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¡Olvidé mi panti en su habitación!

Lariza, es una mujer muy coqueta y por ahí algunas personas que se le han escapado algunas palabras la han señalado como una chica promiscua y algunas han dicho que es una típica trepadora. Ella de vez en cuando trabaja para la compañía de mi hermana, pues su hermana mayor es una de las mejores vendedoras de bienes raíces de su compañía y Lariza no se ha hecho de un puesto, pues parece que es un tanto irresponsable.

Definitivamente sé que a esta chica no tiene que hacer mucho para atraer a cualquier macho, pues tiene un cuerpo espectacular donde le sobresale todo: Un rostro angelical, unos pechos que parecen dos medianos melones y un trasero de ensueño. La única vez que la he visto en traje de baño, realmente tiene una cintura como sí se la hubiese mandado a hacer. Pensé… es por eso por lo que le tienen envidia.

La verdad que con el tiempo me di cuenta de lo que hablaban los demás en relación con esta chica. Mi hermana todos los años para el final del mes de octubre hace una fiesta para todos los empleados. Si no hace frío, algunos se meten a la piscina, hay música y comida… y por supuesto, mucha bebida. Ese día me estaba tomando unos tragos a solas mientras divisaba a todos, unas sesenta personas en el patio de mi casa desde la terraza de mi habitación. Desde abajo escucho que me dice: Don Antonio, ¿no me invita a un trago?

La invité a que subiera y le indiqué desde arriba como llegar a mi habitación. Yo estaba con un pantalón deportivo y con una camiseta desmangada. Ella estaba con una minifalda blanca, una blusa color fucsia que la hacía ver juvenil y llevaba unas sandalias de cuero. La encontré subiendo las gradas, pues en el segundo nivel hay seis habitaciones. Me dio los cumplidos de rigor con referente a mi casa y pude ver esas bonitas piernas pues la dejé ir por delante de mí las últimas gradas donde nos habíamos encontrado. Entró a la habitación y le pregunté qué es lo que deseaba tomar.

Esa tarde ya me había tomado cuatro whiskeys y le serví uno doble a Lariza. Creo que ella ya se había tomado un par de cervezas, pues la miré bastante entonada con los primeros sorbos al trago. Hablamos un poco de cosas triviales, pero luego pasó a lo que le caracteriza y por lo que ella es bien conocida.

-Usted debe hacer mucho ejercicio… tiene buena tonalidad en sus músculos. Se le mira muy imponente con esos pectorales bien desarrollados. Don Antonio, ¿qué edad tiene?

-Ya soy un hombre de edad… voy a cumplir 50. -le dije.

-¡Increíble! Se mira usted tan joven que le juro que le iba a decir 40.

-Tú no pasas de los 20. -le dije.

-Tengo 25. – me respondió.

La verdad que olvidaba que ese mismo año había asistido a su cumpleaños 21 y no me recordaba pues solo fui por unos 20 minutos. Estaba contemplando mi trago y también las bonitas piernas que esta mujer tiene, pues estaba sentada en el sofá con las piernas cruzadas y me hablaba de lo decorada de mi habitación y de repente me dijo:

-¿Cómo me gustaría relajarme en esa yacusi?

-¡Pues está a tu disposición!

-¿No le molestaría verme desnuda? Imagino que no será la primera mujer que ve desnuda ¿verdad?

-No… para nada. Si te sientes confortable, pues pásale.

Pensé que lo pensaría mucho, pero en segundos se puso de pie, me pidió que le desabrochara el sostén, ella se bajó la minifalda y posteriormente vi caer su pequeña tanga color fucsia. Realmente me deslumbró, no me imaginaba que la iba a tener desnuda ante mi como un día lo imaginé cuando la vi en traje de baño un año atrás. Tiene una panocha pequeña estilo Barbi, y un culo redondo espectacular. Le ayudo a subir las gradas y ella se mete mientras yo sigo sentado en un sofá.

-Don Antonio, ¿le puedo hacer una pregunta?

-Dime…

-¿Cuántas mujeres han pasado por este yacusi y han terminado gimiendo en esa cama?

-Algunas… -le dije con una sonrisa.

-Usted es un hombre muy guapo y no dudo que sean más que solo “algunas”. Por ahí alguien me contó que mi hermanita ha pasado por aquí.

-Te han informado mal y en todo caso, dejaría de ser un caballero para hablar de esas experiencias íntimas contigo.

-Dígame don Antonio, si yo le dijera que tiene un solo deseo que yo le voy a cumplir: ¿Cuál sería su deseo?

-Te lo diría si supiera que me lo cumplirías.

-Dígame… se lo prometo que se lo cumplo. Intuyo saber que es lo que usted quiere. Dígame.

-La verdad, que me gustaría follarme ese precioso culo que tienes.

Le di el último sorbo a mi whiskey y la vi directo a sus ojos y escuchar su respuesta. Sonrió y me dijo:

-¿Literalmente me quiere follar el culo?

-Si… me encantase cogerme tu culo.

-Vengase… déjeme ver esa verga que quiere gozar de mi trasero.

Me desvestí ante ella y me hundí en el yacusi. No tardó mucho para que me la comenzara a pajear. Me pidió que me sentara a la orilla y comenzó a mamármela. En una de esas breves pausas me decía: ¡Siempre me la imaginé así, grande y potente!

Debo decir que Lariza con sus 21 años sabe mamar. No fue mucho la mamada, fue una mamada corta y deliciosa de unos cinco minutos y luego me pidió que nos saliéramos y me preguntó: ¿Dónde me quiere? – no le había contestado cuando ella me tomó de la mano diciendo: -Este sofá se mira apropiado.

Mi verga estaba húmeda de su saliva y bastante líquido pre seminal vertía. Ella me lo enfatizó de nuevo diciendo: -Como se lo prometí, le voy a dar lo que usted desea, pero vaya con cuidado de que usted tiene una verga que a cualquiera puede hacer daño. – Se puso automáticamente en cuatro sobre el sillón, miré ese precioso culo que nunca imaginé follármelo ese día, le abrí las nalgas y le dejé ir una escupida al ojete para lubricarlo.

Sabía que ella estaba un tanto ebria y yo a la vez estaba también un tanto entonado. Le abrí el ojete con mi pulgar y se lo dilaté por un par de minutos, le dejé ir la lengua a su ojete y le lamí todas las paredes de sus nalgas mientras divisaba como su concha se humedecía. Lariza solo gemía de placer diciendo: ¡Que rico… usted si sabe lo que hace! -Me puse en posición para la perforación y le dejé ir mi glande y me dijo: ¡Con cuidado, tienes una cabeza muy gruesa!

No le hice tanto caso y comencé a abrir ese rico y apretado culo a mi antojo. Lariza es una de esas pocas mujeres que me han pedido que las nalguee con fuerza, algo de lo que no me conforta hacer, pero creo que para eso se hicieron los colores y los sabores y el tacto, no es muy diferente. Lariza asocia el dolor con el placer. Por mi estado con un nivel de alcohol de cuatro tragos sabía que no me iba ir a las primeras, así que ese taladreo fue constante, con embates violentos como los de una película porno de sexo duro. Mi verga salía y entraba a placer y algunas veces se la saqué toda para ver cómo le quedaba de abierto ese culo y le dejo ir otra escupida.

Me pidió que nos fuéramos a la cama y se puso en posición del misionero y me pidió que la halara, para que sus nalgas quedaran a la orilla y pudiera seguir penetrándola analmente. Sus dos lindas piernas se abrían y podía ver como mi verga se hundía en este rico culo. Ella comenzó a masturbar su conchita frenéticamente y me pedía a gritos que no parara. Sabía que el bullicio de toda esa gente en la piscina camuflaría los gemidos y alaridos de Lariza, pero adentro de mi habitación sonaban escandalosos. Me gritaba diciéndome: ¡No pares, fóllame el culo, quiébrame el culo cariño que me vas a hacer venir! – era un grito constante y se corrió y sentí como su intestino se contraía, ella me pidió que le penetrara su conchita con los dedos y así lo hice. Gimió con tanto placer y aquello me encendió plenamente y con unos golpeteos más en contra de sus nalgas, me hizo venir y mis testículos se fruncieron de placer.

Se fue a bañar, se vistió rápidamente, se compuso su cabello y salió campante sin decir mucho hacia el patio. De nuevo salí a la terraza y miré a Lariza entre toda esa gente. Solo me llegaron de nuevo esas imágenes que acaba de vivir quebrándole ese rico culo que nunca imaginé follármelo. En ese pensamiento estaba, cuando suena mi celular y contesto. Era mi amiga Diana, quien es una de las vendedoras que trabajan con mi hermana y a quien me vengo cogiendo por más de ocho o nueve años. Ella es casada y hemos tenido esta relación y ella y yo somos muy abiertos. Contesté y me dice:

-¿Te la acabas de coger verdad?

-¿De qué hablas?

-Todos hemos escuchado los alaridos que le has sacado a Lariza.

-¿No sé de lo que hablas?

-Tony, tu hermana nos iba a decir unas palabras y todos hemos callado y se podía escuchar esa cogida que le estabas dando. Al menos los que estábamos cerca de la terraza los hemos escuchado.

No me mentía, pues mi hermana me lo dijo riendo: -Callé a todo el mundo para agradecerles su participación y parecía que era una de esas bromas, todo el mundo escuchó cuando esa mujer aullaba. Desde entonces la comenzaron a identificar como la loba. Luego mi hermana también agregó, que la hermana de Lariza sintió tanta pena, pues diez minutos después se despidió de ella, sin hacerlo con todos los demás en una fiesta que apenas estaba en su término medio.

Hace poco me encontré con Lariza y me contó lo que había acontecido alrededor de su hermana y literalmente esta fue su conversación cuando ella apareció después de la culeada que le había dado:

-¿Dónde estabas? Todo el mundo va pensar que eras tú a la que el Sr. Zena se estaba cogiendo.

-No se equivocarán… me acaba de dar una tremenda culeada.

-Lariza… ¡realmente eres una puta! ¡Vámonos de aquí! Siento que toda esta gente nos estará mirando y criticando como siempre.

-¡Esta bien! Solo dame tiempo de ir por mis pantis… las he olvidado en el baño de su habitación.

-¡Realmente eres una puta!

-Pues tú también has sido su puta… ¿crees que tus amigas no me lo han contado?

La verdad que si había dejado su tanga a un lado de la tina del baño para que yo las encontrara. Cuando las vi, ya estaban sus jugos vaginales secos. Pero también era mentira que me había cogido a su hermana como muchos pensaban… nunca me la cogí. Estuvimos a punto de dar ese paso y esa noche con Yaneth nos besamos apasionadamente, su piel se erizó cuando le besaba y recorría el cuello con mi lengua… saboreé sus dos pezones y llegué a su monte venus. Sé cómo luce esa conchita, sé cómo se sienten esas sólidas nalgas de Yaneth, pero ella abruptamente paró todo diciendo: -No puedo Tony… Te mentiría diciendo que no quiero, pero jamás me lo perdonaría… ya de por sí le he fallado a mi marido.

La dejé que se vistiera y Yaneth se fue apenada de esa misma fiesta que mi hermana celebraba dos años atrás. Le costó volverme a ver a mi cara y ahora con lo que pasó con su hermana, creo que vive esa pena ajena y no se ha ido de la compañía de mi hermana, pues por estos días está un tanto difícil aventurarse a dejar un trabajo.

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