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Me chantajearon

Empiezo contándoles que ese viernes cuando sonó el teléfono de la casa en la madrugada, presentí algo malo.

Agarro mi esposo y era una llamada de la comisaria de policía diciéndonos que nuestro hijo estaba preso, enseguida nos levantamos y fuimos allí.

Me levante y me cepille los dientes agarre un abrigo y salimos rápido así mismo como estábamos, al llegar y preguntar por mi hijo, nos dijeron que, si estaba ahí, y que enseguida nos atendían, pasaron unos minutos y llego un sargento que nos hiso pasar a una oficina y nos explicó que nuestro hijo había participado en una pelea y que habían heridos y que pasaría a la orden de la fiscalía.

Le rogué llorando que por favor lo soltara y que pagaríamos la fianza, pero fue inútil él no tenía la potestad de hacerlo era el capitán y que el llegaría más tarde, así que esperando le dije a mi esposo que fuera a la casa y que trajera la chequera y que hiciera café.

Así lo hizo, minutos más tarde vuelve a salir el sargento y me vuelve a llamar y me comenta:

—Sra. Rodríguez voy a ser claro con usted hay una manera que su hijo salga, y es que usted pase por lo menos una hora íntimamente conmigo a mis deseos.

Salte y lo empecé a insultar.

—que se ha creído usted, yo soy una mujer decente, está usted loco, es un degenerado, un cochino asqueroso, me niego hacer esa cochinada.

El muy calmado me dijo:

—entonces Sra. Rodríguez no hay más nada que hablar salga y espere al capitán.

Yo salí llorando e indignada por esa petición asquerosa, que me había hecho ese sargento asqueroso.

Afuera sin dejar de llorar, la impotencia y la rabia de saber que podía liberar a mi hijo poniendo al servicio mi cuerpo, me estaba volviendo loca.

Yo nunca había estado con otro hombre, y además el aspecto de ese hombre era horrible era de estatura baja, era gordo tenía una barba por lo menos de 2 días y la verdad no olía nada bien.

Me tenía que decidir y tener valor para estar con él, antes que llegara mi marido me arme de valor, y lo mande llamar.

Entramos otra vez a esa oficina, y me dijo:

—bueno Sra. Rodríguez espero no me haga perder más tiempo con boberías.

Y le dije que accedería a sus peticiones siempre y cuando se portara como un caballero, se rio y me dijo que así lo haría, llamo a otro oficial diciéndole que no quería que lo molestaran por una hora, y luego cerró la puerta con seguro.

—Bueno Sra. Rodríguez espero toda la colaboración suya, quítese el abrigo.

La rabia otra vez se apodero de mí, y llorando me quite el abrigo me quedaba una franela y unos shorts cortos, no tenía mi brassier ya que salimos rápido, y con el aire acondicionado y pezones se abultaron y era visible debajo de la franela, me pidió que me la quitara y mis pechos quedaron al descubierto son un poco caídos por mis 43 años de edad, pero me siento bien con ellos, acto seguido me pidió que me quitara el short, y así lo hice me quede en bragas.

El exclamo:

—Sra. Rodríguez la verdad que usted es un buen manjar sabía que estaba buena, pero no tanto su esposo debe gozar con ese cuerpo tan rico, ahora quiero que se acerque.

Y cuando estaba frente a él puso sus manos en mis senos, mi reacción fue rápidamente echarme para atrás, y con voz alta me dijo:

—si no colabora no hay trato no se lo vuelvo a decir entendió.

Con la cabeza afirmé y me volví acercar, y otra vez puso sus manos en mis senos, empezó a tocar mis pezones y apretarlos yo cerré mis ojos y apreté mis labios de impotencia, ese asqueroso estaba tocándome, después bajo su mano hacia mis partes íntimas, y ahí si ya no podía contener mis lágrimas, al saber que otro hombre que no era mi marido estaba tocándome por ahí, separo mis bragas y empezó a introducirme sus dedos.

Yo me contenía para no abofetearlo y trataba de pensar en otra cosa, pero inútil sentía todo lo que me estaba haciendo, saco sus dedos de mi vagina y empezó a chupárselos, y me dijo que quería que le bajara los pantalones, desabroche su cinturón y empecé a bajarle el cierre ya se notaba que tenía una erección, se los deje bajar hasta las rodillas y después hice lo mismo con su bóxer, yo a toda estas sin abrir los ojos, pero él se dio cuenta.

—Sra. Rodríguez quiero que abra los ojos y me vea el pene entendió.

Otra vez afirme con la cabeza, y al notar que no era más grande que el de mi marido, pero si mucho más grueso, por lo menos dos veces que el de él, me quede sorprendida y asustada.

Me dijo que me lo metiera en la boca, no me quedo más remedio que hacerlo, pero fue tanta las náuseas de hacerlo, debido que el mismo no tenía buena higiene que le suplique que se lavara, sonriendo accedió, pero me dijo:

—lo harás tú.

Nos dirigimos al baño se lo agarre y con jabón se lo limpie bien, y el mientras agarraba mis nalgas. 

—Ahora si póngaselo en la boca Sra. Rodríguez.

Así lo hice al poco rato se quejaba que no se lo estaba haciendo bien, que le hacia daño con los dientes, y la verdad que yo no se lo hacía mucho a mi marido, a lo mejor era verdad que no lo sabía hacer bien.

Me levanto y me llevo a un sofá que había allí, me recostó me quito las bragas y al ver que tenía bastante vello púbico, me dijo que creía que yo me depilaba allí abajo y la verdad nunca lo hice, solo me depilaba por las ingles cuando me ponía bikini para ir a la playa.

Con sus dedos se abrió camino separo mis labios vaginales y empezó a besarme por ahí, yo queriendo tener la mente en otro lugar, pero le digo que era imposible hacerlo, empezaba mi cuerpo a traicionarme y no tenía control de él.

A mi esposo no le gustaba la verdad hacerme sexo oral, si recuerdo que, si fueron dos o tres en veinte años de matrimonio, fueron mucho, así que si yo tener control de lo que estaba sucediendo.

Tuve que agarrar mi franela y ponérmela en la boca y apretar fuerte, porque me estaba empezando a estremecer por el orgasmo que me estaba viniendo.

Que rabia sentía conmigo mismo a no poder controlar mi cuerpo temblando, y él se dio cuenta.

—muy bien Sra. Rodríguez veo que lo está disfrutando.

Se levantó agarro su pene y lo empezó a introducir en mi vagina la verdad como había dicho antes no era muy grande pero el grosor del mismo hacia más fricción entre mis labios vaginales, y al tener todavía ese orgasmo del sexo oral, sentía me venía otro, pero con mayor fuerza, esta vez si mi cuerpo se estremecía mas rápido con todo y que tenía fuertemente apretando con mis diente mi franela, no pude contener mis gemidos, e involuntariamente creo que sería por reflejos apreté con mis piernas fuertemente sobre mí, a ese ser repudiante que me estaba violando.

El gordo asqueroso decía cosas que yo no quería oír, como “que rica esta su panochita y caliente”, “se ve que lo está disfrutando Sra. Rodríguez”, “ya estoy a punto de venirme”, fue cuando reaccioné y lo empujé y el riéndose se vino con un buen chorro de su semen en mis senos.

Agarro mis bragas y se limpió la última gota de su semen en ellas y se las guardo en su bolsillo, me dijo “como recuerdo”, riéndose otra vez.

—Muy bien Sra. Rodríguez solo faltan 15 minutos y su hijo saldrá libre, pero ahora quiero hacer mío ese rico culo que se gasta usted.

—No por favor no me siga humillando ya es suficiente, se lo pido por favor.

Y en eso suena su celular, era el oficial de antes diciendo que ya había llegado mi marido y que estaba preguntando por mí.

—Bueno creo que se salvó esta vez Sra. Rodríguez, pero no voy a dejar de pensar en ese hermoso culo, —mientras me daba una nalgada— vístase y salga…

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