Bajo la escalinata niña y pájaro
en la fuente de la plata hermosísima,
van disfrutando de su hospitalario frescor.
Tenéis el mismo espíritu.
Las asombradas flores te rodean,
y vas con tu diadema y tu vestido,
enseñando a volar a tu avecilla.
Y tú también emprenderás el vuelo un día.
Con tus pulseritas de colores
graciosamente mueves
tus infantiles brazos.
No sé qué ternuras me despiertas,
confusos recuerdos en mí,
que se desvanecen en la memoria de los días.
Con manos expectantes recogiste
al ave temblorosa y asustada
del suelo bajo el nido,
donde piaban sus hermanos con dolor.
Tiernas migas de pan en tu vestido blanco
para el ave diminuta, y la acarician
tus manos amorosas.
Bebe en la fuente el pájaro
y descansa en tu índice,
y canta agradecido entre tus dedos.
No envejeciste nunca,
como si fueras
demasiado pura y frágil para el mundo.
Siempre fuisteis curiosamente parecidos.
Tanto que juntos reposáis ya muertos,
el pájaro y la niña,
bajo la escalinata,
y está solo el jardín.