Si son obras hechas sobre un lienzo
o esculturas sobre piedra,
nadie se lo pregunta.
Nadie se pregunta
para qué sirven Las Meninas de Velázquez,
o el Apolo y Dafne de Bernini,
pero muchos sí que se preguntan
para qué sirve la poesía.
Despiértame los sueños,
para tener momentos de belleza profunda
como las nebulosas
y como las galaxias increíbles,
como la sangre de los milenios,
llévame a un oasis de hermosura,
de descanso entre inspiraciones,
de evasión amable,
de observación minuciosa,
unos instantes puros y elevados
como estrellas de coral,
conozcamos más al Hombre
mientras las palabras suaves, brillan, resplandecen,
como acogedores refugios,
dan qué pensar y reflexionar,
acogedoras palabras como plumas
y apacibles silencios en las manos,
poemas como doradas llaves
o luciérnagas en la noche.
Ciudad de los poemas,
como tempestades que despiertan,
poemas como el sándalo,
que perfuma el hacha que lo corta,
palabras tan suaves como el agua que acaricia,
poemas como una doncella antigua.
La poesía, como un bello sendero
que florece entre jazmines,
donde los que murieron hace siglos
dejaron su pensamiento, como música,
poemas como un paso entre montañas
donde ir riendo, felices.