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Un trío con Gina

Llevaba un poco más de un año viéndome con Gina. Vivíamos nuestro tórrido romance con intensidad descubriendo más y mejores maneras de satisfacer esa necesidad sexual que nos sobrepasaba. Como ya he contado en relatos anteriores, Gina era, además de mi amante, una compañera del trabajo y toda nuestra aventura giraba en torno a ese ambiente.

Para Gina todo esto era un despertar sexual mucho más intenso, yo era apenas el segundo hombre con el que había estado y su curiosidad estaba al tope en cuanto a los límites del sexo, hablábamos de muchas cosas y en teoría, estaba dispuesta a todo. Por otro lado tanto ella como yo manteníamos relaciones serias con otras personas, yo con quien ahora es mi esposa y ella con su novio de aquel entonces, aún están juntos. Lo nuestro, si bien era intenso, era un contrato claro limitado a temas sexuales.

Jeniffer media como 1.60, su cabello era castaño liso un poco más abajo de los hombros, tenía tremendas tetas, una cara bonita, buenas caderas y poca nalga, era una mujer atractiva que atraía a todos en el trabajo. Pronto se involucró con un compañero, que era casado, y empezaron a salir. Gina se hizo su amiga y me contaba todo. Al igual que nosotros se iban algunos medios días a tirar a un motel cercano al trabajo

Entre ellas surgió una complicidad que a la postre me llevaría a vivir mi primer trío sexual, el segundo fue mucho después con mi esposa, eso lo cuento en otro relato llamado “Mi esposa, su amiga y una noche de alcohol”. No recuerdo con mucha claridad cómo empezaron a darse las cosas entre ellas, solo recuerdo que durante un medio día mientras descansaba del almuerzo y a la espera del inicio de la jornada de la tarde recibí una foto a mi celular.

Estaba yo sentado viendo los carros pasar, me extrañaba que Gina no estuviera allí conmigo con algún vestidito insinuador y diciéndome que no llevaba ropa interior. Miré mi celular y abrí el mensaje. Había dos fotos, en la primera estaban Gina y Jeniffer dentro de un baño de la oficina y en ropa interior sonriendo a la cámara. En la segunda salían besándose. Ambas llevaban brasieres blancos, no recuerdo la panty de Gina pero Jeniffer llevaba un cachetero de color café. Me prendí inmediatamente, se me paró la verga y respondí pidiendo una explicación de lo que estaba pasando y, por supuesto, más fotos. No me mandaron más fotos.

Gina me comentó esa misma tarde que estaba en un coqueteo con Jeniffer desde un par de semanas atrás y que la cosa se estaba poniendo medio caliente entre las dos.

-¿y qué tal? ¿Qué dice ella?- Le pregunté.

-Dice que le parece divertido jejeje – respondió.

-Que delicia! eres una malvada

-Lo sé

-oye, ¿y le has contado de nosotros?

-Sí, lo sabe todo

-uff, y que dice?

-Qué le parece divertido jejeje

-Pregúntale si le gustaría que hicieramos un trio

-uffff… dale

-¿Te gusta la idea?

-uffff mucho cosita, quiero meterle los dedos a ella

Parece mentira lo sencillo que fue, pero así pasó, yo no hice mucho, Gina en su curiosidad sexual se acercó a Jeniffer y terminó acercándola a mi también, ella aceptó hacer un trío con nosotros.

Para entonces yo había cambiado de trabajo y se dilató un poco el tema. Gina y yo seguíamos viéndonos porque mi nueva oficina quedaba apenas a unas 5 o 6 cuadras de la de ella. Era viernes. Bendito viernes, las cosas que ha visto el viernes no las ha visto otro día. Era el día que habíamos acordado para vernos los tres.

Salí de mi trabajo, eran las seis.

-Hola cosita, ya estoy libre – Le escribí.

-hola cosita, estamos un poco demoradas por el trabajo acá, te aviso

Y allí estaba yo, ad portas de una experiencia con la que todos los hombres soñamos, tener a dos sensuales mujeres para ti solito. Me senté en el primer piso del edificio y analicé la situación. Yo ya vivía con mi esposa, le dije que me encontraría con un amigo antes de llegar a casa. A mi amigo le confesé todo lo que iba a ocurrir para que pudiera cubrir mis espaldas ante cualquier imprevisto. Pasaron dos horas más. Yo estaba impaciente ya.

-¡Ya salimos! vamos caminando a tu trabajo – me escribió.

Me puse de pie y me fui caminando a su encuentro. Llegué a una esquina y las vi. Gina llevaba un vestido gris con una minifalda, se podían ver sus morenas y firmes piernas, pronto abrirán para mi. Jeniffer llevaba un vestido con estampado de cebra, minifalda también, la parte superior era escotada y sus grandes tetas se apretaban y trataban de salir por todos los lados. Al verlas pensé que era el hombre más afortunado del mundo, parecían un par de putas, venían tomadas de la mano y sonrientes a mi encuentro. Le di un pequeño beso en la boca a Gina, miré a Jeniffer y creí que si pronto íbamos a vernos desnudos un beso en los labios era apenas adecuado, me lancé y me respondió positivamente.

La calle estaba oscura, eran las 8:30 pm. Estiré mi brazo a la aparición de un taxi. Nos subimos. Entré yo primero, después Jeniffer y después Gina. Le pedí al conductor que nos llevara a un motel específico. El taxista miraba por el retrovisor con incredulidad, nosotros hablábamos del trabajo.

Llegamos al motel, la entrada era un parqueadero amplio, al fondo a la izquierda se podía ver un puerta de vidrio que llevaba a una pequeña discoteca, al lado de esa puerta estaba la recepción, a la derecha un largo pasillo que llevaba a las habitaciones. Me adelanté hacia la recepción y pedí una habitación sencilla. Dos mujeres nos acompañaron, una de ellas les pidió a ambas chicas una identificación para corroborar su mayoría de edad. Creo que no había comentado esto antes, a Gina siempre le pedían una identificación porque parecía mucho más joven de lo que era.

Para mi sorpresa apenas llegamos al pasillo nos asignaron la primera habitación. La puerta daba directamente al parqueadero por el que acabábamos de entrar. Entramos a la habitación. Había una cama doble, un baño, una ducha y un mueble de aquellos para tirar que tienen todos los moteles. Yo llevaba una botella de vino conmigo. La abrí y le di un trago. Le pasé la botella a Gina y ella se la pasó a Jeniffer, todos bebimos, todos listos.

Le ordené a Gina sentarse en el mueble sexual aquel y entre charlas y bromas me subí a la cama con Jeniffer. Tomé su cara y le planté un beso largo, le pedí que abriera sus piernas para mostrarle la panty a Gina.

Gina miraba atónita desde un ángulo privilegiado la panty blanca de Jeniffer. Planté mi mano sobre esa vagina y apreté. Un gemido salió de los labios de Jeniffer. Empecé a masajear suavemente mientras miraba a Gina y le pregunté:

– Esto es lo que querías, ¿verdad?

Asintió con la cabeza y se levantó abalanzándose sobre la cama. Entre los dos desvestimos a Jeniffer. Le quitamos su vestido y luego su brasier, pude ver sendas tetas naturales caer por el peso de la gravedad. Eran grandes con pezones claros, tomé una y la mamé como becerro hambriento. Gina hacía lo mismo con la otra teta. Jeniffer suspiraba.

Los dos empezamos a tocarle el coño, a sobarlo, a acariciarlo, a penetrarlo con los dedos, estábamos empecinados en probar el jugo de cada parte de ese delicioso cuerpo. Tomé otro trago. Nos desnudamos.

Si bien Gina era la que había logrado llevarnos hasta ahí, dentro de esas cuatro paredes el que mandaba era yo. Así que fui hasta el borde de la cama y me puse de pie allí con mi falo apuntando al cielo y le pedí a Jeniffer que se acercará. La puse boca abajo. Sus nalgas no eran firmes como las de Gina sino más bien un poco aguadas, las separé para satisfacer mi curiosidad de ver su ano y posé mi verga sobre su vagina. La penetré y empecé a darle. Gina se acercó a la cara de Jeniffer y abrió sus piernas morenas desnudando un coño depilado y juvenil. Jeniffer empezó a mamárselo.

Después de un rato ellas cambiaron de lugar, ahora Gina me ofrecía sus duras nalgas mientras le manoseaba y chupaba el coño a Jeniffer repitiendo varias veces lo mucho que había soñado con ese momento de saborear los jugos de nuestra tetona amiga.

Debo ser sincero, no recuerdo bien todos los detalles, creo que una cosa que siempre está presente en la mente de un hombre al hacer un trío es ver como satisfacer a ambas chicas. Creo que acá va un tip, no siempre se puede, lo mejor es apartarse un momento para retomar fuerzas.

Después de un rato me tumbé boca arriba e hice realidad un sueño. Tomé la cabeza de cada chica con una mano y las llevé hasta mi verga tiesa. Entre las dos me la mamaron. Mientras una se ocupaba de la cabeza la otra hacía juego con el tronco y se turnaban rozando sus lenguas. Éramos amigos además, que rico, que delicia mamacita, ufff, sigue, sigue!!! Nos decíamos de todo y bromeábamos también entre tragos de vino.

-¡Me vengo! – dije.

Jeniffer se retiró como si supiera que la dueña de aquella leche era Gina. Gina recibió una descarga en la boca y se tragó una buena parte. Lo siguiente es de las cosas más hermosas que he visto. Entre risas coquetas y cómplices Jeniffer abrió su boca para que Gina le escupiera dentro mi semen y después se besaron mezclando su saliva con mi leche, gotas caían en largos chorros sobre mi abdomen.

Ahí fue cuando decidí tomar un descanso. Tomé la botella de vino y fui al sillón sexual, me senté y me dediqué a observar. Jeniffer se acostó boca arriba, abrió sus piernas y tomó a Gina del brazo atrayéndola. Gina encajó allí su mano y empezó a penetrarla con los dedos mientras se besaban apasionadamente. La segunda cosa más hermosa que he visto con toda seguridad, dos sinuosos cuerpos femeninos rozando, gemidos, gritos, dedos húmedos entrando y saliendo, manos apretando, una obra de arte.

Volví a la cama mientras ellas seguían en aquello, todo era gemidos y gritos. Gina empezó a meterle los dedos a Jeniffer con rapidez y sevicia mientras le apretaba una teta, salvaje. Hacía realidad su sueño de tener a disposición a esa bella chica mientras yo hacía realidad mi sueño de tener a dos chicas para mi.

Caímos los tres boca arriba y empezamos a hablar de cosas del trabajo.

-Oye, ¿es verdad que te ves con Jorge?- le pregunté a Jeniffer.

-jajaja sí, a veces, nos escapamos al medio día. ¿Hace cuánto se ven ustedes? – respondió.

-No sé bien, como un año y algo más

-ustedes son muy locos, me encantan

Acto seguido me levanté y me lancé sobre Jeniffer. Separé sus piernas y se la metí. Hizo un movimiento circular que masajeó mi verga de forma tal que sentí ganas de venirme de nuevo. La saqué de inmediato sorprendido por semejante jugada. Puse mis manos sobre sus caderas para evitar que pudiera moverse igual y empecé a penetrarla. Gina nos veía acostada a un lado.

Me fui hasta el sillón sexual y me acosté boca arriba allí. Jeniffer se subió sobre mí y empezó a cabalgarme. Sus grandes tetas rebotaban y mis manos no daban abasto para recorrer tan amplias montañas. Le apretaba los pezones mientras gemía con cara de angustia sobre mi verga.

-Me vengo – dije.

De nuevo, respetando el orden de las cosas, Jeniffer se levantó de golpe para darle alfombra roja a Gina, que, conocedora de lo que tenía enfrente, agarró mi tubo con la mano y se lo encajó en el coño. Empezó a moverse como solo ella se movía sobre mí, sintió el preámbulo como solo ella sabía sentirlo, sabía que allí venía yo a llenar su coñito joven y poco usado de leche magra. Me vine en un largo gemido.

Éramos amigos, charlamos mientras nos duchábamos para quitar el aroma a sexo del cuerpo. Hasta donde yo sabía Jeniffer no tenía una pareja, era la única legalmente habilitada para hacer todo aquello. Gina y yo si reparábamos en los detalles que pudieran llevarnos a perder la vida como la conocíamos.

Salimos de allí, pedimos dos taxis, uno para ellas, uno para mí. Me encontré con mi amigo, le relaté cada detalle, llegué a mi casa, dije que estaba cansado, me acosté a dormir.

Mucho tiempo después Gina me diría que fue al mismo motel y al mismo cuarto solo con Jeniffer para tener una deliciosa aventura plenamente lésbica. Los detalles fueron asombrosos, pero esa es otra historia.

Aquello no volvió a pasar, solamente salimos un par de veces a comer juntos. Jeniffer ahora está casada, es madre. De tanto en tanto la estalkeo en Instagram para recordar esa noche.

Gina y yo seguiríamos viéndonos por 4 años más, hay mucho por contar. Ella y yo ya no nos vemos, decidimos cada uno seguir nuestras relaciones y dejar aquella aventura que seguramente solo nos llevaría al desastre. Yo le mando los links de estos relatos y solo contesta con un like. Es una historia real, no le pasó al amigo de un amigo, me pasó a mi.

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