Decidí volver a casa para quedarme adelantando trabajo aprovechando la oportunidad y Giovanna aún estaba allí y no se había levantado. Yo estaba en la sala trabajando, hacía un calor infernal, me había cambiado de ropa y solo tenía puesto unos shorts y una camiseta, ella se levantó, me saludó y pasó al baño a ducharse. No resistí la tentación y fui a espiarla.

Podía ver como pasaba sus manos por sus senos, como quitaba el sudor de sus labios vaginales, no podía creerlo me estaba masturbando, fui a su habitación, vi sus pantaletas tipo tanga sucias, las tomé y comencé a olerlas, regresé al baño y ya había terminado de bañarse y estaba saliendo, escondí las tangas entre mis calzoncillos y regresé al comedor.

Ella, envuelta aun en su toalla de baño, me dijo que necesitaba decirme algo muy importante, yo le dije que tenía toda mi atención, me dijo que me había visto aquella noche mirándola secarse después del baño, yo le dije que había sido un accidente, le expliqué, pero ella no pareció entender, también se había dado cuenta que estaba espiándola desde la puerta del baño mientras ella se aseaba.

Yo estaba aterrado, muerto de miedo, tenía que hacer todo lo posible por aparentar tener el control, aunque el sudor me escurría por la frente. Me reclamaba y yo me defendía diciéndole que era inevitable no dejar de ver a una mujer como ella. Le dije que me gustaba y que me tenía fascinado desde el primero momento pero que por respeto a mi esposa no le había dicho nada. También le dije que pronto nos iríamos de ahí porque ya había conseguido una casa donde viviríamos los tres y que no volvería a molestarla, le pedí disculpas de mil maneras, pero lo que ella me dijo cambiaria mi vida por completo…

 “Hazme el amor, cuñi (así me llamaba ella), nunca antes nadie me había dicho de forma tan sincera que sentía por mí, anda, poséeme…”

Me levanté del comedor y la besé apasionadamente mientras su toalla de baño caía al piso, ella me quitó el short, se arrodilló y me lo mamó mientras yo tocaba sus senos hasta hacerme venir. Luego me dijo, que ya tenía que irse a trabajar, quería verme esta noche hacer el amor con Paola… “Quiero ver cómo te tiras a mi hermana esta noche”.

Esa noche mi esposa llegó y la atendí como toda una reina, ella sabía que cuando yo era así de especial era porque esa noche querría que hiciéramos el amor. Nos sentamos los tres al comedor, cenamos, Paola se levantó y me dijo que me esperaba en la alcoba, cerró la puerta y Giovanna se levantó y se desnudó casi instantáneamente, podía ver que su sexo estaba tan húmedo que se escurría por sus piernas, fue a su habitación y yo a la mía, allí mi esposa me esperaba completamente desnuda, para que no se percatara que Giovanna pronto estaría con nosotros, le dije que quería jugar a algo nuevo, Paola se emocionó y procedí a colocarle un antifaz para descansar los ojos para no pudiera ver nada.

Ya la tenía lista y Giovanna llegó a nuestra habitación en completo silencio. Puso un cojín en el suelo, se sentó en él, con ella trajo su dildo de silicona y comenzó a penetrarse mientras yo me tiraba a mi mujer al estilo perrito. Cambiamos al 42 (ella en 4 y yo en 2) e hice que me lo mamara, Giovanna estaba completamente extasiada masturbándose sin piedad, trataba de contener sus gemidos mientras que Paola hacia toda clase de ruidos.

Giovanna no pudo contenerse, se levantó, se acercó a mí, y me beso en los labios mientras llegábamos al orgasmo juntos y Paola se tragaba todo mi semen mientras apretaba su cabeza contra mi ingle.

Le hice sexo oral hasta que se vino, ahora Paola apretaba mi cabeza contra su clítoris obligándome a hacerla venir de nuevo y tragarme sus líquidos lo cual hice con mucho gusto.

Paola terminó profundamente dormida empapada en sudor con una hermosa sonrisa en su rostro. Salí directo a la alcoba de mi cuñada donde me esperaba con ese pijama fucsia que sabía que me encantaba y con sus tangas que me había robado de su habitación esa mañana.

Le hice el amor con el pijama puesta, sudaba copiosamente lo cual me excito tremendamente al ver como su cuerpo brillaba ante los destellos de la débil luz de su lámpara de mesa. Su senos, firmes y tersos, fueron castigados por mis labios y mi lengua mientras sus pezones se ponían duros como piedras, ella gemía de placer mientras mi esposa dormía, disfruté como loco toda esa experiencia. Luego salimos de la habitación, lo hicimos en la sala y en la alcoba donde dormía Paola casi frente a ella, mientras dormía yo penetraba a su hermana endemoniadamente.

La penetré como un poseído toda la noche, le hice sexo oral cuatro veces seguidas, se me encalambró la lengua, al otro día no podía hablar.

Salí de su alcoba al amanecer para ir a bañarme, al salir me encontré con mi esposa en el pasillo, me saludó y me deseó buen día. Ese fin de semana fue el trasteo de nuestras cosas a nuestra nueva casa y la casa de mi cuñada Giovanna se volvió en el cubil de mi nueva amante.

Deja un comentario