Saltar al contenido

Saciando mis instintos

Hola soy Kari, una mujer casada de unos 36 años, alta de 1, 70 delgada, de medidas generosa para mi edad, bien conservada, la verdad es que al no haber tenido hijos, el paso del tiempo, se hizo mucho más fácil, para mí en lo que concierne a conservar la figura, casada ya hace unos diez años, con un hombre apuesto, profesional, y de buenos ingresos, ex-compañeros de trabajo, lo tengo todo, una vida, casa, autos, lujos, dinero.

Ciertamente no podría quejarme de nada, o al menos eso creí, hasta que todo mi mundo se vio dado vueltas, por lo que yo llamaría otras realidades, que son ajenas a mí.

No es que me esté quejando, no se debe leer así, bajo ningún punto de vista, simplemente, expongo otras cosas que me ocurrieron, y es que al venir de una familia tradicionalmente conservadora, todo lo sexual y lo que ello implica es y fue un verdadero tabú, en esa materia.

Nunca supe, que existían dos clases de hombres, lo de sangre, y los de carne, y esto lo aprendí no hace mucho, cuando mi curiosidad, no pudo más y empecé a investigar, mis amigas hablaban de esas cuestiones, más yo siempre me mantenía imparcial en cuanto a esos temas, no soy de darme a ese tipi de cosas que me parecen más reservadas a cuestiones meramente carnales, no obstante.

En una oportunidad que tuve de quedarme a solas con una de esas amigas, Leticia, pude de alguna manera evacuar algunas dudas de manera indirecta sobre eso que tanto hablaban, que era el miembro masculino, y su tamaño, todo comenzó cuando a raíz de que esperábamos nos pasaran a buscar, una que ya se había retirado, mando una foto de un hombre moreno muy bien dotado, las carcajadas, comenzaron a salir espontáneamente, por la divertidas situación de esa foto.

A lo que los comentarios fueron surgiendo naturalmente, y ella (Leticia) sin vergüenza alguna, me pregunto, ¿cómo hacia yo para sobrellevar mi vida matrimonial? ¿Si las cosas no estaban desgastadas? Si mi marido debía acudir a la píldora para poder tener relaciones, a lo que yo le respondía, acto seguido, lo que no podía ser de otra manera, apareció su lado jactancioso de mujer, a donde presumía las virtudes de su marido, y que no la dejaba en paz, a pesar de los años transcurridos de casados, pero que aun así, estaba cansada siempre de la misma lechuga.

Todo se vio cortado, cuando bocinazos de por medio, llamadas telefónicas de Amor llamando, tuvimos que despedirnos para continuar nuestras vidas y rutinas. Claro no sin antes haber sembrado en mi grandes dudas sobre mi existencia y mi vida matrimonial, dudas que en mis tiempos de soledad, buscaría evacuar a como dé lugar.

Fue así, que estando sola en casa, con mi marido trabajando, en mi portátil, me dispondría a empezar a husmear más a fondo en esta cuestión, comencé, por visitar algunos sitios que siempre sugerían las arpías de mis amigas, cuando entre, por primera vez, debo confesar que solo la portada me causo sentimientos de toda naturaleza, un hombre desnudo, apenas tapado con una diminuta toalla de manos en su parte íntima, mostraba un miembro descomunal, al adentrarme más y más en ese universo nuevo para mí, más y más exploraba y mis sentidos, más y más afectados y alterados, por lo que veía, hasta ese día no sabía lo que era la masturbación femenina.

Es que literalmente, desee tener algo así al menos por una vez, y es que el pobre de mi marido aunque guapo y trabajador, tenía todo lo opuesto a esos hombres, tenía un pene que se estiraba con las erecciones, porque era un pene de sangre, ¡vamos suerte la mía!.. Eso la verdad que llego a quitarme el sueño.

Muchas cosas me cuestionaba a esa altura de mi vida, y los interrogantes, solo aparecían una y otra vez…

Hasta que un buen día, ya un tanto olvidada del asunto, paso que mi marido había salido a un viaje de negocio, en una provincia vecina, tardaría unos días el volver, entre cenas empresariales y presentaciones de productos, yo me la pasaba sola entre mis cosas preparando cosas para mi trabajo, era muy de temprano en la mañana, y note lo sucio que estaba todo, y me dispuse a limpiar, en una casa amplia con mascotas, vehículos, todo la verdad que sin el mantenimiento necesario pronto parecería un sitio baldío, más que un hogar. Hasta ahí todo estaba bien el día despuntaba y tenía prácticamente todo limpio, como es de costumbre por estas latitudes, el andar ligero de ropas es lo normal, más cuando se anda de “entre casa”. Y cuando me disponía a limpiar el garaje, fue a donde ocurrió todo, y digamos que después de tan largo preámbulo, puedo ahora si describir mi experiencia con más detalle.

Lo que ocurrió creo que la verdad hoy me lo pregunto, parece sacado de una película porno, nunca imagine tal situación, vivirla a mi edad menos.

Ahora vamos, que es que mientras limpiaba, el garaje, barrer y levantar la tierra y hojas amontonadas, que el viento generosamente había desperdigado por el lugar, fui interrumpida por una vos que en un principio, no supe bien de donde venía y solo atine a mirar para afuera, como de alguna manera pesando que el interlocutor allí estaría parado, y sí que estaría parado, un hombre más joven que yo, de unos veinte y pico de años, que tenía sus ojos rojos y desorientado, de buen aspecto pero claro a simple vista lo único que se podía apreciar de ese pobre hombre y su condición era más bien el estado en el que estaba, que no lograba dilucidar si era de embriagues o adicción, apoyado en la puerta, mirando fijamente sin poder articular muchas frases, me pedía por favor que si le podria dar un vaso de agua, (un vaso de agua, no se le niega a nadie) que realmente lo necesitaba, a lo que le dije que si por supuesto que me esperase un momento iría adentro y se lo traería.

Entre dándole la espalda, ante su mirada atenta, luego me di cuenta a donde se había centrado, porque fue más que evidente (en la forma de mis nalgas, que la corta pollera dibujaba a la perfección).

Y cuando volví salí como mirando lo que falta hacer sin percatarme que mientras el recibía el vaso de agua tenía su mano en su entrepierna, no preste atención a lo que hacía, más bien estaba concentrada en lo que debía de hacer o mejor dicho me faltaba por hacer, pero claro, en un instante, note que movía su mano y como quien mira, no pude evitar observa mientras tomaba su agua al mismo tiempo se masturban con su mirada puesta en mis enormes pechos sin sostén solo cubiertos por mi apretada musculosa que marcaba generosamente mis pezones.

Mi mirada de asombro entre lo que ocurría, y lo que veía, y como este sujeto agitaba sus partes, nada pequeñas por así decirlo, puesto que sobresalían bastante de su pantalón, y sobaba de manera constante sin interrumpir su procesión. Fue de esos instantes a donde a uno se le paraliza el tiempo, ante una escena determinada, ver aquello, de como él, tratando de ver el vaso del agua mientras sobaba su miembro produjo un conjunto de cosas que a decir verdad no sé cómo describirlas, por un lado la situación que pendía entre lo cómico y absurdo, asqueroso, de un degenerado, y por la otra la del sentimiento encontrado en ver una escena de esa naturaleza gratis y a pleno luz del día en aquel apartado lugar de la ciudad, a donde el vecino más próximo estaba a una tres cuadras de distancia, más que nada por la características propias de los terrenos que allí tienen las familias.

Pero…

Repito, el tiempo se detuvo, para mí, estaba como petrificada a un metro u medio de aquel tipo que no dejaba de masturbarse y agitaba su gran miembro de un lado a otro, y de repente…

¡Zas!… pude notar como brotaba a borbotones todo el semen como a metro y medio de extensión, ¿que como lo sé?, fácil, todo su fluido llego hasta mis piernas descubiertas mojándolas todas, podía sentir lo caliente y espeso de sus fluidos corres lentamente por mi pierna, mientras esgrimía una sonrisa de placer y balbuceaba una incoherencia que más tarde dilucidaría de que se tratarían.

Sobrevino un silencio por unos momentos, el afirmo su aun erecto miembro, sobre la reja, y me dijo abrí la puerta, aún tengo más si quieres, te vi con esa pollera cortita y me volví loco, sé que no llevas ropa interior, no te diste cuenta, pero te agachaste a juntar unos papeles y pude ver todo, por eso me existe tanto, que no pude contenerme, además tu musculosa apretada esas tetas son impresionante, puedo ver tus pezones, son hermosos, ¿ya te viste? Me pregunto. A lo que atine a ver mis pechos y si efectivamente mis pezones sobresalían por entre mi delgada musculosa, no dejando oculto nada de mi condición, la verdad, que ante esa escena, debía confesarlo, me había excitado todo, y no sabía qué hacer.

Abrí la puerta y juguemos un rato, vamos. Me dijo. No sabía qué hacer, no sabía que decir, solo veía su expresión y su miembro que aun palpitaba, mientras comencé a sentir que algo escurría por entre mi entrepierna, sin saber bien que estaba sucediendo. Solo le dije que no. Que dejara de molestar y que se retirara. A lo que me di la vuelta y solo me dirijo adentro de la casa entre ofuscada por toda la situación y perturbada por la escena pornográfica que había presenciado.

Salí al rato, ya se había retirado. (El vaso vacío yacía al lado de la puerta) Solo quedaba los chorros y goterones de semen desparramados en el piso que atine a hacer corres por medio de agua y los instrumentos de limpieza, el día avanzaba tranquilo, sin muchas cosas por hacer, ya estaban hechas desde temprano, solo debía relajarme y volver a mi rutina de vida. (Tratar de sacarme de la cabeza lo que había presenciado, que había causado además tantas cosas en mi). Cuando sonó el teléfono, era mi marido diciéndome que el viaje se había acortado y que regresaría a casa más pronto de lo que pensaba, a lo que le dije que bueno que pasase por algunas cosas a la tienda para aprovisionar la casa, comida, artículos de limpieza y algunas más.

Fue ahí que sentí sonar el timbre, y asomándome por la ventana desde arriba, pude ver que alguien con persistencia llamaba a la puerta de entrada. Me despedí de mi marido, y me dispuse a salir a atenderlo, no sin antes calzarme la bata, no quería más sorpresas como la de esta mañana.

Cuando salí, me acerqué a la puerta y pregunte que necesitaba, el hombre era un hombre medianamente joven con gorra, no se le distinguía muy bien la cara, traía consigo instrumentos de limpieza de piscina, me dijo que era el encargado de hacerle el servicio a la piscina, y que mi marido antes de irse le había pedido un turno para llevar adelante la limpieza de la misma. No me había dicho nada, pero si había notado que le hacía falta un servicio. A lo que le abrí la puerta y lo acompañe hasta donde estaba la piscina. Lo vi familiar pero no recale en ese detalle, ni por su ropa, ni por su expresión, o por la gorra, solo le atine a decir, que lo haga que en un rato estaría de vuelta que debía hacer unas cosas adentro, que pronto regresaría con su dinero. Y continúe, el solo asintió con la cabeza y comenzó el trabajo. Entre a la casa, me deshice de la bata molesta, y acoto seguí me di con el gusto de hacerme un licuado prender la tele y ver atentamente lo que ocurría en ella, me recline de codo en la isla de mesada cruzando mis piernas, no sé cómo fue, la verdad es que aún me pregunto cómo ocurrió, que fue es ese momento en el que sentí una mano en mi espalda, a la altura de mi hombro, una en mi cadera, y la mano que estaba en mi espalda ante el susto que me di, llego a mi cuello, diciéndome que haga silencio, que coopere que nade me ocurriría de malo si cooperaba, a todo esto pude sentir por donde venía la cosa porque note como algo caliente entraba entre mis piernas frotándome las partes íntimas sin penetrarme aun, mientras decía entre balbuceos, mi amor… mamita que rico culo… entonces recordé y comprendí además de darme cuenta de quien tenía a mis espaldas.

Estaba petrificada, más cuando puede notar la tremenda herramienta entre mis piernas… que hacer en ese momento.

El problema de fondo en todo esto fue que me éxito y el tipo lo noto. Porque pronto estaba mojada y su pene al surcar mi vulva producía un placer inigualable, no podía ni siquiera disimularlo, tanto fue la excitación que tenía y tanto lo que me había mojado, que no sé como pero sentía que hasta le paraba la cola para que haga lo que quiera, sin resistirme, creo que el entendió el mensaje, me soltó a lo que yo solo me di la vuelta, no pude verle el rostro, por la gorra, y con su mano en mi hombro solo atino a agacharme, y decirme, si quieres ver quien soy tendrás que ganártelo, podes empezar mirando desde abajo, mientras me agachaba en dirección a su miembro, cuando me encontré cara a cara con lo que podría describir en pocas palabras, como… “un monumento a la chota” él muy hijo de puta tenía un miembro que parecía una escultura de Miguel Ángel, era una cosa firme, grande, curvada a uno de sus lados, con un glande que resplandecía de color rosado, no lo negare, debo confesarlo, mi vagina babeaba y no era la única, quería engullir tremenda banana con mi boca, y lo peor de todo es que sentía que podía darle riendas sueltas, se los juro, no les miento, mi boca babeaba, ante la oportunidad…

La verdad no me lo prive, lo deseaba, y me lo engullí embistiéndolo una y otra y otra vez como quien tenía hambre, cuando me soltó, solo atine a aferrarme a su miembro con ambas manos, mientras saciaba mis más bajos instintos y deseos carnales, no me prive de nada, estaba fascinada, y el solo miraba atónito la escena sacada solo de sus fantasías, ante cada embestida de mi boca a su miembro soltaba un gemido, de placer que sentía que lo único que hacía era encenderme más y más, cuando de repente, pude sentir su descarga, toda en mi boca, no me lo prive, no me prive ni de una gota de toda su descarga, me bebí hasta la última gota, de su leche y luego seguí, seguí, y seguí hasta limpiar todo con mis labios y lengua, estaba extasiada por semejante miembro, a lo que de reojo mirándolo a los ojos podía ver la cara de disfrute y sorpresa que tenía, mientras repetía ¡Si mi amor! ¡Así se hace, todo, bien limpio déjalo!

A todo esto una de mis manos ya había descendido a mis partes íntimas, en cuclillas con mis piernas abiertas masturbándome yo mientras me comía semejante banana, deliciosa, debo de decirles, que no quería que se termine, no paraba y aprovechaba cada segundo, para con mi boca saborear aquel delicioso manjar que se me había presentado ante mí.

Toda las escena fue interrumpida ante un pregunta contundente, estas lista, vamos a lo que sigue, levantándome y trayéndome a él, se aferró fuerte a mis caderas y me dio la vuelta, me devolvió a la posición en la que me había encontrado, nada más que esta vez tenia mis piernas bien abiertas, y mi culo ofreciéndolo para que sea aprovechado como él quisiera, me puso su verga entre las nalgas y comencé a frotársela con mi culo, subiendo y bajando, mientras me decía, ¡si putita así!

Luego solo sentí, que lo puso en la entrada y empezó a jugar en mi vulva mientras sentía como si miembro se mojaba con mis jugos, se detuvo, se inclinó y sentí su boca chupándome toda, incluso paso su lengua por mi culo, cosa que no sabía que podía darme tanto placer, pude sentir todo como daba vueltas y vueltas de la excitación, sin mentirles, creo que ya llevaba acabando entre orgasmo y orgasmo no sé cuántas veces de la excitación que tenía.

Volvió a incorporarse, mas esta vez, si para concretar aquello que tanto deseaba, ser penetrada por aquel descomunal miembro y sentir como llenaba todo mi ser. A lo que solo atine a relajarme para recibir todo aquello que realmente deseaba, y embistió, embistió, embistió, y sentía como volvía en envestir sin descanso, dándome realmente un placer indescriptible, un placer que nunca había sentido, que no imaginaba que podría llegar a sentirlo, mi cabeza daba vueltas y vueltas mientras dejaba que hiciera lo que quiera, me daba nalgadas que me encendían más y más, me metía su dedo en el culo y realmente me hacía gemir de placer, agarraba por mi espalda mi cabello, cabalgándome como una yegua salvaje, una y otra vez y no me resistí en lo más mínimo, solo atine a soltarme y gozar…

Gozar… todo lo que ofrecía, sin ninguna reserva… cuando de repente sentí como sus jugos invadían todo mi interior y estallaba en un gemido de placer al cual debo también decirle que fue en forma conjunta, también estalle en un orgasmo que jamás imagine tener…

No se detuvo, me dio la vuelta, me levanto abriéndome las piernas y dejando expuesto ante su aun erecto miembro toda mi concha enlechada por sus jugos, puse mis codos en jarra para afirmarme sobre la mesada, mientras el atravesó sus brazos, poniendo una pierna en cada uno de ellos, para solo abrirme de par en par y dejarme totalmente expuesta, cosa que me éxito, al máximo, insinuó, con el movimiento de su pene querer mi culo, a lo que le respondí con movimientos de mi firme trasero, y gemidos, pero nuevamente envistió por adelante metiéndolo una vez más hasta el fondo entrando y saliendo frenéticamente mientras repetía una y otras vez ¡mi amor!, ¡mi amor!, ¡mi amor!

Entre gemidos pude sentir como crecía adentro nuevamente para explotar nuevamente, y con ello tambíen pude sentir como mis sentido se alteraban una vez más ante un inminente orgasmo en forma conjunta… y ¡zas!… allí estaba nuevamente esas sanciones y las palpitaciones de aquel miembro dentro de mi vulva, parecía que la partirían, mientras no dejaba de embestir con fuerza, mientras descargaba, como aprovechando cada segundo, de aquella monumental cogida.

En su cara solo se percibía placer…

Después de ese último orgasmo, solo atine a bajar de mi incomoda pero placentera posición, y lo empuje al sillón a donde callo sentado, me arrodille ante él, y empecé a chupárselo nuevamente, esperando que nuevamente adquiriera la erección que había casi perdido, pero me arme de paciencia, y continúe, ahí fue que me di cuenta cuanto me gustaba el sexo oral, y cuanto estaba disfrutando, de aquel hombre de miembro generoso, me lo comí todo, como yo quise, de punta a punta, de una sola engullida, (habilidad que no sabía que poseía) jugaba con sus grandes y peludas bolas, me las metía a mi boca masajeando aquel delicioso manjar, cruzábamos mirada, mientras él se retorcía de placer y yo ante cada engullida sentía como si estuviera recreando en momento previo a donde me había clavado toda con tanto placer, que en un momento cerré mis ojos y con su miembro en mi boca me vine, sin ninguna vergüenza, el noto mi orgasmo y su miembro una vez más respondía el llamado de esta perra sucia en celos…

Entonces se incorporó una vez más con su miembro al palo, me levanto, me puso a cuatro patas en el sillón, con mi torso reposado en el respaldar y solo atine a ofrecerle aquello que era lo único que aún no había tomado de mí, y que si quería, lo utilice, mi culo, le moví mi culo en señal de que lo poseyera, a lo que el entendió el mensaje y me chupo el culo, paso su lengua por mi ano una y otra vez, haciendo que mi ano se dilate para poder recibirle, juego previo de su glande y mi ajustada pero deseosa y ardiente argolla de mi trasero, comenzó a entrar despacio con movimientos firmes y cortos, este tipo era un verdadero profesional y sabia como hacer sentir placer a una mujer…

Podía sentir como mi culo se derretía de placer, ante embates y sus palabras, diciéndome ¿te gusta por el culo? Mi ano estaba totalmente dilatado y podía sentir como la metía a toda, una y otra y otra vez, la tenía bien enfundada hasta lo más profundo, y hacía de mi culo una verdadera fiesta, mientras los jugos de mi vulva chorreaban de manera incesante, se aferraba a mis enormes pechos y me decía ¡que hermosa mujer!, ¡que hermosa! Y entraba una y otra vez, y el placer ante cada arremetida se multiplicaba, pude sentir la firmeza de su miembro en mi argolla además del calor que este despedía y como ante cada metida se ponía más y más tenso, ayudado por mis gemidos de placer y mis palabras que le repetían una y otra vez ¡sí!, ¡sí”, ¡cógeme!, ¡cógeme como a una perra!, ¡culeame!… ¡culeame!… y podía sentir como sus enormes bolas golpeaban mi mojada vulva… y me excitaba aún más, cuando con una mano me agarraba del pelo, aferrándose a mí, y con la otra manoseaba mis tetas, y de repente ¡zas!.. Otra vez, ahí estaba llenando mis tripas de abundante leche… mientras yo tambíen me corría mojando sus bolas, que manoseaba frotándolas frenéticamente con mi vulva y mi mano entre mis piernas…

No sé, no puedo describirle cuan mujer me sentían ante aquel extraño, debós confesarle que fue tanto que lo disfrute, que hasta hoy seguimos viéndonos el aquel ritual de la limpieza de la pileta, cada vez que mi marido sale por negocios y a escondidas, y siempre es lo mismo. Solo puedo sentir un placer indescriptible.

Deja un comentario