I
A la china, coreana, japonesa,
Thailandesa, laosiana, camboyana
Le metía ahora mismo mi polla tiesa;
Qué andares, qué piernas; con mucha gana
Yo la desnudaba, pues me interesa
Conocer el sabor de hembra tan sana;
De imaginar, la sangre se me altera;
Voy a ella: te he de comer, ay, dulce pera.
II
Le he preguntado, y dice, “Soy de Japón”;
“Y tú”, me ha preguntado; “Yo soy andaluz”;
“¿Propones irme a tu cama del tirón,
Tanto deseas ver de cerca mi altramuz?”;
“Poco es verlo, sorberlo como melón,
Y si mi en mi alcoba hubiese poca luz,
Lo haremos en mi terraza, a sol pleno”;
“Rápido vas, me quieres dar de lleno”.
III
Kokoro se llama, un nombre precioso,
Solo pronunciarlo a mí me da gozo;
“Kokoro, te adoro”, suena armonioso;
Mi nombre es Juan, como un golpe en un pozo;
Kokoro me ve, su rostro es gozoso,
Mi reina es Kokoro, yo me destrozo,
Quiero ser suyo, deber ser glorioso
Poder ser su príncipe un día tan sólo;
Muero en mi lecho, por ella me inmolo.
IV
De camino al domicilio, le pido
Me dé un beso de tornillo o similar;
Femenino empuje, un chispazo ha sido;
Mis labios, calientes; mi lengua, un alar
Que por la tormenta ha quedado herido;
Su oriental pasión batió mi paladar;
Sus tetas con mis manos he pesado,
Puntiagudas son, ligeras, qué agrado.
V
“Tengo calor, ¿me invitarás a algo frío?”,
Dice, y se sienta cómoda en el sofá;
“Quitate el vestido”, digo; “Ay, Juan, ay, tío,
Desnuda me verás y te gustará,
Me tendrás, pero espera, y dame lo mío,
Un buen vaso de vino tinto valdrá”;
Saco una botella de la nevera;
Dos vasos: nos la bebemos entera.
VI
El alcohol se nos sube a la cabeza;
Ella, lánguida, susurra en mi oreja
Palabras japonesas, ¡qué terneza!;
Mi pene se pone duro, hierro reja;
Ella lo nota y lo toca, es simpleza:
Para bajar su hinchazón, ella deja
Caer su rostro sobre la tal dureza,
Y la calma despacio, va mamando,
Y a mi tanto me gusta, voy jadeando.
VII
“Ay, amor, no, no te corras en mi boca,
Deja, que me gusta chupar, aguanta,
Cuando me folles me volveré loca”;
“Ay, mi Kokoro, mi vida, garganta
Profunda eres, ay, sigue, ay, sí, coloca
Mi glande de nuevo, no hables, ay, lianta,
Que, si quieres, aguantaré, aquí vamos,
Ven a mi habitación, ay, que follamos”
VIII
Su vestido, lo veo, ya cayó abajo;
Pálida su piel; sus tetas de ensueño,
Finas y erguidas; su coño es un tajo,
Profundo y abierto que acoge mi leño,
Que entra y que sale, qué bello trabajo
Procurar placer, tenerlo; me empeño,
Cabalgo más; su tremor es decoro;
Su clímax llega, ay, me vierto, “¡Oh, Kokoro!”
IX
Kokoro me mira, y yo estoy escribiendo;
Junto a mí, sin pijama, se ha acostado;
Que dé fin a esta octava está diciendo,
Los pechos suaves caricia me han dado,
Sus finos dedos me están seduciendo,
Flexibles piernas me atrapan de lado;
Si hay una última estrofa, que se haga sola,
Ella reclama, pide le dé bola.
X
La campiña verde y clara les gustó,
Estaba propia para hacer el amor;
Desnudáronse cuando un pájaro pió;
Ella se tumbó en el heno con ardor,
Él fue a sus muslos y el coño le comió;
Luego ella en cuclillas devolvió el favor,
Y agarrando bien su polla la mamó;
Follaron sobre la hierba, no pararon;
Podéis verlo en Twitter, lo publicaron.