CAPITULO VII
Aquel beso…beso tan cálido y tan profundo, quedó tan impregnada mi alma de sus aromas que aunque persistió sólo unos pocos segundos trastornó a mi corazón y todas mis neuronas, y a mis venas llegó veloz cómo en un transfundo.
Fue su primer beso…beso que me conmociona me mata, me asesina, me lleva a otro mundo…
Y allí quedo… siendo más arcángel que persona, sumido en un gran sueño sosegado y profundo que todo lo de mi alrededor… se me desmorona.
Estos versos, mi amada Cristina nace de mis entrañas, porque ese beso que tus labios me han besado, de verdad que en mi alma se ha encriptado.
Tomé sus manos con mis manos, y mirando a sus ojos con infinita ternura le dije:
-Cristina.
-Dime Amador.
-¿Quieres ser mi novia?
-¡Con toda mi alma lo deseo! Pues, aunque apenas te conozco veo en tus ojos que nada me oprobia. Y auque la emoción me agobia… ¡Sí! quiero ser tu novia.
La tarde se me hizo cielo con nubes, y en una nube trasladé a Cristina al vuelo. Ella aferrada a mi cuello me regalaba su boca de rosas y de jazmines…
.. Y de sus frondosos jardines
tomé los frutos prohibidos
que emanaban de sus confines…
… Y quedé confuso y perdido,
rodeado de serafines,
y por Cupido muy herido…
Bailamos como bailan los enamorados. fuertemente amarrados. nuestros labios entrelazados… y los dos mojados… muy mojados…
Y cómo me embarga la emoción, creo que es mejor dejar de escribir este capítulo, no sea que vaya a echar un borrón, que estropee lo que ha salido del corazón.