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Aventuras universitarias: Francesita me instruye (1)

Argentina desde los 70 vivió años donde represión era característica de vida y muerte. En sexo, se vivía con miedo… a pesar del “Amor y Paz” del mundo hippie a nivel mundial.

¡Éramos tímidos sexuales!

Sumemos educación estricta… colegios religiosos y poca difusión de temas tabúes como el sexo donde una revista “porno” se vendía en una bolsa negra sellada.

Me faltaba poco más de un año para ir a la Universidad, “volar” muchos kilómetros del nido materno, y algo prepararía esos cambios en mi vida.

Ese verano nos reuníamos con mis amigos en la expectativa del ansiado egreso… y en esa circunstancia conocí alguien que marcaría mi vida… al menos en aspectos de sensualidad y sexualidad.

Lorelei era estudiante de intercambio de idiomas, llego de Ruan a orillas del Rio Sena para perfeccionar su español… y quizá traía también aprender de otros temas, aunque los termino enseñando.

Residía con una compañera que ya había viajado un año y por eso estaba haciendo el último año con nosotros a pesar de ya haber cumplido sus 18 años.

Extrovertida, divertida, descuidada y tan sincera que enamoraba al primer encuentro con su cabellera rubia, sus pecas en la piel tan blanca y un cuerpo muy proporcionado con sus nalgas bien formadas y pechos firmes y apetecibles, que sabía muy bien como vestir para llamar la atención de pobres imberbes, que no disimulábamos babosearnos ante sus comentarios en afrancesado español.

Por esas cosas que más vale caer en gracia que ser gracioso, desde el primer encuentro una chispa nos unió creando un lazo entre afectivo y picaresco… que las chanzas subían de tono y los doble sentidos de las palabras eran algo común. Y no saben como se debe explicar a una francesa una “mala palabra” o cuales puede usar en público y cuales no… más de una profe se puso de colores ante frases de Lore con palabras “inapropiadas”.

Un día estábamos tirados en un fiaca (especie de sillón de los 70) que tenía en mi habitación charlando de mil cosas, en difícil francés/español, pero sabiendo comunicarnos.

En la conversación surgieron temas más íntimos y jugados, como decimos en Argentina, preguntándome por mi experiencia sexual sorprendiéndose al decirle que no tenía, y que aquí es más difícil convencer a una chica de llegar a esas instancias, a lo cual me respondió, “hasta que descubran lo que se pierden…”

Mi pregunta se hacía imparable “¿y que se pierden?”, y al tiempo que decía “un beso francés por ejemplo” me respondió con una acción inesperada para mi… pues sin dudarlo se acercó sus sensuales labios a mi boca y suavemente tomo mis labios entre los de ella.

Fue tan suave que sentí un escalofrío que movilizó todo mi cuerpo incluido mi pene que se puso en señal de alarma, su lengua masajeaba suave mis labios, proyectándose en mi boca busco mi lengua que tímida permanecía inmóvil, animándola a un mutuo abrazo lingual. Con sus dientes intercalaba suaves mordiscos a mis labios al tiempo que incitaba a que yo haga lo mismo. Susurraba suavemente palabras que no entendía muy bien, pero sonaban muy dulces en su francés natal.

Al tiempo que daba ese interminable beso con sus manos masajeaba mis orejas y mis mejillas llegando a mi nuca que acariciaba acompañando su eterno beso francés, mientras yo trataba de acomodarme de modo que no se note mi erección que estaba en su máxima expresión. Cuando calmo de ese beso que me sonó eterno siguió besando mi cuello y me dijo algo como “Je le voula des que je te vu” que después me tradujo en que deseaba darme ese beso desde que me vio… y lo imagino todos estos días que me conoció… y confeso que muchos mas fueron sus sueños y muy húmedos.

Noto mi incomodidad por el pantalón apretado y con mucha dulzura deslizo su mano hasta mi entrepierna, al tiempo que decía “j’aime réveiller ton pénis” (amo despertar tu pene) y en español me dijo ”no vergüenza, mira que tú también haces en mi” y con sus ojos señalo vergonzosamente bajo su camisa desabrochada un brazier juvenil que mostraba sensuales pezones muy inflamados y duros… y suavemente se acercó a mi boca y comenzó a besarme nuevamente pero ahora sus manos acariciaban mi pene sobre el pantalón, primero lentamente luego más frenético y en algún momento deslizando mi cierre para estar más cerca de un miembro que estaba siendo desvirgado por una francesa atolondrada y deseosa.

Mis manos se fueron a sus pechos que no encontraron resistencia a mis caricias notando su firmeza… hermosas tetas como no había soñado en mis mejores imaginaciones con sus pezones pequeños pero muy duros y firmes.

Mis labios se deslizaron a su cuello en algún momento impulsados por Lore misma que deseaba mis labios en sus pechos, los bese frenético, tome cada uno de sus pezones y los besaba humedeciéndolos. Fue ella misma que con su mano los tomaba para que mis labios los soben… y entrecortadamente me pedía que mi “lengua” recorra sus pequeños corchitos como un mimo entre mordiscos que también pedía… se estremecía ante mis mimos y vi que en algún momento soplaba sus pezones… la imite provocando placer en Loreley que gemía mientras mi pene muy duro y erguido era juguete de su mano… y ella me decía “pene lindo… jetaime”, hasta que no aguante más… ya explotaba… y como pude lo dije… me acabo… sale… y me respondió “Si, lait para mi… para mi” y entendía que aceptaba… que estaba acabando en interminables chorros que terminado en sus manos que ahora acerco a mi pija que aun terminando permanecía dura afín a mis jóvenes años, y se quedó jugando con ella en la calma que sobrevino a la tormenta que pase.

Fue a lavarse y arreglarse saliendo de mi dormitorio. Al regresar comenta que mi madre estaba en la cocina, lo cual era sabido por mí, pero en esos momentos no estaba para razonar mucho… es sabido lo que mal intencionadamente dicen que el hombre no tiene sangre suficiente y cuando se llena el pene deja de razonar.

Me abrazo muy dulcemente y me dijo “¿Gustó? ¿Mucho? ¿Quiere más? Soy mimosa y me quede con muchas ganas… me debe… ”, y mientras me besaba sensualmente, mordiendo mis labios y acariciándome con su lengua llevo mi mano a sus entrepiernas donde note su pequeña raja que se notaba húmeda y caliente bajo su pantaloncito de tela liviana, haciéndome sospechar que no tenía bombacha puesta…

Caímos sobre el fiaca nuevamente y nos besamos y mis manos ahora recorrían su pantalón primero por fuera y luego animándome a meter mis manos pudiendo acariciar su cola… que muy firme era un terciopelo en mis manos inexpertas, ella gemía de placer, y aceptaba mis mimos animándome a más… recorrí sus piernas y cuando llegue a su pequeña raja… una concha que había imaginado y deseaba, sintiendo su calor y humedad… alcance a sentir todo lo que podía hacer… Pero en ese momento un grito nos interrumpió:

“¡¡¡Chicos!!! Bajen que vinieron sus amigos a buscarlos” mi madre y la mas inoportuna de las interrupciones… pero prometo contarles en la próximo como siguieron mis clases y mi pago en mimos a Loreley.

Y muy bueno sería que comenten que les parece esta experiencia vivida hace muchos años y hoy en pandemia me animo a describir en capítulos, y los comentarios harán que siga describiendo estos interesantes capítulos de vida… que mientras más sexual, más divertida.

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