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Dalia y el babydoll

Dalia estaba sola después de llegar de la biblioteca y tendría la casa así por varias horas según la nota que le dejaron sus padres en la nevera, así que una idea le cruzó en la mente visualizando aquella prenda que había visto en la ropa sucia, se decidió y tomo el baby doll color negro de su madre: estaba escotado y tenía encajes con una tela fina y transparente, con una caída corta muy corta, cuando lo tomo por los tirantes y lo extendió frente a ella para verlo trago saliva, sus manos apenas y lo podían sostener porque estaba temblando, estaba ansiosa, desde la primera vez que lo vio sintió curiosidad ya que nunca había usado lencería de ese tipo y lo puso sobre la cama.

Comenzó a desnudarse, rápidamente y con movimientos algo torpes, quizá por el nerviosismo, su rajita estaba respondiendo y no pudo evitar tocarla lo cual solo hiso que aumentarán sus deseos.

Una vez que estuvo desnuda tomo el baby doll para enfundarlo en su cuerpo, lentamente pudo sentir la textura de la tela recorriendo la piel y la parte de la faldita deslizándose sobre sus nalgas, sentía la humedad entre sus piernas y entonces cuando levantó la vista mirándose al espejo se perdió mirando su reflejo, sus pezones marcados por la tela, las nalgas apenas cubiertas por la falda, dándose la vuelta miro su culo deseable apenas cubierto ya que sus caseras y sus nalgas eran más amplias y aunque quiso seguir mirándose solamente, le fue inevitable empezar a masturbarse, podía sentir su clítoris inflamado, la cara totalmente sonrojada mientras se miraba al espejo masturbándose, dirigiéndose a la cama compenso a acariciar sus nalgas y con la yema del dedo los pezones, movimientos torpes y ansiosos pero que aumentaban su excitación…

Entonces se atrevió a ponerse en 4 sobre la cama y posar como una verdadera puta con sus nalgas empinadas y mirando como su puchita palpitaba mientras más se empinaba, inconscientemente se masturbaba cada vez más rápido y fue entonces que al sentir la llegada de su primer orgasmo se atrevió a darse unas nalgadas que generó una venida mucho más placentera de lo que pudo haber imaginado.

Dalia estaba rendida y con una cantidad de líquido expulsado por el clímax muy abundante, fue ahí que llegó el remordimiento jurando no volver hacerlo nuevamente, bueno, al menos hasta que en la próxima consiguiera su propia lencería…

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