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Estrenando

Me llevas a la mesa, estoy completamente desnuda; me senté en la silla y entonces tomas tu corbata y me atas con las piernas abiertas y los brazos detrás del respaldo. Enseguida me colocas un par de pinzas de la ropa en los pezones, gemí por el dolor al sentir como me pellizcaban.

 -Comeremos algo mientras soportas el castigo- me dijiste.

Esa tortura en los pezones es insoportable, pero sé que si me quejo seré aun más duramente castigada, así que aguanté como pude aquel dolor punzante. Entre tanto, te sientas a mi lado, con unos platos de pequeños pastelillos y algo de fruta, me ofreces una tartaleta de fresa y al morderla se me cae un trozo de la frutilla sobre mi puchita, lo tomas con tu boca y lo saboreas, mientras me mordisqueas los labios vaginales, me remuevo excitada en la silla, luego toca el turno a un pedazo de sandía, escoges el más grande es difícil tragarlo sin que se me escurra de los labios, es jugosa y siento atragantarme, los jugos corren por la comisura de mi boca, me castigas moviendo las pinzas en mis pezones. Pero extrañamente, empecé a sentirme excitada ante aquella situación y mi sexo comenzó a lubricarse.

Gemí cuando pasaste tus dedos por mi rajada húmeda.-Que rica! ya estas húmeda y excitada! -Volví a gemir, deseando que introdujeras tus dedos en mí una vez más, pero en lugar de eso, los llevaste hasta mi boca y me hiciste chuparlos saboreando mis jugos. Aquello me excitó mas y traté de mover mis caderas.

-Amo cogeme- me atreví a suplicarte. Tu respuesta fue un -no, aún no! Todavía no estas lista para lo que te tengo preparado esta tarde-

Aquellas palabras me encendieron más. Y sentí como mi panocha empapada palpitaba de deseo. Regresas a la mesa y empiezas a comer, mientras yo seguía sentada, atada a la silla, soportando el dolor que las pinzas me producían en los pezones y con mis piernas abiertas, de vez en cuando te acercas y frotas mi puchita, me besas o tensas las pinzas.

Cuando terminas de comer, bamboleando mis grandes pechos me quitas las pinzas de los pezones y me desatas de la silla. Libre del suplicio de aquel castigo, y como pude, pues tenía las piernas algo dormidas por la postura en la que había estado sometida, me levanté.

-Bien ahora debes reponer fuerzas, necesito tenerte en forma esta tarde, así que descansarás un poco hasta que vuelva, vamos a la cama primero debo prepararte- me dices. Te sigo obediente, al llegar me ordenas: -ponte en cuatro con tus nalgas hacia mí, tenemos que entrenar ese culito-

Hice lo que me indicaste y enseguida sentí tus dedos hurgando mi agujerito posterior, lo que de nuevo me encendió, rozas con tus dedos mi húmeda puchita y esparces sus jugos por mi oyito.

Te acercas a mí y veo que traes un enorme plug anal entre tus manos, un poco asustada y excitada te pregunto: -es muy grande no crees?- – No, es lo que necesitas y te lo meteré en el culo- me dices con una sonrisa entre perversa y excitada.-Pero es demasiado grande, es más grueso que tu verga–Sí, pero es necesario, tienes que tener ese agujero listo para lo cuando te lo penetre mas tarde. Así que mientras duermes una siesta, llevarás este plug puesto- -me va a doler- te dije, -no te preocupes, mi putita linda, te lubricaré y te excitaré mucho y cuando te relajes te sentirás bien y hasta te gustará-

Y sin más, me empiezas a besar, mientras pasas tus dedos en mi clítoris y los introduces en mi concha, empiezo a gemir, -Oh Dios, como te deseo!- ahora deslizas tus dedos en mi culito, tras poner un poco de lubricante, luego pones bastante en el plug y empiezas a empujarlo dentro de mi ano. La presión al principio dolió, sobre todo cuando la parte más ancha tuvo que entrar en mi culo, luego poco a poco, mientras trataba de relajarme fue disminuyendo.

Me das unas nalgadas cuando el plug estuvo perfectamente colocado. Eso me excitó, ya que el plug se movió. Era una sensación maravillosa. -Bien, nena, ahora debes descansar- me dices, haciendo que me tumbara en la cama de nuevo, y tapándome con las sabanas. Cerré los ojos y en pocos segundos estaba durmiendo.

Me despertaste con un beso mientras siento como el plug abandona mi cuerpo. Sin duda me lo estas retirando, Abro los ojos y estas junto a la cama, desnudo, con la verga en plena erección.

-Si Daira, hoy será nuestra noche de estreno y te tengo preparada una gran función- y hasta entonces noto sobre la cama los vibradores, mi panocha se humedeció de inmediato al ver todo aquello e imaginar lo que pasaría allí. -Bien, lo primero de todo, las manos atrás- me ordenas mientras me sigues besando, me atas las muñecas en la espalda con la corbata de nuevo dejándome inmovilizada, -ven- me ordenas, -en tu posición de cuatro!-

Tu mirada ardiente, hay algo en tus ojos que te hace resplandecer, me hipnotizas, no puedo dejar de mirarte.Me abres las piernas y tras eso siento tus dedos acariciar mi puchita, -mmmm estas perfecta, lista para mi-mi cuerpo se estremece, al escucharte. Me sigues acariciando, me haces sentir segura y tranquila y me dejé hacer, entonces de pronto noto que introduces algo en mi vagina, lo deslizas suavemente, me estremecí pues la sensación fue maravillosa, sin duda es un vibrador, ya que inmediatamente empezó a zumbar dentro de mí, empecé a girar las caderas y a gemir.

-Shhhuuuu! Nada de gemir, nada de terminar, debes de ser fuerte y soportarlo sin orgasmo hasta que yo te lo ordene- me dices.-Oh, si amo!- acepté, aun sin estar muy segura de poder controlar mi placer, ya que la vibración causaba estragos en mi sexo húmedo y excitado.El movimiento del aparato me llevó hasta un punto en que mi puchita se contrajo, pero justo cuando el orgasmo iba a empezar, la vibración se detuvo y me empiezas a nalguear.-Ay!- me quejé, esta vez por el dolor. Siento tus ojos de nuevo sobre mi, y esa mirada penetrante pero a la vez tranquilizadora.

Tus labios parecen llamarme a gritos. La oscilación volvió a concentrarse en mi vagina, mientras sentía como algo se introducía en mi culo, sin duda era el plug que hizo que mi ano se expandiera. De nuevo el cosquilleo del orgasmo aparecía y de nuevo la vibración se detenía y la palmada caía sobre mi nalga, lo que hizo que el plug se moviera y me diera otra oleada de placer. Y de nuevo, la vibración golpeando mi sexo, el placer abriéndose paso, y otra vez se detenía y una palmada en mi nalga haciéndome gemir.

-Ahhh! Tengo que buscar una manera de hacerte callar- me dices, -súbete en mí, vamos a jugar al 69- me pones tu pene erecto en mi boca, -vamos chupa, preciosa, así callarás como te ordené

-Abrí la boca y me dispuse a recibir mi linda verga ya gorda y jugosa.- ¡Uhm que excitante, me resulta mamártela!–Oh, Dios, que boca!- Me dices mientras te la chupo con desesperación.

Durante los siguientes minutos, la vibración siguió encendiéndose y apagándose cada vez que estaba a punto de llegar al orgasmo, a la vez que mis nalgas estaban encendidas por tus nalgadas, mientras con la boca mamaba y engullía tu verga. Hasta que sentí como derramabas tu semen en mi garganta, y tanto la vibración como los golpes se detenían. Luego sacaste el vibrador y el plug de mi cuerpo. Me sentí libre pero tambien frustrada cuando mi cuerpo pudo por fin descansar, pero sin haber obtenido la recompensa de disfrutar del placer que me había proporcionado el vibrador.

-Bien, te has portado muy bien,- me dijiste. Entonces me miras de nuevo y me dices -es hora de un break- y me ofreces un trago, te dejas caer en el sillón, exhausto pensé yo, pero en realidad apenas habíamos empezado. Ahora te voy a coger, me dijiste con tu verga ya parada de nuevo, -no puedes terminar hasta que te lo ordene

-Asentí con la cabeza, la excitación aumentó cuando por mi cabeza cruzó la imagen de lo que se suponía que me harías. Lo primero que hiciste fue volver a colocar un par de pinzas en los pezones, haciendo que me mordiera los labios ante el dolor, pero soportándolo. Luego cogiste el masajeador que había sobre la cama y lo aplicaste sobre mi clítoris, el masaje empezó a hacer efecto, haciéndome estremecer. Traté de soportarlo como pude, aunque no podía evitar restregarme contra él, pues me gustaba la sensación que me producía en esa zona erógena. Cerré los ojos y por un segundo estuve a punto de dejarme ir, pero recordé tus palabras, sobre todo cuando una fuerte palmada cayó sobre mis nalgas. Tus ojos se cruzaron con los míos entonces y traté de sobreponerme, quitaste el vibrador, cuando estaba casi al borde del orgasmo y te acercaste de nuevo a la cama, vi que cogías un dildo de látex bastante grueso y diciendo: -Hay que preparar bien este culito- acercándolo, luego presionaste, gemí al sentir como me penetraba dejando caer mi cabeza hacia atrás.

La sensación de plenitud era demasiado intensa y aumentó cuando empezaste a moverlo, dentro y fuera una y otra vez, lo que me hizo gemir, esta vez de placer: -que buena puta, seguro que necesitas mi verga que te llene ¿verdad? Que te dé ese placer que estas conteniendo- sacando el dildo de mi agujero trasero, gimoteé extasiada mirándote a los ojos desafiante y deseando que lo hicieras, que me penetraras, que me llenaras.

Claro que lo necesitaba, estaba loca por sentir el orgasmo de una vez por todas. Y sobre todo sentir tu verga dentro de mí. -Linda te voy a coger por el culo y te dejaré terminar, pero… sólo cuando yo te de permiso lo harás- -Síiii- respondí. Mi sexo palpitó y enseguida sentí como me tomabas por las caderas y situabas mi culo frente a tu erecta verga y con cuidado la introducías en mi dilatado ano.

Fue abriéndose paso muy despacio, firme, hasta lo mas profundo de mí. Sentí como se acomodaba en mis entrañas, luego empezaste a bombear lentamente, haciendo que todo el placer se concentrara en mi agujero trasero, era una sensación sublime y maravillosa; sentirme llena y excitada de aquella manera. Mientras empujabas, tus manos subieron hasta mis tetas, las apretaste y masajeaste con cariño intensificando las sensaciones y haciéndome gemir.

Estaba a mil y en pocos segundos al borde del orgasmo por lo que supliqué -Puedo?- -No, aún no, aguanta- Me ordenaste firmemente. Soporté tus envites mientras trataba de apartar el placer y las sensaciones de mi mente y mi cuerpo. -Por favor, déjame terminar!- Te dije

Me diste dos grandes empujones más y entonces me dijiste -ahora, nena, ahora, ya tienes mi permiso-Y lo hice, dejé que mi cuerpo se liberara de aquella tortura y el orgasmo explotó en mi culito extendiéndose por todo mi cuerpo, haciéndome estremecer como nunca antes lo había hecho, lo que también desencadenó tu orgasmo y te sentí disparar todo tu semen en el interior de mi ano. Ambos terminamos gimiendo.

Me abrazaste con fuerza, cayendo ambos al suelo sentados, de modo que quedé incrustada en tu enorme verga que me proporcionó un nuevo orgasmo que me hizo gritar:-Aaaaaahhhhh! Dioooossss-

Tras eso me aparté y me quedé en cuatro en el suelo, sintiendo los últimos espasmos de mi culo vibrando. No podía creer que se podían tener orgasmos por el culo.

-Ha sido increíble, ¿verdad, cariño?- Me dijiste.-Si, ha sido algo brutal, no puedo más, te respondí–Mi pequeña, no sabes como como me hiciste gozar, quiero darte un orgasmo aún mejor que ese!- me dijiste besando mi rostro por todas partes.

Continuará…

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