“Desátame puta´e mierda…
desátame, bruta yegua!!!”
Así gritaba aquel chico,
atadito a una palmera.
Que así lo tenía ella,
una hermosísima nena;
veinteañera, bien culona,
bien piernuda y brutas tetas…
Teniéndolo bien desnudo,
frente a él bailaba ella…
meta mover bien las nalgas
meta mover bien las tetas,
meta tocarle los huevos,
meta hacerle morisquetas!
“¡Basta putona de mierda!!!
¡puta de mierda y soreta!!!
¡porque no conseguirás,
que salte mi leche afuera!!!”
“Ja ja ja ja ja ja ja!!!”
A carcajadas rio ella, y le refregó las nalgas,
por las bolas y las piernas.
“¡Ah-ah-ah-ah-ah-ah-ahhhh!!!”
Hirviendo bramó el muchacho
bien caliente en la palmera,
y a la cara le acercaba,
la muchacha sus dos tetas.
Cosquillas, pajas, mamadas,
todo aquello era;
y como un volcán la pija,
iba echando humito afuera.
“¡Ah-ah-ah-ah-ahhhh-ah-ahhhh!!!
¡puta puta yegua ´e mierda!!!”
Y en un minutito más…
¡la pija era una manguera!
de largar leche bien blanca
y regarla bien entera,
a la muchacha triunfal,
que le decía contenta:
“¿Y, pijudo… qué pasó???
¡Van siete veces, de veras!
¡siete veces que la leche,
te hago saltar pija afuera!!!”
¡qué duelo loco era aquél…
Que siempre, ganaba ella!!!