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Volver a sentir 1

Suena mi despertador tan puntual como siempre, mi pesadez y mi mal humor por tener que levantarme, están allí martillando sin piedad. Me dirijo a la ducha sin pensarlo para dejar caer agua helada sobre mí, es la única manera que he encontrado en estos tres años para reactivar mi cuerpo.

Qué falta me hace, su ausencia en mi cama, en mi vida ha hecho que todo lo que me rodea pierda interés y sentido, todo lo que hago, lo hago por rutina. El no poder disfrutar de su rostro apacible cuando duerme, de su calor y de su manera tan sutil al despertarme ha hecho de los primeros minutos del día sean algo insufrible.

Me visto sin miramientos excesivos, no suelo usar mucho maquillaje así que en pocos minutos estoy fuera de la casa, con sólo mi bolso y un café acuestas. Aún tengo vivos los recuerdos de aquellos días en los que ir a la oficina contigo era mi mundo, en los que compartir las ideas y los retos de los nuevos proyectos era nuestro norte … pero ya no estás, y el encanto de todo aquello se desvaneció con tu partida. Ya no le consigo ciencia ni propósito a lo que hago, es como si una parte de mi también se hubiese ido junto a ti.

Pero aquí estoy, otro día, de los muchos por venir, tratando de reencontrarme aferrándome a la idea de que algún día aprenderé a vivir sin ti.

Estaciono mi auto donde siempre, Betty me saluda y sonríe desde la puerta del local, le respondo el saludo como una autómata. Se ha esforzado tanto en ayudarme que no tengo corazón para decirle que en mi interior sigo tan vacía e insensible como hace tres años, y que la cruda realidad es, que ya ni me interesa quién está a mí alrededor y quién no.

―Buen día Eli – Me da un beso y un pequeño abrazo.

―Hola Betty – Le respondo igual

―Te traje unos croissant de chocolate – Me dice mientras abro las puertas. Sabe que soy de pocas palabras, sobre todo en las mañanas, pero aún así no pierde su entusiasmo tempranero.

―Gracia – Le sonrío ligeramente.

Betty ha sido mi secretaria desde que inicié mi estudio fotográfico, conoce hasta el más mínimo detalle del mismo y es quién definitivamente lleva el control y el orden de todo, también ha sido mi amiga, mi confidente, mi cómplice y lo más importante, se ha convertido en mi familia.

Tengo fama de ogro, una fama que me he ganado a pulso, pero Betty, esa mujer menudita, de 58 años, pelo corto y cara risueña, logró traspasar todas las barreras que había erigido ante mí, convirtiéndose en un pilar para mi persona … lástima que este abismo en el que me encuentro no me deje demostrárselo como se lo merece.

Ya sentada en mi oficina respiro profundo varias veces, hoy es uno de esos días en los que me hubiese gustado dormir todo el día y no despertar … si pudiera tan solo dormir sin pensar, sin soñar, sin recordar.

Betty entra con la bandeja acostumbrada para desayunar, agua caliente, 2 tazas, y hoy, los croissant. Prepara todo el banquete de tal manera que se me hace imposible decir que no tengo hambre, así que sólo sonrío y me dispongo a comer.

Abstraída en mis pensamiento no me doy cuenta que Betty me observa sino hasta que me habla.

―¿Mala noche?

―Si – Respondo lacónicamente después de unos segundos. Puedo mentirle a cualquier otra persona, pero a ella me es imposible, me conoce demasiado.

―Bien, entonces reestructuraré toda la agenda de hoy para no molestarte.

―¿Hay muchas cosas pendientes?

―Gilberto sigue con lo de la exposición, Jessica debe recibir y entrevistar a la pasante y a ti te toca fotografiar a la hija del embajador – Hizo una pequeña pausa para tomar un poco de su café. – Pero trataré de posponer lo del embajador para mañana en la mañana.

―No Betty, no hace falta – Por muy mal que me sintiera, no podía jugar con el tiempo de los clientes. – Mejor recibo yo a la pasante y Jessica que saque las fotos en la embajada.

―¿Estás segura? – Preguntó dudosa. No era secreto para nadie que odiaba tener que atender a los pasantes de la universidad de artes, sobretodo, porque en su mayoría sólo se dedicaban a llenarme de lisonjas esperando que por eso les enseñara como ser talentosos. Como si eso se pudiera aprender.

En mis años de experiencia como fotógrafa profesional, he podido comprobar que el talento no se hace, se nace con él o no. Es verdad que puedes aprender las diversas técnicas para hacer las tomas, elegir las mejores condiciones de luz, de ángulo, de distancia, pero definitivamente, el talento para mirar más allá de una primera vista, de expresar con una o varias imágenes el verdadero mensaje de una foto, eso no se aprende así como así. Se necesita una sensibilidad muy especial para ello, y es allí donde la mayoría se pierde. Trabajar con lo inesperado y sacar lo mejor de ello, es algo que en cinco semanas no logras. Pero bueno, aún así trato de darle oportunidad a las nuevas generaciones; en ocasiones, no muy frecuentes, han llegado chicos con los que ha valido la pena trabajar.

―Si Betty, es lo mejor. Avísale a Jessica en cuanto llegue.

―De acuerdo.

Al terminar de comer, cada quién comenzó con sus actividades. No pasó mucho tiempo antes de que Jessica llegara y le dieran la noticia de que debía ir a la embajada. Al principio estuvo medio aprensiva con la idea, pensaba que tenía razones ocultas para enviarla allí, pero al Betty explicarle mi estado, simplemente tomó sus cosas y se fue. Todos en la oficina sabían de mis bajones emocionales, sabían exactamente por lo que había pasado; así que nunca dudaban en darme el apoyo que necesitara. Luego de 3 años, es un milagro que aún no se hayan cansado de tantas fluctuaciones emocionales, pero es algo que aunque intento disminuir, con frecuencia me golpea con tanta fuerza que me siento morir … al menos eso quisiera.

El teléfono me saca de mis pensamientos, estoy tan abstraída que poco me doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor. Betty me informa que la pasante ha llegado. Normalmente se lee el expediente enviado por la universidad antes de la entrevista, pero hoy no podría leer así que la hago pasar de una vez. Tímidamente tocan a la puerta.

―Adelante!!!!

La puerta se abre lentamente y tras ella un ángel que me quita el aliento. Su cabello negro lacio, sus ojos color esmeralda, pestañas largas, nariz pequeña, boca perfectamente delineada y piel color miel. No tendría más de 24 años, ese era el promedio de edad de los pasantes que enviaban, pero su mirada era profunda e intensa, lo cual hacía un contraste difícil de pasar por alto. Llevaba puesto un jeans ajustado y una franela ceñida al cuerpo, dejando ver su cuerpo perfecto. Por más que intenté, no pude dejar de mirarla. Me tenía totalmente hipnotizada.

Cuando llegó frente al escritorio supe que debía reaccionar, así que me levanté para darle la mano.

―Bienvenida – Le sonreí – Ya sabes quién soy así que solo queda saber tu nombre. – Al estrechar su mano, confirmé la suavidad de su piel. Sonrió con timidez.

―Sara Villareal.

―Bien, toma asiento. Normalmente leo los expedientes antes de hacer la entrevista Sara, pero hoy estoy un poco dispersa así que preferí conocerte primero.

Por su manera de sentarse, espalda recta y sin apoyarla en la silla, y sus manos entrelazadas, supe que estaba nerviosa. Tuve el impulso de consolarla, cosa que me dejó paralizada, pues nunca antes había sentido algo parecido, al menos no después de … frené mis pensamientos. Debía concentrarme en la entrevista.

―Cuéntame Sara, por qué estás aquí? Qué te hizo elegir un estudio de fotografía como este para hacer tus pasantías?

―Bien aahh – Tomó aire antes de continuar – Desde pequeña siempre tuve inclinaciones por la fotografía, mi padre era coleccionista de libros de fotografía, así que no se me hizo difícil entender que ese era mi futuro. Siempre estaba en la búsqueda de los nuevos trabajos y artistas, las exposiciones más recientes y las respectivas críticas. Esa fue mi infancia y adolescencia. En una de esas búsquedas incesantes me topé con una recopilación de sus trabajos más destacados. Quedé fascinada, leí cada crítica hecha, cada entrevista que le hicieron … su visión de las cosas era tan compatible con lo que pensaba debía capturarse en una imagen que debo decir, me volví su admiradora.

Al escuchar esto, supe de inmediato que debía prepararme para la serie de elogios. Traté de controlar la expresión de mi cara, pues en el fondo, me agradaba Sara, pero me decepcionaba la idea de que fuese igual que los demás que habían estado en su posición.

―El querer ser tan buena, fue lo que me impulsó a estudiar y hacer cuanto curso de fotografía veía. Buscaba intentar expresar tanto en tan poco … pero bueno, es una locura pretender ser como usted, así que pensé que tal vez el trabajar a su lado me permitiría encontrar mi norte, tal vez el verla trabajar … me ayude a descubrir quién soy como fotógrafa – Hizo una pequeña pausa – Sé que es una locura, ha dicho en reiteradas ocasiones que el talento no se aprende, y es verdad, estoy completamente de acuerdo, pero siento que sí tengo algo que dar en este medio y quién mejor para evaluarme, para criticar mi trabajo, para decirme “Sara continúa por este camino que es el correcto” o por el contrario, para decirme que no tengo nada que ofrecer.

Con este argumento debo confesar que me quedé sin palabras, había escuchado miles de historias pero ninguna como esta. Luego de unos instantes en silencio, continuó.

―Por otro lado, su idea de que el arte no se comercializa y que prefiere dedicarse a realizar este tipo de trabajo tan superficial si se quiere, y dejar las fotos artísticas para su colección privada, me parece lo más acertado que he escuchado. Así que si pudiera aprender tan siquiera una mínima parte de cómo mantener ese equilibrio, le aseguro que es algo que atesoraría toda mi vida

De seguro debió estar nerviosísima, pero aún así me sostuvo la mirada sin titubear. Sabía que las palabras no eran suficientes para hacerme ver sus capacidades, pero al menos puedo decir, que me motivaron a querer descubrir lo que podía ofrecer.

―Está bien. Con un discurso como ese, creo que no hay mucho más que decir – Sonreí ligeramente. La vi respirar con gran alivio y sonreír casi sin control. Estaba claro que contenía sus emociones, de haber podido de seguro saltaría y gritaría de felicidad, pero mantuvo su compostura, con sus ojos brillantes y su cuerpo más relajado, pero manteniendo el control de todo lo demás.

―Hoy no hay mucho que hacer por aquí así que te enseñaré el book de trabajo, todo el estudio y material ¿te parece bien?

―Claro, seguro – Asintió de inmediato.

―Entonces manos a la obra.

Tal y como le había dicho, primero le mostré todas las instalaciones, el cuarto de revelado, el depósito de materiales, el estudio principal, donde su tamaño permitía recrear algunos exteriores y el estudio pequeño, el cual se usaba para trabajos menos exigentes. Al ver el book de trabajo en la sala de reuniones le expliqué la idea intrínseca en cada foto, para mi sorpresa en un gran número de ellas, no hizo falta tal orientación, pues sus intervenciones eran tan acertadas que sencillamente era perder el tiempo explicar lo que ya entendía, lo cual me confirmó que con toda seguridad, esas 5 semanas sería muy interesantes. Eso sin contar que mientras más tiempo pasaba a su lado, más ganas tenia de más.

Estaba sentada a mi lado atenta a cada cosa que decía, así que esa proximidad me permitió disfrutar de su perfume, de la calidez que transmitía, de comprobar lo rítmico de su respiración … Dios, esto era algo que podría volverse peligroso si no lograba controlarlo. En un intento por recobrar mi compostura, regresamos al estudio secundario y una vez allí llamé a Betty. Ninguna de las dos entendía lo que pretendía, por lo que sus caras de confusión fueron inevitables.

―Bien Sara, ya has visto lo que hacemos, ahora me toca a mi ver lo que puedes hacer así que … – me acerqué a Betty y lentamente la llevé al centro del estudio – Quiero que utilices a Betty como modelo, quiero que la fotografíes. QUEEEEEE!!!!!!! Le escuché decir a Betty, pero mis ojos estaban sobre Sara quién sólo pestañeó repetidas veces en señal de su sorpresa. – De acuerdo, lo haré.

Su seguridad me impresionó, cualquier otro de seguro habría salido corriendo de allí o tal vez habría inventado cualquier excusa para no hacerlo, pero no Sara, sin dudar ni un segundo, aceptó el reto.

―¿Estás loca Eli? ¿Cómo se te ocurre semejante barbaridad? – Protestó Betty

―Cáaaalmate si, esto es sólo una prueba así que no te preocupes. Si se rompe la cámara al tomarte las fotos pues me hago responsable … – Bromeé

―Ja!!! que graciosa.

Miré a Sara y le guiñe el ojo en señal de complicidad, ella sonrió disimuladamente para no irrespetar a la atribulada Betty.

―Tranquila Betty, te aseguro que no dejaré que te veas mal – Le dijo Sara.

―Lo ves, no hay nada de qué preocuparse así que toma asiento y sólo haz lo que Sara de diga ¿sí? – Le dije acercándole una silla. Le arreglé un poco el cabello a pesar de sus protestas mientras Sara ajustaba y posicionaba la cámara.

―Ya estamos listas por aquí – Le dije a Sara.

―Aún no, falta algo – Ante mi sorpresa, Sara sonrió traviesamente – Falta que se prepare usted.

―¿Perdón? – Entrecerré un poco los ojos

―Que falta usted por arreglarse – Repitió sin titubear y como si de ninguna manera le intimidara la idea de fotografiarme. No podía creer lo que escuchaba.

―¿Sabes lo que estás diciendo?

―Sip. Estoy segura. – Levantó ligeramente su ceja izquierda en son de reto.

Dejé salir mi sorpresa con una carcajada, si esta niña quería jugar, pues lo haría, pero no se lo pondría fácil. Betty sólo abrió sus ojos como plato, era la primera vez que un pasante se atrevía a hacer algo como aquello. Estoy segura que pensó que la haría salir de allí en medio de gritos.

―Muy bien, hagámoslo. Dinos cómo quieres que nos pongamos.

―De ninguna manera, sólo quiero que hablen entre ustedes – Dijo ya en posición para iniciar el trabajo.

―¿Pero qué dices? Se supone que debes orientar al modelo para que haga lo que desees

―Precisamente, lo que quiero es que hablen entre ustedes. – Betty me miraba y miraba a Sara. Por mi parte, sólo trataba de adivinar lo que buscaba con todo aquello, era algo muy arriesgado lo que estaba haciendo, no muchos lograban captar ese tipo de imágenes sin preparación alguna o sin algún guión por delante.

Pero para mi sorpresa, mientras yo pensaba Sara comenzó a fotografiar, consternada por aquello sólo atiné a ver a Betty quién ya se reía a carcajadas con mi expresión y por consiguiente no pude evitar imitarla. Mientras más escuchábamos el clic de la cámara, más nos reíamos, era como si lo increíble de tal situación nos había abierto la puerta de la risa. Pasaron unos minutos antes de que nos calmáramos y Sara dejara de hacer clic.

Luego del almuerzo, juntas revelamos las fotos. Me llevé una gran sorpresa al verlas, pues había tomado unas fotos maravillosas, desde mi cara de consternación hasta mi última risa. Fueron muy pocas las fotos de Betty, por lo que tuve que admitir que se había adueñado de mi juego sacando lo mejor de ello.

No había duda, esa niña tenía todo y mucho más para llegar a ser una toda una profesional; o tal vez debía decir que ya lo era.

***

Me fui corriendo a la universidad al salir del estudio, este trimestre debí inscribirme en la noche para poder tener tiempo para la pasantía. Llegué justo al iniciar la clase, así que sólo pude sentarse junto a mi amiga Ruth. Ésta se acercó a mí con los ojos como plato – ¿Qué pasó? Me tenías preocupada, te estuve llamando durante todo el día y nada.

En ese momento, me di cuenta que en verdad no había revisado mi celular en todo el día, cosa que era un milagro, dado que normalmente era adicta a él – Lo siento Ruth, en verdad no lo he revisado. Lo dejé metido en el bolso todo el día.

―¿Te sientes bien? – Preguntó Ruth frunciendo el ceño

―Sonreí antes de contestar – Si, estoy bien. Luego te cuento todo.

Al finalizar la clase, efectivamente le conté todo lo que había pasado durante el día.

―No lo puedo creer. ¿Elizabeth Sotomayor te entrevistó personalmente y además dejó que la fotografiaras? ¡Naahhh!!!!

―Créeme Ruth, yo tampoco lo creía. Con la fama que tiene de ser casi inaccesible para los pasantes, fue toda una sorpresa, pero entenderás que no podía desperdiciar la oportunidad.

―No claro que no. Pero igual no deja de sorprenderme – Ambas sonrieron – Bueno solo puedo desearte suerte.

―Gracias, estoy segura que la necesitaré – Dije con expresión de ansiedad antes de volver a sonreír.

Justo en ese momento se nos unió Roberto, mi novio.

―Amor ¿Cómo estás? – Le dijo mientras la besaba en la mejilla y le daba un fuerte abrazo.

―Bien cielo – Le respondí cariñosamente

―Te llamé dos veces hoy, pero me cayó la contestadora. Imaginé que estabas ocupada así que preferí no insistir.

―Lo estuve, tanto que no saqué el celular del bolso en todo el día.

―Vaya, entonces tienes que contarme todo lo que pasó.

―Bueno, como ya yo me sé el cuento, los dejo mientras voy al baño. Sara, no entres a clase sin mi ok.

―Aquí te espero.

Me dispuse a contarle todo a Roberto, desde la apariencia fría e implacable de Elizabeth, hasta su manera apasionante de hablar de su trabajo. Aún y cuando en un inicio había intentado mantener la distancia, me di cuenta que en el fondo era una mujer sensible y agradable como cualquier otra persona, sólo que su estatus en el mundo de la fotografía le había hecho adoptar esa actitud de inalcanzable para evitar que se le acercaran oportunistas.

Elizabeth era una mujer alta, cabello castaño oscuro con un corte al ras del cuello. Sus facciones sin ser muy toscas le daba un aire de dureza, pero a su vez, sus ojos color ámbar, tenían una profundidad e intensidad que atrapaba la atención de cualquiera, o al menos me había atrapado a mí. En un inicio me había puesto nerviosa que me mirara de manera tan penetrante, pero luego de unos minutos, me di cuenta que yo tampoco podía dejar de mirarla de la misma manera. Por otro lado, a pesar de la camisa larga y ancha que tenía puesta, Sara notó que a pesar de tener 37 años, Eli aún se mantenía en forma, pero como siempre había dicho en sus entrevistas, no quería que la recordaran por su cuerpo curvilíneo, sino por su trabajo y talento, así que su vestuario nunca dejaba ver más allá de lo que ella quería.

Durante el resto de las clases, a Sara le fue difícil concentrarse, pues el encuentro con su ídolo la había descolocado, así que sólo por esa noche, se dejó llevar por sus pensamientos disfrutando de cada uno de ellos.

KamPublicado en TodoRelatos el 05-04-2010

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