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Una tarde loca

Claudio era un compañero que nació en Argentina, vivía en Puebla y decidió estudiar en el puerto de Veracruz. La escuela era céntrica y su casa quedaba cerca. Decidimos ir a su casa a beber cerveza, tequila y brandy. Siete varones y dos mujeres nos decidimos a pasar una tarde loca. En aquél entonces tenía 24 años.

Pasamos a comprar muchas cervezas y dos botellas de tequila y tres de brandy. Nos fuimos en el auto de Gonzalo, el más relajiento de todos. Ya desde el auto íbamos muy apretados y yo podía sentir una mano de Otto que me rodeó el hombro y Edgar, otro compañero me rozaba con su pierna. Yo llevaba el uniforme de la escuela, era un pantalón blanco, una tanga blanca y mi blusa azul marino.

Llegamos a la casa de Claudio y de inmediato comenzamos a tomar y a hacer relajo. En una hora yo había bebido bastante y presiento que los chicos nos querían emborrachar a mí y mi amiga. Al poco rato decidimos jugar a la botella y para colmo, cuando comenzamos la primera vez me tocó responder a mí preguntas relacionadas con el sexo.

¿Te han cogido dos hombres? me preguntó uno de los chicos y todos abrieron los ojos como platos cuando les respondí que sí. Les respondí todo lo que me preguntaron y ellos se veían sorprendidos y a la vez, llenos de deseo.

Poco después me siguieron preguntando y yo ni me inmuté. El sexo ha sido para mí algo que disfruto mucho y siempre trató de complacer y ser complacida. Calientes, los chicos nos comenzaron a abrazar y repegarse cuando bailamos un rato y al final, jugamos otro juego que consistía en que el que perdiera se debía quitar una prenda. El destino se ensañó conmigo pues yo fui la primera que se quitó la blusa y mis pechos quedaron desnudos. Me apené un poco pero a la vez me excité pues mis compañeros me veían locos de deseo.

A los 15 minutos yo sólo tenía mi tanga blanca y ellos morían de placer y yo casi pedía a gritos que se me fueran encima. En unos minutos, Claudio, Gonzalo, Edgar y Otto me comenzaron a tocar, mientras otros tres se agasajaban a mi amiga. Yo les froté sus vergas y ellos me besaban todo el cuerpo y me ponían calientísima. Le pedí a los cuatro que se desnudaran y comencé a mamarles sus pitos, de todos tamaños y que me estaban excitando mucho.

Poco después, uno a uno me fueron penetrando en el sofá de Claudio y los otros tres me restregaban e introducían sus pitos en mi boca. Después me hicieron sandwich y al final todos se vinieron en mi boca. Lo mismo pasó con mi amiga y luego cambiamos. Esa tarde siete compañeros me penetraron y yo quedé agotadísima, pero había tenido múltiples orgasmos. Fue una tarde verdaderamente loca. Todavía, pese al cansancio, permití que Claudio me cogiera otra vez y luego nos quedamos dormidos hasta que ya, alrededor de las 23:00 horas me tuve que ir pero eso sí, muy satisfecha.

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