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Masturbación en un auditorio

Bueno, voy a ir al grano, he estado en una convención, de esas de muchas horas, gente hablando y luchando por no dormirme cuando ya no podía más mi he levantado de la butaca para ir al servicio, no tenía muchas ganas, pero necesitaba salir y airearme un poco.

Pasé al servicio de chicas, estaba vacío, o eso pensaba, me mojé un poco la cara y pasé a una cabina, me bajé la falda, las braguitas y me senté, al poco, comencé a oír como si alguien jadease, no me lo podía creer, pero si, alguien estaba jadeando y por las voces, solo era una voz…

No pude más, me subí las bragas y la falda y silenciosamente me alcé sobre el váter a mirar sobre la cabina.

Increíble!!

Había una chica sentada, casi desnuda que se estaba masturbando, se estaba metiendo dos dedos en el coño y con la otra mano, se acariciaba los pechos. Y vaya pechos, cuando me di cuenta, estaba mordiéndome el labio inferior, casi sin darme cuenta, esa imagen me puso de lo más cachonda.

Me bajé de nuevo la falta, y directamente me metí mi mano en mi chochito, lo tenía empapado, en un segundo, esa zorra había hecho que me calentase.

Ella iba más adelantada, estaba a punto de correrse, se notaba por los respingos que daba y que se apretaba con fuerza los pezones. Se retorcía, sus caderas subían y bajaban, con sus dedos mientras penetrándose. De vez en cuando su mirada perdida miraba hacia arriba, y me vio, pero ni ella ni yo dijimos nada, seguimos como si tal cosa.

Mi excitación iba en aumento, mis jugos ya caían por mis muslos, era una situación graciosa, una chica vestida de traje, con la falda en los tobillos y subida a un váter mientras se metía un dedito en un empapado coño mientras veía a hermosa chica anónima masturbarse y que se miraban en silencio…

Dios, que situación, más excitante… Acabé corriéndome enseguida, casi como cuando ella, pero en silencio, me comí mis propios gritos, aunque deseosa de gritar… pero conseguí contenerme y correrme en silencio… igual que ella.

Salí de la cabina, me lavé las manos y la cara, luego salió ella y solo nos dijimos un hola, nos miramos, pero rehuimos la mirada, nos secamos y volvimos al auditorio. Cada una por puertas distintas…

Me senté y de repente, aquél aburrimiento se convirtió en felicidad, una amplia sonrisa afloraba de mis labios…

Al poco, unos 15 minutos después, salió otra ponente, di un sobre salto, era ella…

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