Saltar al contenido

Más sexo con Luli, Ema, Fede y yo (parte 8)

Tras relajarnos un rato largo en el jacuzzi los cuatro, mi novia Luli, nuestro semental Fede, el bailarín invitado sorpresa Emanuel y yo, besándonos entre los cuatro alternativamente, con caricias, pajas y morreos, salimos para secarnos y comer las empandas que tuvimos que volver a calentar en un horno eléctrico. Nos sentamos a la mesa envueltos en toallones y batas, Fede y yo de un lado y Luli con Ema del otro lado, bien juntos, para dar cuenta rápidamente de la comida y las cervezas.

Por la actitud de mi novia y cierto asombro de Emanuel, supuse que algo estaba pasando al otro lado de la mesa. Ella me lanzaba besos al aire entre bocado y trago, pero con la otra mano había empezado a sobarle los huevos y la pija a su nuevo partenaire. Apenas habíamos terminado de cenar, cuando mi novia abrió su bata para mostrar sus pechos con los pezones erectos otra vez, le tomó la mano izquierda al bailarín para que se los acariciara y le giró la cara para besarlo lujuriosamente. El bailarín empezó a sobar y apretar los pechos de Luli y con Fede nos excitamos de nuevo, pajeándonos mutuamente y darnos varios morreos.

Mi novia se levantó de la mesa y se llevó a Emanuel de la mano hasta un amplio sillón, quitándole la toalla en el camino para ir acariciándole el culo. Puso las toallas sobre el sillón, se besó con mucha pasión con el bailarín y lo depositó sobre ellas, para enseguida sentarse a horcajadas sobre sus piernas y lentamente meterse la pija erecta del joven dentro de su vagina insaciable hasta el fondo. Lo abrazó, lo chuponeó a lengüetazos y comenzó a menearse muy despacio sobre las piernas de Emanuel, deleitándose con gemidos y jadeos del miembro de su nuevo amante, mirándolo a los ojos como si fuese su primer amor.

El chico le chupaba las tetas con furor, la aferraba de las nalgas para apretarla más contra su cuerpo y levantaba sus caderas para hundir más su poronga en el interior de la concha de mi novia. La escena nos puso como dos motos a Fede y a mí, que nos besábamos, acariciábamos y pajeábamos como dos adolescentes súper calientes. Como pudimos, nos levantamos para acercarnos al sillón de los amantes y sentarnos al lado de ellos para no perdernos detalles de la desenfrenada cogida que se estaban dando.

Ni nos prestaban atención, obviamente, y se estaban dando para el campeonato, cuando imité a Luli y me senté a horcajadas de Fede para meterme su pija en el culo. Él la sostenía y la guiaba hacia mi ano con una mano y con la otra me abría los cantos, mientras yo descendía lentamente hasta sentir como su glande entraba con facilidad en mi interior y me hundía el tronco hasta el fondo, arrancándome un largo suspiro de placer y haciéndome contraer y dilatar repetidas veces el ano para sentirla más y gozármela entera.

Nos quedamos quietos un par de minutos mirándonos a los ojos al tiempo que a nuestro lado se oían los resoplidos, jadeos, gemidos y gritos de mi novia y de Emanuel que cogían desesperadamente, como un tren sin freno. Le tomé de la cara y besé a Fede con suavidad primero hasta que abrió su boca para darme chuponeos lujuriosos y yo me empezaba a menear sobre su poronga dura como una piedra, con mis glúteos atrapados por sus manos y sus caderas alzadas para acompasar la fenomenal enculada que me estaba propinando.

La calentura de los cuatro parecía no tener límites, jadeábamos como posesos, cabalgábamos nosotros en un galope enloquecido y nuestros machos nos daban un placer increíble. Nos mirábamos con mi novia con ojos extraviados de lujuria, dándonos besos en el aire y al unísono pedíamos más:

-¡Dame más pija! ¡Cógeme así! ¡Quiero más! ¡Metémela toda!

Ema se comía los pechos de Luli, Fede empujaba su pija al punto que creía que llegaría hasta mi estómago y mi novia tomaba la cabeza de su amante para besarlo con lujuria, hasta que empezó a jadear y resoplar con fuerza, se arqueó hacia atrás para ofrecerle los pechos a la boca ávida del bailarín y tuvo un estallido de orgasmos múltiples, que provocaron una brutal y larga corrida de Emanuel que empapó su concha de semen.

La escena nos puso a Fede y a mí a mil por hora, galopeé sobre su pija enloquecido de deseo, mi amante aceleró sus embestidas de cadera para penetrarme más, si ello era posible, y los dos nos corrimos al unísono emitiendo ahogados sonidos y largando espasmos de leche, él en mi culo y yo en su abdomen, sin dejar de cabalgarlo y pedirle más pija, hasta que me desplomé agotado sobre su pecho transpirado y mojado con mi líquido seminal, refregándome despaciosamente para sentir el delicado roce de su piel suave y empapada.

Mientras recuperábamos el aliento, mi novia exclamó:

-¡Bombón hdp! ¡Todavía estás al palo! ¡Te voy a coger toda la noche, te quiero comer todo!, besándole la boca, el cuello, los pectorales y abrazando con mucha fuerza a Emanuel, sin dejar de menearse sobre su pija, que no cedía su dureza. Casi lo mismo hacía yo, pero contrayendo y dilatando mi ano atrapando la poronga aún en mi interior conservando bastante su erección, mientras besaba y lamía el cuello y la cara de Fede.

-¡Cómo les gusta la pija a los dos!

-¡Siií!, le respondí, mirándolo a los ojos para darle después un larguísimo y apasionado beso de agradecimiento, que respondió con holgura y moviéndose lentamente en mi ano, dilatado y chorreante de semen, sin que yo dejase de contraerlo y dilatarlo, como si tuviera espasmos interminables de placer.

-Me encanta hacer esto, le susurré al oído a Fede.

-Me estás calentando otra vez, me respondió besándome otra vez.

Sus besos, los de Ema y los de mi novia, me volvían loco. Pensé que me gustaba mucho besar, chupar, lamer y todo lo que tenga que ver con intercambiar lengua y boca, labios y pijas, conchas y culos.

-Yo también estoy caliente, pero se me agotó la leche, le dije mirando a mi poronga fláccida. No la tengo siempre dura como ustedes.

-Eso tiene solución, me dijo Fede, y alargó su brazo hasta una mesita al lado del sillón, abrió un estuche, se puso una suerte de caramelo en la boca y me pidió que lo compartiera con él.

Lo tenía entre los dientes, pero no se lo podía quitar. Me dijo que se lo sacara con la lengua, pero yo no podía. Tenía un rico gusto mentolado y me gustaba.

-Dale, insistí con la lengua, me pidió, y nos prendimos en un chuponeo intenso, frenético y lujurioso de varios minutos durante el cual me pasó el caramelo.

-¡Qué rico! ¿Qué es?

-Viagra masticable, me dijo. ¿Nunca probaste?

-No, está bueno. Ahora nos vas a poder coger toda la noche me dijo con una sonrisa que me derretía, al tiempo que empezaba a levantar sus caderas para volver a cogerme. No lo podía creer, era un verdadero semental inagotable. Sentía en mi interior cómo me bombeaba con su pistón y comencé a menearme de nuevo.

-¡Qué bueno estás, potro! ¡Cómo me gusta tu pija!

Deja un comentario