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Encuentro con amigos

Recibí tu llamada un poco después de las 19 h.  Estabas con Laura, amiga tuya de tiempo atrás de muchas correrías, que te había contactado ese día, después de varios años de no verse. Te invitó a tomar un café después de la oficina, lo que aceptaste de muy buena gana y me llamabas para avisarme que posiblemente llegarías un poco tarde a nuestra casa, mencionando una frase que entre nosotros ya teníamos establecida, para decir que sería algo más que un café: “mientras, revisa de favor los diagramas que te mandé y luego los comentamos”, con una ligera sonrisa pícara al final de las últimas palabras. Te deseé que lo disfrutaras y que todo estuviera bien.

Fueron a recoger el café y ella te sugirió ir a su casa para tomarlo, a lo que accediste de inmediato. Me enviaste un mensaje diciendo: “va a ser en su casa, así estaremos más cómodas”. Yo te contesté: “muy bien y mucha suerte”. Un poco antes de las 10 de la noche me enviaste un nuevo mensaje: “Todo bien, ¡más que bien!, y acaba de llegar Andrés. Creo que estaré más tiempo de lo que pensaba. Te encantará que te platique después. Te amo.” “Besos, yo también te amo” fue mi respuesta y me puse a ver la tele un rato. Me fui a acostar poco después de la medianoche.

A las 3 am, el zumbido del celular anunció que llegaba un mensaje tuyo: “Voy para allá amor, me llevan ellos, te deseo tanto. Ya te contaré. Besos que te daré pronto y algo más”. Te contesté: “muy bien, vengan con cuidado”.

Poco tiempo después, escuché la puerta de nuestro cuarto abrirse, y alcancé a ver tu silueta entrando a la recámara, mientras retirabas tu gabardina y te ibas quitando los zapatos. Sólo alcanzaste a saludarme y entrar al baño para quitar el resto de la ropa rápidamente.

Apagaste la luz del baño y te acercaste a la cama, desnuda, bella, abrazándome y dándome un beso delicioso en la boca. Conservabas aún el sabor a sexo, olías y sabía tu piel a sudor y semen y me restregabas tus senos en mi cuerpo, metiendo tu lengua en mi boca, dándome a chuparla, mientras que tu mano iba hacia mi pene para empezar a tocarme. Me decías que habías llegado bien y que ellos mandaban saludos. Que les habías contado que ya llevábamos tiempo juntos y que me querías contar lo que había pasado, mientras mojabas tu mano con tu saliva y la llevabas a mi pene que ya estaba empezando a despertar por las caricias que me prodigabas.

Ella había pasado por ti a tu oficina, al entrar a su auto, se saludaron efusivamente, primero con un beso en la mejilla, un abrazo fuerte y luego ella tomó tu cara entre sus manos y te plantó un beso en la boca con mucha pasión e intensidad, que tu correspondiste entregándole tu boca, después de muchos años de no verse. Ella fue la que sugirió que fueran por el cafe, pidiéndolo para llevar e ir mejor a su casa.

Tu llevabas un vestido entallado azul con finas líneas grises y un saco a tono, rematado con un collar, medias ligeramente obscuras y unos zapatos de tacón mediano color azul obscuro. Ella traía un traje sastre gris oxford con falda, blusa blanca y zapatos negros de tacón. Pasaron por el café y mientras esperaban se tomaban de la mano, poniéndose al día sobre los trabajos y lo qué estaban haciendo en los planos profesionales y personales.

Ella te comentaba que seguía con Andrés, y que no le había dicho aún que estarías en la casa. Que, si tú no tenías inconveniente, igual y sería una sorpresa para él. Laura y Andrés eran una pareja que en alguna época de tu vida, se habían frecuentado y llegado a intimar, realizar algunos tríos, así como hacer con ellos un par de viajes, y ocasionales visitas a su casa para disfrutar de encuentros muy candentes, eran de tus secretos que me habías contado en alguna ocasión que tuvimos sexo intenso y se dio para compartinos experiencias.

Laura trabajaba en una empresa en el mismo edificio que tú y se habían cruzado ocasionalmente en los elevadores o pasillos, llegando a coincidir en alguna comida en el área de comedor, donde compartieron mesa. Allí comenzaron una grata y extensa relación de amistad. Al llegar al domicilio de Laura, en un complejo horizontal que era nuevo para ti, aprovechó ella para enseñarte su casa y ya llegando al cuarto principal con baño y vestidor, se paró detrás de ti, abrazando tu cuerpo, colocando su cara en tu cuello, empezó a besarte diciendo al oído que te había extrañado mucho todos esos años y que le daba enorme gusto poder encontrarse contigo de nuevo.

Tu veías por el espejo, la forma tan cariñosa y afectiva en que te abrazaba y cómo se perdía en tu cabello para llegar a tu cuello y empezaba a despertar sensaciones tan especiales que te excitaban, recordando anteriores encuentros que habían sido muy intensos y altamente explosivos, sexualmente hablando. No tardó en quitarte el saco, y empezar a acariciar tu cuerpo, tus caderas, tus senos, tu cara, y besarte más, mientras tú te entregabas a sus caricias. No dejaba de admirarte y de mencionar que seguías conservándote tan bella y hermosa, así como muy atractiva como siempre.

Sus manos recorrían tu cuerpo a todo lo largo, acariciando tus caderas, lo que te hacía levantarlas hacia ella, en señal de excitación y deseo. Su boca se iba acercando a tu mejilla, su lengua te acariciaba los lóbulos de las orejas y te hacía sentir chispazos de electrizante excitación, que se reflejaba en tu respiración y en lo hinchado de tus senos, que pronto fueron objeto de sus caricias con sus manos, estrujándolos mientras ella te pegaba su cuerpo a tu espalda. Te recargabas en el lavabo y llevabas tus manos hacia atrás para sentir su cuerpo.

Ella se había retirado el saco y debajo de la blusa no llevaba brasier, como acostumbraba, sino una ligera playera o fondo. Tus manos le recorrían la cadera, las piernas y el costado, mientras ella seguía besando tu cuello y diciéndote lo rica que estabas, lo antojable y sensual que siempre te veías. Tu seguías de frente al espejo, y ella se separó para meter sus manos por debajo de tu vestido, y tocar tu sexo, sintiéndolo mojado de la excitación que te provocaron sus caricias previas. Metió un par de dedos en ti y los sacó para probar tus jugos. Volvió a hacerlo y los llevó a tu boca, que lamiste con deseo y excitación.

Entonces, llegó a tu ropa interior y de un jalón, libró tus ricas y atractivas nalgas y bajó esa prenda hasta tus tobillos que rápidamente te libraste de ella por tus pies, arrojándola a un lado. Ella levantó tu vestido y empezó a acariciar tus nalgas, estrujarlas con sus manos, observando lo ricas que están y empezando a deslizar un dedo entre ambas, para acariciar primero tu culito y empezar a cubrir la distancia con tu vagina, para lo cual, separaste tus piernas y te reclinaste un poco para darle mejor acceso a sus caricias. Observabas en el espejo sus caricias y que volvía a pegar su cuerpo, donde sentías sus senos firmes, ricos, generosos, rozando tu espalda. Sus manos recorrían tu cuerpo ya por debajo de la ropa, arrancándote gemidos y mayor excitación.

Hace tiempo que no sentías sus manos expertas tocarte de esa forma. Tú te dejabas llevar. En eso, ella levantaba más tu vestido para sacarlo por tu cabeza, gracias al escote al frente que volvía locos a más de uno habitualmente. Levantaste los brazos y quedaste con tu brasier y medias frente al espejo. Ella lo desabrochó, tus senos quedaron deliciosamente desnudos y fue retirando esta prenda para luego hacerte girar y quedar frente a ella. Se alejó un poco para verte y te exclamó que siempre le has gustado y se acercó a darte un intenso y pasional beso en la boca, mientras que ahora te acariciaba la cadera y llevaba sus manos a tus senos para acariciarlos, apretarlos y tomar tus pezones ya erectos con sus dedos, lo que te genera excitación inmediata, mientras tu apresurabas a retirar su blusa, el fondo y la falda. Quedando expuesto ante ti, su cuerpo hermoso y bien cuidado.

Te inclinabas un poco y llevabas sus senos a tu boca, para saborearlos mientras aventurabas una mano a su entrepierna, recibiendo una descarga de humedad de su creciente excitación. Te tomó de la mano y fueron a la recámara, donde te acostó boca arriba y se puso a disfrutar de lamer tu sexo, comerte la vagina y lamer tu culito, sin dejar de jugar metiendo un dedo y luego dos en él. Tú estabas entregada a sus caricias y ocasionalmente se besaban con pasión y el deseo guardado por muchos años. Se subía a la cama acostándose a tu lado, sin dejar de cogerte con sus dedos y te levantaba la cabeza para darte sus senos a chupar, cosa que hacías con lujuria e intensidad, hasta que los movimientos de su mano dentro de tu vagina, fueron surtiendo efecto y comenzaste a venirte intensamente, lo que provocó que tu cuerpo empezara a convulsionarse, mientras un orgasmo potente, mojaba la mano con que te daba placer.

Me comentabas que habían estado cogiendo, agregando un consolador y un vibrador a la acción, con los que se propinaron sesiones de intensa excitación y orgasmos mutuos. Incluso tomaron un baño juntas donde se volvieron a masturbar y coger mutuamente bajo el agua de la regadera.

Ya fuera de la regadera, te envolviste en una toalla mientras que, con otra, estabas secando tu cabello, regalándose ocasionales besos y caricias entre Laura y tú, cuando salió ella del baño repentinamente. Escuchaste la voz de ella y distinguiste que hablaba con Andrés, que ya había llegado. Ella le decía animadamente que le tenía una sorpresa, y lo iba conduciendo a la recámara principal. Con cierta alegría le preguntó Andrés que ¿qué andaba haciendo? o ¿qué se traía entre manos?, a la vez que atravesaban la habitación hacia el baño. Lo detuvo antes de entrar, le pidió cerrar los ojos y le acercó a ti. Le pidió extender una de sus manos, que puso en tu hombro y el recorrió el camino hacia tu cara para entonces abrir los ojos y llamarte por tu nombre con una expresión de gusto por verte de nuevo. Te abrazó, prácticamente la toalla se te cayó y te dio una serie de besos en tu boca, cara y cuello, a la vez que te acariciaba toda y se abrazaba a tu desnudo cuerpo.

Laura lo llevó a la sala para pedirle que preparara alguna bebida y darte oportunidad de terminar de arreglarte. Fue cuando me mandaste el tercer mensaje de que pensabas que tardarías más en regresar. Te pusiste tu vestido ya sin ropa interior, te calzaste los zapatos y antes de ir a la sala, pudiste constatar en el espejo como tus pezones erectos coronaban tus senos, marcándose en la fina tela del vestido, dándote una imagen altamente seductora y sensual.

Ya en la puerta de acceso a la sala, te detuviste para ver a Andrés sentado en el sillón de tres plazas, ya sin ropa y a Laura hincada entre sus piernas, entregada haciéndole una rica en intensa mamada a su ya despierto pene. Andrés te jaló hacia él y abrazándote de la cadera, se llevó tus senos a su cara, aun con tu vestido puesto, diciendo que era una grata sorpresa y que le encantaba sentirte y verte tan sensual, intensa y atractiva como siempre, mientras te acariciaba la cadera, tu espalda y comenzaba a tocar tus senos. Abría el escote y acercaba tus senos a su boca, mientras acariciaba tu cadera y hurgaba entre tus nalgas, rozando tu culito y vagina y tú le abrías el compás para dejarlo llegar totalmente hacia tu sexo deseoso. Te encantaba sentir su boca comiéndote los senos, jugando con tus pezones y tocándote toda. Tus jugos volvían a mojarte rápidamente.

En eso se levantaba Laura y dejaba a tu vista el pene ya muy erecto y mojado de Andrés. Tú giraste un poco tu cuerpo y lo tomaste con tu mano para recorrerlo y decirle que era un pene que te encantaba coger y que te cogiera intensamente. Ahora Laura se unía a Andrés para chupar tus senos, mientras le preguntaba si estaba disfrutando la sorpresa. A lo que Andrés dijo que sí animadamente. Te separaste de él un poco y sin soltar su ya dura verga, te acomodaste para meterla en tu boca, saborear la punta y lamerla a todo lo largo, hasta llegar a sus testículos que apresuraste a meter en tu boca y succionarlos, lo que le arrancó a Andrés gemidos muy intensos, que se multiplicaron durante el recorrido de tu lengua y labios sobre ese tronco que te gustaba sentirlo de nueva cuenta bajo tu control.

No tardaste en montarlo, colocándolo en la entrada de tu vagina y apoyando tu peso poco a poco para ir sintiendo cómo se abría paso, primero la punta, dejando lugar al grueso tronco, hacia el interior de tu cuerpo, hasta prácticamente encajarte toda en él. Sentías la base de su pene rozando tu clítoris. Laura y Andrés te veían admirando lo sensual y excitante del momento. Lo mantuviste allí brevemente y abriste los ojos para inclinarte hacia él y decirle lo rico que sentías tener su verga de nueva cuenta en ti, mientras le besabas con intensidad y lujuria.

Laura observaba como empezabas a moverte sobre él, y lo electrizante de todo le hacía empezar a tocarse ella con una mano, mientras que con la otra, la llevaba a tu cuerpo para acariciarte. Le decías a Laura que ahora te tocaba disfrutar a Andrés y que pensabas hacerlo intensamente. Levantabas tu cadera y se escuchaba lo mojado que ya estaba tu sexo, en cada bajada para hacer que te entrara toda su verga de nuevo. Lo estabas haciendo gozar y tú te corrías cada dos o tres bajadas, sintiéndote llena de ese pene que te había hecho gozar antes. Acelerabas tus movimientos, ahora desplazándote de adelante hacia atrás, disfrutando intensamente de la cogida.

Él recordaba que no se había alcanzado a poner un condón y te comentaba que si te levantabas para ponérselo, pero le decías que no. Que lo querías adentro, para que así te fueras a tu casa, lleno de semen. Andrés trató de incorporarse y tú lo detuviste, moviendo de forma frenética tu cadera para hacerlo venirse en ti. No pudo más con la excitación y comenzó a correrse dentro de ti, en forma abundante, mientras tú le regalabas otro orgasmo más, justo al sentir su esperma empezar a llenar tu vagina. Laura no dejaba de correrse una tras otra ocasión de lo excitante del momento.

Después de recuperar el aliento un poco y que terminara tu orgasmo tan intenso, te desmontaste de esa verga y bajaste a saborear los jugos de ambos. Lamiendo cada espacio de esa verga dura, poniendo nuevamente en condición de combate a Andrés. Entonces los tomaste de la mano y los llevaste a la recámara donde te pusiste en 4 puntos y le diste tu trasero para que te cogiera de nuevo el resto de la noche. Con Laura, se abrazaron, se besaron, te tocó, lamió y preparó tu culito para que te ensartara Andrés también por allí. La sensación de tenerlo llenándote de nuevo tu culito y vagina era placentera y reconfortante. Te llenaba toda, en ocasiones con fuertes y profundas penetraciones, otras despacio y meciéndose en ti.

Dos veces más lo hiciste venir hasta exprimirle todo el semen de sus bolas. Entonces fue que les pediste que te llevaran a la casa. Ya que había que trabajar al otro día. Cosa que hicieron inmediatamente, aunque ya eran poco después de las 3 de la mañana, que fue cuando me enviaste tu último mensaje antes de regresar.

En el trayecto, no dejaste de tocar a Andrés, para ponerlo duro nuevamente y ya por llegar, lo hiciste detener el coche para sacarle su enhiesto pene, y dedicarle unas ricas mamadas profundas, que te hacía sentir traspasar la punta hasta tu garganta. Te sacabas su pene de la boca para besarlo y preguntarle si te extrañaba, a lo que él contestaba que sí, que extrañaba tu fuerza e intensidad para coger, tu cuerpo tan sensual, tu boca maravillosa, tu respuesta tan pasional y tu deseo tan marcado por coger rico. Tú volvías a chupar su pene con intensidad, arrancándole los últimos momentos de control, logrando que se viniera de nueva cuenta con espasmos fuertes dentro de tu boca, lo que aprovechaste para tragar todo el semen que te depositó en tu boca, y besar a ambos de despedida, agradeciendo tan excitante noche.

Y mientras me contabas todo con lujo de detalle, te subías en mi verga, metiéndola profundo en ti para que te sintiera llenita de semen de Andrés, prometiendo que haríamos una sesión con ellos pronto, restregando tu hermoso cuerpo en mi.

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