Baja la marea compasiva
y está cerca la isla acogedora.
Van buscando los potros otros mundos
en la noche de música y jazmines,
como si salieran de mi pecho.
Van los potros con lágrimas y anhelan
los besos del mar y las caricias de los árboles
en esta solitaria isla,
mientras el sol huye entre las ramas
con su luz dorada y cegadora
y su esplendor perpetuo.
Van riendo los caballos en la isla,
inundados de ternura y de belleza
como la brisa del aire del desierto
y se arrojan al agua, cayendo como agujas,
en un refrescante baño por la noche.
Se recorta la figura de los barcos,
extraña y tenebrosa,
sobre la luna, más pura que tu cuerpo.
Me acerqué con sigilo a un pequeño potro.
La corona del mar en blancas olas,
la corona del mar y de la olas,
y la delicadeza
de las capas del agua,
en este paisaje de esperanzas,
y las enredadas crines son de seda
y van los músculos poderosos de sus cuerpos
buscando en el horizonte aquel espacio.
Isla del descanso, isla de estrellas,
de plenitud continua y de jardines.
Pequeños potros en la isla de secretos,
entre las mariposas, en el césped acolchado,
van buscando nuevos mundos que encontraron,
un espacio que conecta con su esencia.