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Mi primera clase de sexo oral. Aprobada

Atrapé a los padres de una amiga teniendo sexo oral y descubrí que me excitaba más de lo que imaginaba. Yo era joven, si bien ya no era virgen, nunca le había practicado sexo oral a nadie, fantaseaba con hacerlo, pero creía que aún no estaba preparada.

En el primer año de facultad nos habían dado como tarea para el fin de semana realizar una investigación en grupo sobre la biodiversidad de la ciudad.

En nuestro grupo de amigas esa investigación de fin de semana significaba estar todas juntas, todo el día, durante tres días. Diversión, paseos, y comida.

Y algo de investigación.

La aventura comenzó ese mismo viernes en la facultad. Al terminar la clase, en el bar de la esquina, comenzamos con la organización.

El lugar elegido para hacerlo fue la casa quinta de Juli, ella es hija única y los padres Roberto y Anahi, se irían de viaje a Europa en festejo de su aniversario.

Como la ansiedad era grande y no queríamos perder ningún minuto de la aventura del fin de semana al salir de la facu subimos las cuatro amigas al auto de Juli, realizando paradas estratégicas en las casas de cada una de nosotras para dar avisos a nuestras familias y cargar un bolso con ropa.

Al llegar a la quinta nos recibía un pasillo arbolado que acompañaba el camino, al avanzar hacia la casa principal los árboles se convertían en rosales que dibujaban el sendero que llegaba casi hasta la puerta principal.

En el frente de la casa había una piscina con agua cristalina y algunas camas inflables que nos esperaba.

La casa era de dos pisos, de estilo colonial, sus paredes eran de un color verde y sus techos de tejas rojas y un enorme parque con árboles frutales, otros añejos y altos.

Juli dejó perfectamente estacionado el auto debajo del porche de la casa. Y al descender las cuatro fuimos recibidas por Ester y Juan, el matrimonio que cuidaba la propiedad.

Nos ayudaron con el equipaje y se retiraron. En el piso superior había tres habitaciones con baño privado, y un pasillo con un ventanal hermoso, grande, que abría sus puertas a un balcón amplio, con una mesa y sillas que se convierten en camas. Casi instintivamente nos separamos en dos grupos y elegimos habitación.

Aún quedaba un poco de sol, y decidimos tomarnos el resto del día para disfrutar de la pileta, la casa y organizar la investigación del día siguiente.

Y como jóvenes que éramos corrimos en bikini por toda la casa llevándonos provisiones, bronceadores, gafas, tragos, toallas y demás cosas al solarium, para disfrutar de la pileta y del deck.

Y mientras jugábamos en la piscina, admirábamos la belleza de Mati, el hijo de los caseros.

Juli nos había hablado de él, nos había dicho lo bien que besaba y la fuerza en sus brazos, lo que hacía que el deseo sea mayor.

Para deleite de nuestros ojos Mati era el encargado de mantener el parque y se paseaba entre los árboles como un stripers… o eso imaginábamos nosotras.

Al caer la noche Ester y Juan, nos agasajaron con empanadas caseras en la cena.

Estábamos agotadas pero era viernes por la noche y no queríamos dormir temprano, Mati cenaba con unos amigos iguales o más lindos que él y nos invitamos a unos tragos.

La noche estaba hermosa, estrellada, los chicos tenían una guitarra y un fogón, y nosotras éramos chicas de ciudad, que amábamos el campo.

Y al lado de ese fuego ardiendo, nos recostamos en mantas, sobre el pasto, escuchando los grillos, mirando las estrellas, nos conocimos, nos besamos.

Que lindo que besaba!! fue un beso tierno, ardiente, excitante… pero sabíamos que aún no podíamos hacer nada.

Me tomó de la mano y me acompañó hasta la puerta de mi habitación. Y mientras introducía su lengua en mi boca y se encontraba con la mía escuchamos sonidos que parecían gemidos y bajamos hasta la cocina.

Estábamos súper excitados y esos sonidos solo sumaban calentura.

Buscamos con la mirada el lugar de donde provenían esos placenteros gemidos y descubrimos a los padres de Juli teniendo sexo oral.

Roberto, apoyado sobre la mesa completamente desnudo y Anahi, de rodillas frente a él, produciéndole placer, lamiendo y mordiendo su pene, disfrutando de eso.

Nos quedamos observando, escondidos detrás de una columna, tocándonos mientras nos daban una clase de sexo oral y placer mutuo.

Lo que vi esa noche fue magistral.

Mati con una tremenda erección y yo húmeda hasta el orgasmo los observamos y aprendimos.

En silencio nos retiramos del lugar cada cual a su habitación.

Al día siguiente el matrimonio exbicionista viajaba a Europa y nuestra investigación de biodiversidad se ponía en marcha.

En la mañana desayunamos todos juntos y las cuatro amigas recorrimos la quinta tomando nota de diferentes árboles y animales que encontrábamos en el camino.

Volvimos para el almuerzo, un típico asado con ensaladas. La tarde la pasamos en la pileta. Y en la noche volvieron los amigos de Mati para hacer nuevamente un fogón. Esta vez sin adultos que ocupen la cocina.

Bailamos alrededor del fogón, cantamos acompañados de la guitarra y nos acostamos a mirar las estrellas.

Comenzamos a acariciarnos, le bese el cuello y toque su entrepierna que se endureció al instante. El fuego de la noche anterior aún estaba encendido, introdujo su mano dentro de mi bikini y mojó su dedo con mi excitación.

Le pedí que me acompañe hasta la cocina mientras le guiñaba un ojo, y mientras recorría con mi lengua mis labios le dije: -necesito tomar algo.- al llegar, desabroche su pantalón desesperada, hambrienta, mientras lo empujaba hacia la mesa

Baje su ropa interior, tomé su pene entre mis manos y recordé a la mamá de mi amiga, metiendo en su boca el miembro grande de su marido, y el placer que ella generaba.

Y comencé a lamerlo despacio, y acompañe el movimiento con mi mano, de adelante hacia atrás, cambiando de ritmo, como había aprendido. Y observaba la cara de placer de Mati que me confirmaba mi súper desempeño. Lo mordía suavemente y gemía como lo había aprendido.

Mati también era nuevo en el sexo oral y no pudo aguantar mi primera clase.

El domingo a la tarde, después de haber realizado la investigación y estudiado de la biodiversidad, volvimos a nuestras casas.

Mati era el encargado de llevarme hasta mi casa, las chicas se iban con Juli en el auto.

Mientras manejaba, lo mire y me acordé de su cara de placer de la noche anterior, me recline sobre su entrepierna, desabroche su jeans, saque su pene y se lo cogí con mi boca. Sentí su rigidez, sentí su firmeza, lo saboree, sentí como se contraía una y varias veces mientras eyaculaba en mi boca, sentí como se ablandaba y se relajaba nuevamente ante mi segunda lección.

Me confeso que nunca le habían practicado sexo oral.

Le confesé que con él había sido mi primera vez.

Fue un fin de semana en el que aprendí mucho, y no solo de biodiversidad.

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