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Raquelita es una joven de unos 27 años ya, de un cuerpo privilegiado, cuidado, coqueta y generosas curvas, caderas firmes y busto que a cualquiera hace soñar, su piel blanca sonrisa jovial invita a admirarla una y otra vez, agradable por donde se la mire, la joven tiene un aspecto que a cualquiera agradaba, tanto por su apariencia física como por su candidez al trato, inteligente había pasado sus materias de secundaria de manera firme y segura, ya por ese entonces rompía corazones por donde pasaba, era una joven privilegiada, como pocas.

Por aquellos años, cuando la conocí, era yo un hombre joven recién recibido, docente buscando oportunidades, es así como llegué a aquel colegio, una casona vieja por donde se la mire, pero plagada de ese olor a adolescente que desprenden propiamente esos lugares, muchas veces pensaba que aquella vieja casona se mantenía en pie por su constantes impregnación de tanta juventud y belleza que esa etapa trae a todos.

Pasaron los años, hoy ya siendo un hombre maduro, puedo describir mi historia sin tapujo alguno, puesto que lo que narraré tampoco aconteció por aquellos años, sino más bien ocurre en la actualidad, siendo yo un hombre casado de mediana edad, bien conservado, pero con mis años, digamos que a mis cuarenta ya pinto canas, o me niego a pintarlas para ser más exacto.

Fue justamente en aquella casona a donde conocí a mi actual mujer y a donde les relate que conocí también a Raquel, por aquellos años alumna, hoy vecina por esas cosas de la vida, mi mujer también docente.

Raquel y mi mujer siempre fueron vecinas, podría decirse que mi mujer vio nacer a Raquel y criarse por el barrio, a donde ambas se conocieron justamente por la materia que dictaba mi mujer.

Raquel en ocasiones, solía llevarle las tareas cuando faltaba a casa para que mi mujer las corrija y además claro le ponga como buena alumna la nota de una persona cumplida y responsable. Según me relato por aquellos años.

Hoy en la actualidad, ya esa vieja casona a donde funcionaba el viejo colegio, ya no existe, pues quebró, por esas cosas de la vida, yo y mi mujer quedamos sin trabajo por ese lugar, yo concentraba bastantes horas, solo en ese lugar, por el contrario, mi mujer tenía dividida entre ese viejo colegio y uno nuevo sus horas de trabajo.

Hoy desempleado, paso mis días preparando alumnos, ocupándome de la casa, aprovechando cada changa que se presenta para hacer monedas.

Raquel y mi mujer se hicieron bien amigas, Raquel suele visitar a mi mujer a menudo, para conversar o como dicen por aquí para ponerse al día y chismear.

Mi historia transcurre claro entre bambalinas, digamos puesto que como les dije Raquel vecina, sigue acudiendo a casa y la relación con mi mujer digamos marcha viento en popa en todo sentido, ella ya tiene novio, suelen entre charlas de visita charlar largas horas de horas, más los fines de semana.

Fue justamente hace unos meses, cuando aconteció que estando arreglando limpiando la canaleta subido a la escalera, cuando de reojo pude ver a ambas sentadas en la cocina, mi mujer de espalda a la ventana, Raquel de frente cruzando sus piernas blancas y torneadas, realmente se había convertido en una bella mujer, pensé, sin poner mucha atención, pero por esas cuestiones de la vida, digamos que los hombre no sabemos disimular cuando miramos, creemos que lo hacemos pero somos un verdadero fracaso en esas cuestiones.

A la hora de mirar dejamos puesto más de lo debido los ojos en lo que estamos haciendo o mirando que lo que no deberíamos.

Si no les mentiré, miraba sus piernas perfectas, mientras ella hablaba con mi mujer.

Yo no podía concentrarme en lo que hacía puesto que no quitaba la mirada de sus piernas verdaderamente eran perfectas desde el Angulo que las apreciaba, ese día traía un falda corta, y sus piernas cruzadas permitían ver prácticamente todas sus piernas.

Nunca me percate, hasta que me di cuenta que llevaba mucho tiempo allí en el mismo lugar que ella me había estado mirando, por esas cosas de la vida las mujeres parecen tener un don especial para contemplarlo todo con disimulo y sin que se le mueva ni siquiera un pelo.

A todo esto, no sé porque cuestión, supongo que en aquel momento algún pensamiento sucio curso por mi cabeza y claro esa cuestión también se trasladó a otra parte de mi cuerpo que dejo notar justamente eso que miraba y además pensaba.

Toda la escena fue interrumpida cuando Raquel se llevó la mano a la boca tapándosela para reírse, fue justamente ahí cuando note que de reojo me miraba, y además note que otra cosa me estaba pasando a mí que llevaba puesto un short corto un tanto ajustado que no dudo en dejar notar la erección que tenía, entonces rápidamente comprendí la actitud de Raquel y la de su sonrisa picarona.

Sentí mucha vergüenza, yo había sido su docente, como me podría haber pasado eso, justo a mí, como volvería a mirarla a la cara, ella habiendo notado lo que había ocurrido, dejar liberado esos pensamientos justo en esos momentos, y además la reacción. Fue todo tan vergonzoso.

Por un tiempo esquive la mirada de Raquel, y la esquivaba también a ella, por vergüenza, me había excitado con las largas y esbeltas piernas de una exalumna, imperdonable para mí. Nunca imagine que me pasaría, Dios pensé que me tomaría por un maldito viejo baboso. O al menos así me sentía, por toda aquella situación.

Pasaron los días, solía llevar a mi mujer a trabajar tres veces a la semana, ella y traer en auto la rutina. Ella trabajaba mientras yo quedaba en casa ocupándome siempre de algo que tenía que hacer.

Fue justamente hoy dos semanas de que ocurrió, un hecho que la verdad me tomaría enteramente por sorpresa, después de llevar a mi mujer a trabajar, volví y me dispuse a lavar un poco el auto y a revisarlo de la parte de abajo, metiéndome abajo, boca arriba mirando un poco el estado general del vehículo, y fue en ese entonces que algo me tomo por sorpresa, la puerta de la cochera de repente se empezó a cerrar, mire para los costados me percate de unos pies que se dirigían hacia mí, a paso lento y con vos suave me dijo:

– ¡Epa! ¡Apuesto a que te asustaste al sentir que se cerraba la puerta!

Muerto de la vergüenza por aun no poder mirarla a la cara, reconocí la voz de Raquel, a la que secamente le dije Raquel:

– ¡Raquel! ¿Qué te trae por aquí?, Pilu (mi mujer) ¡Está trabajando! regresa después de las 15 h.

Lentamente sentía como sus pasos se acercaban a mí, podía ver partes de su piernas, y sentí de nuevo esa sensación, vergonzosa, de que todo terminaría igual que la última vez en la escalera, y comenzaba a salirse de control ante una nueva erección, y atine a ponerme u poco de costado, para evitar que mis pantalones cortos me delataran nuevamente.

Llego hasta mí, se puso en cuclillas, yo no miraba, solo pude intuirlo de reojo pude percibir su rodillas aparecer ante el campo de mi visión, mas no miraba, sentía que esto terminaría mal. Y seguí callado y ella en cuclillas al lado mío, un silencio un tanto extraño se produjo, mientras yo movía mis piernas e intentaba prácticamente meterme bajo del auto, de lo excitado que estaba. Sentía otra vez una vergüenza que no puedo describir y ella ahí ante mi…

Como un estúpido solo atine a preguntar.

– ¿Qué haces Raquelita?

Dios nunca me sentí tan estúpido en mi vida, que pregunta estúpida, porque será que hay personas que no sabemos cómo manejar ciertas situaciones.

Ella se arrodillo y prácticamente a la altura del piso mostrando su carita jovial solo me dijo.

– ¡Qué tal, todo Bien, profe! ¿Todo bien?

– ¡Si! Le respondí.

– ¿vos? Pregunte nuevamente lo mismo.

– ¡bien! Me respondió, acto seguido…

Las mujeres suelen ser persuasivas y además muy astutas, lo descubrí justo ese día, si ya se digamos que a los 40’s soy medio caído del catre, o que se yo, será porque simplemente solo quería mantener las antiguas formas, estipuladas y ya caducas de Estudiante – Profesor.

Pero… Raquel al parecer tenía otros planes.

Me dijo en ese mismo instante algo que debo confesarles que lejos, de aumentar mi vergüenza, además profundizo mi excitación.

– ¡se lo bien parado! ¿NO?

Sentía que estallaría o que se saldría por un costado del pantalón, como hacer para disimular la situación…

– ¡si! Le conteste.

– A pesar de sus años, se conserva bastante bien.

A lo que ello solo retruco.

– y Profe, las cosas muchas veces se parecen a sus dueños. Y continúo.

– ¡Se ven muy bien!

– ¡más desde cierta perspectiva privilegiada digamos!

A todo esto yo había vuelto la cara para mirarla, ella estaba arrodillada cerca de mi mirándome fijamente, apoyada en sus antebrazos, pude ver como sus pechos se dibujaban por el escote de su remera, eso me puso aun peor.

– ¡Vamos me dijo!

– ¿Cómo viene esta bestia con el rendimiento? Pregunto con una mueca de sonrisa burlona.

A los que solo le respondí, con otra mueca, diciéndole…

– Y a pesar de los años, ¡no me puedo quejar! Funciona… ¡y funciona bien!

¡Trágame tierra! ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy diciendo? pesaba para mis adentro… no colaboro en nada para evitar esta situación aunque no sé si verdaderamente la quería, la cabeza me decía que ¡NO!, mas mi entrepierna, no decía lo mismo.

– ¡Humm! Exclamo, mientras su mirada se mantenía fija en mí, me dijo.

– ¡Seria lindo probarla! Aunque sea un poquito, ¡me gusta lo que veo! Con una sonrisa en sus carnosos y rosados labios, me guiñaba un ojo, con eso la muy picarona estaba diciéndolo todo.

– ¿Qué parte es esa? Me pregunto señalando algo que por la incomodidad no podía ver.

Cuando voltee para ver que señalaba me tuve que poner de frente prácticamente boca arriba, buscando un poco lo que me señalaba.

Fue en ese preciso instante cuando sentí su mano deslizarse por debajo de mis pantalones cortos y sacándome el miembro por un costado, comenzó a sobarlo, volví la mirada, y pude ver su rostro a la altura de mi miembro y exclamo.

– ¡solo una probadita Profe! En ese preciso instante pude ver como sus labios carnosos y lengua se envolvían a mi miembro que parecía a punto de estallar, chupándolo todo frenesí.

Yo, solo me limite a ver esa escena, que no podía creer que estaba ocurriendo ante mis ojos, ella fuertemente aferrada a mi miembro chupándola descontroladamente sin ningún temor o vergüenza, incluso la muy zorra me miraba y me guiñaba un ojo.

– ¡Harás que me venga pronto! Le dije…

Y sin importarle redoblando la apuesta, continuo chupándolo sin importarle nada me masturbaba.

De repente sentí que no podía contenerlo más, y lo solté, solté todo el semen, a lo que ella solo atino a recibirlo en su boca y seguir chupándolo sin problema alguno.

Se lo trago a todo, y no dejaba de chuparlo y masturbarme.

– ¡hum! ¡Excelente! Exclamo… realmente excelente, lo frotaba como pidiéndole que reaccione una vez más.

De repente lo soltó, se irguió, se sacó la remera, dejando al descubierto sus dos grandes senos, llevo sus pechos hasta mi miembro frotando mi aun hinchado glande en sus pezones. Intente zafarme se la posición en la que estaba ella lo noto y me dejo salir.

La tenia frente a mi sin remera con una sonrisa picarona insinuadme que ya que había dado el primer paso, que podíamos continuar.

Lleve mi boca a sus enormes tetas, y la chupe mientras ella se aferraba a mi cabeza y me ofrecía sus pechos para gozarlos. Lleve mis manos a sus caderas, acariciando suavemente sus muslos por entre su corta pollera, mientras no dejaba de chupar esas par de tetas enormes y ella ofreciéndolo para que lo goce como quiera y cuanto quiera.

Me levante ella aún permanecía en el piso de rodillas ante mí, yo con el miembro afuera, ella volvió a aferrarse a mi miembro con su boca, y a chuparlo desenfrenadamente, mientras no dejaba de mirarme, mantuvo siempre la mirada fija a mis ojos.

Cuando sentí que volvía la erección, la incorpore, esta vez la tome de sus caderas, note que no traía ropa interior debajo de su pollera, la lleve al frente del auto, la recline sobre el capo del auto, y levantando sus piernas las abrí de par de par y lleve mi boca a su vulva, chupándola toda y disfrutando más de todos sus jugos que chorreaban hace rato de la excitación.

Yo enajenado con su jugos y pliegues, sentía que tenía en mi boca un manjar único, jugoso y de un sabor indescriptible, les confieso les chupe hasta el culo, y ello solo se aferraba a mi cabeza como queriendo que no saliera de ahí ni por un instante, solo sentía que sus jugos brotaban y brotaban, a lo que supuse que serían intensos orgasmos por su movimientos compulsivos y gemidos.

Y yo no quería soltarla, seguí aferrado y enajenado con aquella jugosa vulva que en mi vida había visto, era perfecta, jugosa de labios firmes y rosados, sus jugos de un sabor indescriptible, debo confesarles en mi vida disfruté tanto de chupar una concha, no había visto en mi vida algo igual en su forma y sabor y además que lo disfrutara tanto.

La incorpore trayéndola a mi tenía mi miembro listo, le di media vuelta, ella abrí sus piernas y empino su culo, ofreciéndolo todo, entonces con mi miembro rosando los pliegues de su mojada vulva, atine a su orificio vaginal y empecé a darle duro, mientras ella acompañan con meneos de sus caderas y gemidos que lo único que hacían eran excitarme más y más…

Sentía que me vendría.

– ¡Le dije creo que me vengo de nuevo!

– Ella solo dijo, ¡Métemela toda, es seguro! ¡Dame todo adentro!

En ese momento envestí un par de veces mientras sentía que todo salió, aferrándome fuerte a sus caderas, no quería soltarla, seguía moviéndome y moviéndome… que polvo magnifico, ella seguí meneando sus caderas.

Se incorporó, me hizo hacia atrás, y me dijo, ¡Gracias fue excelente la probada!

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