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¡Tienes una hermosa verga!

Había visto este local de masajes en una pequeña plaza comercial cerca donde mi hermana tiene un restaurante. Después de pasar por ahí por mucho tiempo, a principios de este año en un día muy frío decido darles una visita y relajarme con un buen masaje. Con cierta desconfianza entro y me recibe una mujer muy madura, quizá igual a mi edad, unos 50 años y me pregunta con un acento quebrantado en inglés, si quiero un masaje de media o una hora. Le pago la cuota de una hora y me hace esperar en una pequeña sala donde escucho música instrumental de fondo. A los minutos llega la misma mujer y realmente no entendí lo que decía y le contesté pensando que me preguntaba si yo era latino. Pero creo que me preguntaba si deseaba una chica latina o asiática para el masaje. Resulta que a los minutos apareció una chica latina y me dio el nombre de Jessi.

Le calculé de unos 28 a 30 años, de rostro alargado, cabello castaño y de una altura de no más de un metro y sesenta y cinco. Usaba una bata azul como las que usan los médicos o enfermeras y podía ver una blusa blanca detrás de la bata y usaba unos tenis también de color blanco. Verdaderamente tenía unas facciones atractivas pero lo que más me llamaba la atención, era un lunar por sobre el labio superior que le hacía ver muy sensual. Su sonrisa era melosa y con un acento hispano que no pude identificar su origen me pidió a que pasara a una especie de baño y me pidió que me desvistiera y me acostara en una especie de cama. Me desnudé totalmente y acostado esta chica me ha bañado y restregado delicadamente mis partes íntimas. Me asiste a secarme y me pide a que pase a un pequeño cuarto donde hay una cama de las que se usan para dar masajes.

Me asiste a acomodarme en la camilla y me pide que me acueste sobre mi estómago, me pone una toalla para cubrirme las nalgas y me pone unas lámparas de calor y me deja a solas por unos cuantos minutos. Luego Jessi vuelve a aparecer, veo como se remueve su bata y queda con solo una blusa blanca y unos pantalones cortos donde me deja apreciar unas bonitas piernas y ahora si puedo ver que tiene un bonito trasero y que tiene también un busto agradable para la vista de cualquier hombre. Me llama por mi nombre y me pregunta:

-Tony, ¿prefiere un masaje penetrante o delicado? O, en otras palabras, ¿lo prefiere fuerte a los músculos o solo toques sobre su piel?

-Lo normal… ni muy fuerte ni que pase desapercibido el masaje. -le he contestado.

-También tenemos el masaje de cuerpo a cuerpo, pero eso tiene un costo adicional.

-Y eso… ¿Cómo es?

-Bueno, además del masaje normal, yo solamente me quedo en mis pantis y en ciertos pasajes del masaje usted sentirá el calor de mi cuerpo sobre el suyo. Es un masaje más íntimo. -me dijo.

Jessi se refirió al masaje en su término asiático y el costo extra eran otros ochenta dólares, a lo cual acordé a pagarlos. Ella se quitó la blusa y su sostén y luego se bajó el pantalón corto y se quedó solo con su tanga de color turquesa y comenzó con el masaje sobre mi espalda. Quizá pasó unos veinte minutos en un masaje que comenzó en mi cuello y se extendió hasta los dedos de mis pies y de repente sentí como Jessi se subía a la camilla, removió la toalla de mis nalgas y se acostó sobre su estómago sobre mi espalda. Podía sentir el calor de su cuerpo y oler esas feromonas de mujer y sentí esos choques eléctricos cuando sus pezones chocaron sobre mi espalda. Estuvo sobre mi por unos cinco minutos y en ese tiempo me masajeó con sus uñas toda el área de mi cabeza y lo que me hizo que mi piel se erizara. Se bajó y me pidió que me volteara y ahora me ponía la toalla en la zona de mi pene, aunque este había reaccionado y si no estaba totalmente erecto, se podía mirar ya el bulto.

Continuó con el masaje y le dedicó varios minutos a mis pectorales y poco a poco bajó a mi abdomen y me dio un rico masaje en las piernas y mi pene reaccionaba a ese toque que me daba en las entrepiernas. Intenté calmar mi excitación haciéndole plática a la vez, pero era casi imposible pues tenía unos pechos con una simetría perfecta para su cuerpo y sus pezones se miraban erectos. De vez en cuando se alejaba de la camilla para tomar más crema aromática y podía ver ese trasero redondo y apetitoso que se tragaba en medio de sus nalgas el hilo dental que era su tanga. Verdaderamente Jessi es una mujer atractiva y creo que también yo a mis más de cinco décadas de vida, le atraía mi físico. Me dio algunos cumplidos por mis piernas y yo le había dicho que eran producto de jugar al fútbol y tenis.

Al igual que lo había hecho cuando estaba acostado sobre mi estómago, Jessi hizo lo mismo ahora que estaba sobre mis espaldas. Removió la toalla que cubría mi miembro, subió a la cama y reposo su pequeño cuerpo sobre el mío y me ponía su rostro cerca del mío. Podía sentir sus pezones erectos y realmente no sabía qué hacer y fue ella la que sobre mí comenzó con una plática donde podía observar esa sonrisa coqueta y melosa de Jessi.

-¡Eres un hombre muy guapo! ¿Estás casado? -hasta entonces identifiqué en algo su acento.

-No… no soy casado. ¡Y tú realmente eres una chica muy hermosa! ¿Tú estás casada?

-Si… si estoy casada.

-¡Qué suerte la de tu esposo! ¡Que belleza de la que disfruta todos los días! -y ella sonríe.

-¿Le parezco bonita?

-Eres una mujer muy hermosa y no sé si podré contenerme en no tocar más allá de lo que no puedo tocar. -y Jessi me sonríe.

Tener a esta mujer casi desnuda sobre mi y con las ganas de tomarla totalmente fue un reto bastante difícil de conllevar. Ella me miraba con esos ojos almendrados y sabía que me tenía excitado, pues sentía el calor de su cuerpo y sus pezones erectos sobre mis pectorales. Quería tomarle de las nalgas, pero no me atrevía… no sabía en realidad a lo que estaba abierta esta chica en conllevar. Ella me lo preguntó:

-¿Y qué es lo que quiere tocar?

-¡Todo! Aunque verdaderamente me pican las manos por tomarte del trasero. -le dije mirándole a sus ojos oscuros.

-¡Hágalo…! Le doy permiso para que lo haga.

Le tomé el trasero y lo comencé a masajear. Se podía sentir unos glúteos firmes y al acariciar su piel, podía sentir como esta también se erizaba. Sabía que al igual que yo estaba excitada, pues creo que sintió mi erección entre sus piernas. Mi pene estaba totalmente erecto y ya había comenzado a expulsar esas secreciones pre seminales. Sabía que ella lo sentía y creo que ella procuraba en excitarme, pues de repente me mordiscaba el lóbulo. Fue cuando tomé el valor para preguntarle:

-¿Hay otro servicio que ofrezcas?

-¿Qué es lo que usted quiere?

-Realmente tú sabes lo que yo quiero.

-¡No me lo diga! Mire… yo no suelo hacer esto, pero le voy a ser sincera. Su pija, es la más hermosa que he visto en mi vida… no me diga nada y si hay algo que no le gusta, solo dígame que pare y nos olvidamos de esto.

Jessi se incorporó y tomó posición como para hacer el 69 aun con su tanga puesta, pero ella por su porte y la camilla incómoda, me dejó su conchita muy elevada y alejada de mi rostro y ella comenzó a aplicarme un oral que recordaré toda mi vida. Esta chica que después supe era uruguaya, si sabe mamar una verga. Comenzó con un oral delicado que se transformó en uno de garganta profunda y de connotaciones pornográficas. Yo solo podía masajear su conchita con mis dedos, pues la mantuvo elevada y muy lejos de mi rostro. Aun así, podía ver como se iba humedeciendo y salían esos hilos gruesos de sus jugos vaginales. Su concha estaba totalmente depilada con un pequeño arbusto en su zona sur del monte venus. Su ojete parecía más rosado que el típico ojete, pues creo que las lámparas de calor magnificaban su color. Sabía que estábamos más allá de la hora y pensé que de repente todo aquello acabaría, pero me equivocaba, Jessi siguió mamando mi verga y podía sentir su saliva resbalando por mis testículos en dirección de mis nalgas. Fueron 15 minutos intensos de sexo oral y luego yo tomé el control.

La puse a ella sobre la camilla sobre su espalda y comencé a lamer su concha mojada hasta saciarme del deseo. Un sabor saladito y caliente de unos jugos que no cesaban de emanar. Sabía que se venía pues comenzó a jadear intensamente y me lo anunció. En ese momento le apunté mi pija, como ella lo llamó, y se la dejé ir con embestidas profundas, pues la camilla me quedaba a un perfecto nivel y ella estaba en la orilla con sus piernas elevadas cuando le hacía sexo oral. No pasaron más que una embestida con un vaiven intenso y se corrió con un orgasmo espectacular que parecía se orinaba. Así de mojado quedó ese piso. Me pidió que no la embistiera tanto o muy fuerte, pues la penetración en esa posición le causaba cierto dolor y mi verga solo se la metía a la mitad. Recuperó su respiración y ya con esa confianza le preguntó si quería darme el culito. Su respuesta fue afirmativa y comenzamos la faena.

Me tomó dilatarle el ojete unos cuantos minutos y cuando ya había logrado penetrarle ese rico culo, la vieja asiática llegó a tocar la puerta. Jessi había asimilado muy bien la penetración y parecía que disfrutaba del sexo anal, que hasta ella misma masturbaba su clítoris y fue ella la que con un grito le dijo a la vieja en un inglés quebrantado: (He’ll stay 30 more minutes) El estará 30 minutos más. – Seguí con mi embestida y Jessi solo me dijo: ¡Acabe, que esta vieja no dejará de tocar la puerta! – Me concentré en su bonita cara, de cómo se miraba su rico culo en posición de perrito, hice memoria de cómo la vi y escuché correrse y pude ver el cielo y le dejé ir mi corrida. Su culo rosado ahora se miraba blanco y Jessi cuando me limpiaba y se limpiaba me lo volvió a decir: ¡Tienes una hermosa verga!

Con lo acordado a pagar que eran ochenta dólares le dejé en total $250.00 que era el total que llevaba en efectivo. Dos días después regresé, pues me dijo que el siguiente día no estaría en el lugar, y la he venido repitiendo pues debido a esta pandemia las chicas que regularmente estaban disponibles, se les hace un tanto difícil de desprenderse de sus maridos. Ahora con Jessi no llegó para un simple masaje, ella sabe que llegamos y desde el primer minuto, nos dedicamos a follar: ¡Que rico culo tiene esta linda mujer!

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