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Terminé en el cuarto desnudo ante mi suegra (Parte 2)

-¿Qué haces Andrés? –me dijo mi suegra mirando como goteaba semen en su camisa, se movió un poco esperando que no le goteara más, pero algo me sucedía, mi calentura aún seguía y más viendo su rostro desconcertada mirando mi verga que no se había bajado ni un poco, seguía tiesa– que me digas, ¿Qué sucede Andrés, que es esto por dios?

-Lo que ves suegrita y es mejor que si no quieres que siga goteando en la cama mi semen, acércate y límpiala con tu lengüita –no sé qué me sucedía, si ella se iba y contaba a mi esposa, estaba perdido, no podía hacer más que continuar y embarrarla completamente o mejorar la situación– que te acerques y limpies suegrita –acerqué mi pelvis más hacia ella.

Mi suegra no dejaba de verme a la cara y luego ver mi verga tiesa, pasaba saliva, sentía que ella disfrutaba de esto. Noté que llevó su mano a su vagina tan rica que se veía antes, y se tocó, como si hubiese sentido que mojó, así que llevé mi mano atrás de su cabeza, tomándola del cabella y mirándola con furia.

-No dirás nada, ¿entendiste suegrita? Solo límpiame la verga, abre esa boquita que bien sabes usar y úsala para algo bueno, sé que hace rato no pruebas macho y debes estar caliente también –le dije mientras ella se resistía un poco, pero no gritaba y no hacía nada más que verme, parecía indecisa, así que la cacheteé– reacciona perrita –esas palabras cayeron como anillo al dedo y mi suegra sin dar respiro a lo que dije, se lanzó sobre mi verga, sacando la lengua, tomando con su mano mi verga y la lamió desde la base hasta la punta, sus manos temblaban un poco, parecía nerviosa– te gusta suegra?

Ella solo pasó saliva o mi semen quiero decir, y asintió con la cabeza, ya sabía que disfrutaba de mi verga en su boca. Lo lamía increíble, sentía toda mi verga húmeda por su garganta profunda y su lengua moviéndose dentro de su boca saboreando mi pene que se ponía más tieso. Ella mordió la punta de mi verga, yo estaba mirando hacia arriba disfrutando de semejante mamada y al sentir sus dientes en mi verga, bajé la mirada y mis ojos se abrieron demasiado, era algo que no había sentido, fue doloroso pero muy rico sentir sus dientes en mi pene y más cuando la vi, ella sonreía con mi verga en su boca.

-Wow suegrita, que sorpresas me das, debes enseñarle a tu hija –le dije mientras ella me acariciaba las bolas y me hacía temblar las piernas.

-No hables de mi hija –me dijo y sus manos apretaron mis bolas, ella subió lentamente lamiendo mi estómago, pasó por mi pecho y llegó al cuello, lo mordió.

-Cuidado suegrita, su hija lo puede ver y enterarse que estuve con alguien.

-Ese es tu problema, no mío, ¿o le vas a decir que fui yo quien lo hizo? –ella se reía mientras lo hacía, sabía que no podía dejarme hacer tal cosa, pero mi calentura y las ganas que tenía me cegaban y dejaba que ella usara sus dientes y lengua como deseara.

Así que la empujé a la cama fuerte, ella me miro con tantos ojos de deseo que hacían que de alguna manera me encendiera más y más cuando se quitó su bata manchada por mi semen. No llevaba brasier debajo, así que vi sus hermosas y grandes tetas, rosaditas, algo caídas pero no dejaban de ser increíbles, ella las abrazaba como queriendo levantarlas y sí que lograba verse mejor, caminé alrededor de la cama haciéndome en los pies de ella para mirarla de frente.

-¿Me deseas yerno? –me dijo abriendo sus piernas, dejando ver ese bulto tan sabroso que era su vagina.

Salté sobre la cama y tomé sus pies, los llevé a mi boca y lamí sus dedos, ella gimió, así que seguí lamiendo su pie, pasé por su tobillo y seguí subiendo como perro oliendo a su presa, seguía lamiendo y sus gemidos eran suaves pero profundos, ahora eran sus piernas la que temblaban, así que fui dando mordidas y le quité su calzón, lo olí y cerré mis ojos, olía increíblemente deliciosos.

-Eres un pervertido Andresito.

-Soy un animal.

Le dije yendo directamente a su concha, a mi presa, que delicia y carnudita era, suave y jugosa, mojaba increíblemente, mi lengua de arriba abajo en su clítoris hacía que se sacudiera toda, ya mi suegra no estaba tranquila, ya saltaba de emoción, parecía que en años no le comían la vagina, así que pensar en eso me excitaba más, mi lengua sacudía su vagina y ella se tambaleaba toda, el desespero hacía que no supiera de donde tomarse, agarraba las sabanas, tomaba el marco de la cama, pero no dejaba sus manos quietas, yo estaba feliz oyéndola y comiendo semejante vagina que me hacía delirar más.

-Oh por dios papi –me dijo mi suegra muy excitada y oírla así me elevaba aún más a mí, sabía que disfrutaba igual o más que yo.

Así que llevé mi mano a su vagina, teníamos toda la tarde para nosotros y toda la noche, así que mi verga disfrutaría más tarde. Llevé mi mano y metí dos dedos, a lo que ella pareció no sentir mucho, solo cerró los ojos disfrutando pero yo quería ver su rostro más entregado a mí, así que metí tres y cuatro dedos, parecía que la mano me cabía completa en semejante vagina tan rica, ella me miró y yo la miré deteniéndome, subiendo su calor y desespero porque yo no hacía nada, era algo que me gustaba hacer, hacerlas sentir necesitadas de mí, mi suegra me miró abriendo sus ojos tanto que parecía que iban a estallar.

-¡hazlo, Hazlo! –Gritaba desesperada– hazlo por favor papi, hazme feliz y me entregaré completamente a ti cuando gustes –tremendas palabras tuvieron efecto inmediato.

-prepárate suegrita.

Comencé a lamerle el clítoris mientras mi mano se movía dentro suyo, con mis dedos sacudía sus paredes vaginales, extendía mi mano con mis dedos dentro y luego doblaba mis dedos hacia mí, haciendo que gimiera tan fuerte y tan rico que sus ojos se desvanecían en semejante masturbación que le hacía, colocaba mi mano en su vientre haciendo presión para que sintiera más mi mano adentro de ella y comencé a moverla más rápido, sus piernas enloquecidas se cerraban y abrían, me abrazaba mi cabeza con sus piernas empujando mi cabeza hacia su clítoris, mi manó dejó de empujar su vientre y mientras seguía moviendo mi mano dentro suyo, con la otra le jalaba los pezones, a lo que me tomó con sus manos la mía y la llevó a su boca y comenzó a lamerme mis dedos, a morderlos del desespero, su respiración era muy agitada.

-Siento que me voy a orinar, para por favor –solo me reí, eso quería decir que hacía todo extraordinariamente bien, ella se desesperaba más.

-Tranquila suegrita, no me importa –mientras seguí moviendo mi mano.

-Por favor, por favor, detente –parecía ser que nunca había tenido esa sensación, y era lo mejor que me había sucedido, me encantaba ver a mi esposa eyacular de esa manera y al parecer mi suegrita lo podía hacer pero no lo había sentido antes, así que sabía que debía seguir, mi esposa hacía lo que llamaban squirt, claro que no como en los videos porno que veía, pero era algo que me excitaba demasiado.

Acerqué mi cabeza a sus tetas y comencé a chupárselas, mi suegra más desesperada, cada vez más.

-Déjate llevar suegrita, disfrutarás, no me importa que me orines como dices, hazlo, entendiste! –ella aprecia seguir todas mis órdenes, nada me detenía.

-Ya casi papi, ya casi –bajé mi cabeza lamiendo su clítoris y moviendo más rápido la mano y en un grito de ella como si fuera a morir, sentí en mi rostro y en mi pecho sus líquidos– dios, por dios –decía mi suegra sacudiéndose completamente, parecía estar llorando, se tapaba la boca para que no oyera sus gritos.

-Grita suegra –le dije mientras disfrutaba de sus delicias en mi cuerpo.

-Ahhh dios, maldito, puto, que delicioso eres mi papi –me encantaba oír groserías y ser quien la provocara, mi suegra tomaba abría sus brazos y se tomaba de lo que podía, como si la crucificará en un acto sexual, la cama estaba empapada y mi cuerpo empapado por semejante espectáculo, había arrojado más que mi esposa, era una maravilla, a estas alturas, ya sabíamos que esto debíamos repetirlo más seguido. Había conseguido una amante y la menos esperada de todas.

Mi suegra no se hallaba una vez recibido su orgasmo en mi cuerpo, parecía estar levitando, no podía pronunciar una palabra, se le iba en un aliento, era u espectáculo verla desnuda, con sus tetas enormes marcadas por mis chupadas y mordidas, su rostro sonriente, sus piernas bien abiertas y la cama húmeda por sus líquidos deliciosos.

-Ahora viene mi verga suegrita, dentro de ti -ella solo sonrió y como buena perrita obediente, abrió sus piernas…

Continuará…

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