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Tratamiento para la cara

Fui, soy y seré una mujer extremadamente caliente y sobre todo, probaré y probaré la rica miel de cada hombre que me posea. Igual de las chicas, con las que he pasado momentos fabulosos e inolvidables.

Como les he conversado en otras oportunidades, mis alumnos son para mí muy especiales. Me han cogido en mi casa, en hoteles y en fiestas y algunas veces varios han tenido la dicha de cogerme en grupo. No olvido aquellos viajes en las que me poseen y llenan mi rostro de semen y en muchas ocasiones varios han descargado en mi boca y he tragado -feliz- esa deliciosa miel que me vuelve loca.

Después de mi divorcio, el cual fue rápido y benéfico pues yo me sentía exasperada de no salir adelante como yo quería, tuve la oportunidad de convivir más con personas que me estimaban y deseaban, entre ellos mis alumnos.

Una semana antes del ciclo escolar del año pasado me encontré a varios alumnos y alumnas. En esa semana cogí con todos y pasé tardes delirantes pues pareciera que el divorcio no sólo me había puesto apetecible sino que había incrementado mi apetito sexual en grado superlativo. Estaba tan deseosa que en ocasiones sacaba mis juguetes sexuales a medianoche para juguetear y salpicar la pared con mis corridas, hasta que no podía más.

Sin embargo, un alumno nuevo me cautivó. De 25 años, 1.85 de estatura, barba de candado y trigueño, descendiente de españoles y que me miraba con deseo, convencido de que no demoraría mucho en caer en sus brazos. Yo había escuchado que se había cogido a Trinidad, una de las estudiantes más calientes de la escuela y que quería cogerse hasta el palo de la escoba.

Una noche salí de la escuela y lo vi cerca de la entrada fumando un cigarrillo y mi auto estaba a unos 20 pasos de allí. Crucé el callejón y me dispuse a abrir la puerta. Sin embargo se me complicaba pues llevaba mi bolsa, varios libros y bolsas con galletas que habían preparado mis alumnos. Fue curioso, llevaba una falda blanca que hacía que se vieran mis piernas y para colmo se me cayeron las llaves para encender el auto.

El tipo me miró y caminó lentamente hacia mí. Con parsimonia levantó las llaves y me las entregó en mi mano, no sin antes rozar mis dedos con los suyos. ¡oh! Eso se estaba poniendo intenso sin que hubiéramos dicho una palabra. Me quitó las llaves y abrió la portezuela del auto y me las devolvió. ¿Vas hacia algún lado? le pregunté y él se quedó mirándome.

Sin más, se fue del lado del copiloto y entró al auto. Llevaba un pantalón de mezclilla azul marino y una camiseta de cuello redondo blanca, que decía “Caterpillar”. 

Yo no supe qué hacer pero tomé rumbo hacia mi casa. Poco hablaba el chico pero de cuando en cuando sonreía de forma bonachona pero me miraba de manera intensa. Al parecer, alguien le habrá conversado sobre mis correrías. No puedo negar que iba nerviosa. Era de noche, estaba cansada y llevaba en mi auto a un ejemplar hermoso que me miraba con mucho deseo. No tenía idea de lo que haría al llegar a casa.

Cuando llegamos dejé el auto afuera, es decir, no lo metí al garage pues supuse que tendría que llevar al individuo a donde viviese.

Lo invité a pasar. El lugar donde yo vivo es discreto. Más de la mitad de los vecinos vienen de fuera y está de más decirles que en ocasiones he podido coger en la escalera o bien, chupar un pene en mi puerta sin que nadie moleste. Una o dos veces he bajado completamente desnuda y caliente por la escalera para ver si me encuentro a algún hombre o mujer caliente que quiera pasar un buen rato conmigo pero nunca ha ocurrido.

Me ayudó con los libros al subir las escaleras pero yo sentía su mirada en mis piernas y culo pues mi falda era corta y además, iba tres o cuatro escalones detrás de mí.

Al fin abrí la puerta del departamento y le invité a que se sentara. Me dijo que se llamaba Enrique y me trató como si me conociera de años aunque no hablaba mucho, parecía hablar más con la mirada. Yo guardé las cosas y le pregunté si quería una cerveza o un brandy. ¡No bebo licor! respondió y prefirió un vaso con agua. Yo fui a la cocina y bebí un vasito con brandy, mi bebida favorita y me preparé para lo peor. O lo mejor ¿quién lo sabía?

En la sala habia una luz tenue. Las cortinas estaban corridas y nadie podía ver hacia adentro. Pero no ocurría nada y entonces, tuve que sacar un as bajo la manga y me dirigé hacia un librero y fue allí cuando él se levantó y me sujetó las caderas. Luego se repegó a mí y pude sentir su bulto. El chico era dotado, de eso no había duda. Yo me hice la sorprendida sin embargo ante el empuje del chico y que debido a eso sentía riquísimo lancé un gemido. Pasé mi mano sobre su pene cubierto por su pantalón.

La cosa se fue encendiendo y de repente el muy fresco ya había metido su mano bajo mi blusa y comenzó a acariciarme los senos y pezones aún sin quitarme el sostén. En un movimiento sorprendente metió su mano bajo mi falda y jugueteó con su dedo en mi tanga blanca, golpeando con su dedo en mi vagina. Yo realmente estaba excitada y quería voltearme para quedar frente a él pero no lo permitía.

Hizo a un lado la tanguita y jugó con su dedo en mi carnosa vagina y comencé a lubricarme. Aunque ya paso de los 40 mi cuerpo es juvenil pues me he cuidado mucho y trato de que mi piel esté suave. Apretaba mi nalga izquierda y seguía introduciendo su dedo en mi vagina. Yo estaba sorprendida porque me excitaba rápido pero quería accionar. Siguió metiendo el dedo en mi vagina y en ocasiones metía hasta dos y yo sentía desmayarme de placer.

Por fin, pude voltear y acariciarle su pene con mi mano y en ocasiones con las dos mientras él rozaba mis labios y me besaba el cuello. Logré desabotonar su pantalón y bajé su calzoncillo para mirar su pene. Era grande pero no estaba completamente erecto. Desde luego que eso no sería un problema. Se resistió un poco pero logré ponerme en mis rodillas para comenzar a mamar su verga. Comencé a hacerlo y en cuestión de minutos estaba completamente erecto y el chico ya comenzaba a dar señales de vida. No era un robot, comenzó a jadear y a cerrar sus ojos con la chupada que estaba dando a su palo.

Él jugaba con mi cabello y acariciaba mi rostro mientras yo seguía chupando y lamiendo su pito. Podía sentir que temblaba y que quería gritar pero se contuvo. Era obvio que quería dominarme pero yo no lo iba a permitir y continúe con mi labor. Sujetaba su pene con mis manos y seguía introduciéndolo en mi boca, a veces lento, a veces rápido y en ocasiones, le acariciaba el culo con mi mano izquierda y se estremecía con mis acciones.

Nunca supe cuánto tiempo estuvimos así hasta que comenzó a jadear y a moverse con cadencia, empujando su pito hacia mi garganta. Finalmente, sacó su pene de mi boca y apuntó hacia ella. Lo siguiente que voy a describir es maravilloso. Salió un chorro de semen directo hacia mi boca. Una segunda descarga cayó en mi cara y siguió arrojando su leche. Yo estaba extasiada ante ese rico líquido caliente que cayó en mis mejillas. Unté el semen en mis mejillas y frente y tragué todo lo que tenía en mi boca. Le seguí chupando su verga y finalmente, descansó un poco.

Quiero relatar que allí no terminó todo. Tras descansar un rato, se me abalanzó y me cogió. La cogida fue buena, pero jamás olvidaré que la siguiente descarga cayó en mi espalda y culo y nuevamente me bañó en semen. El tipo era un campeón tira leche y realmente me hizo sentir bien. 

Sólo cogimos esa vez, pues no resistió el deseo ferviente de Nancy, la bella. La verdad es que tuvo que regresar a España y no tuvimos mayor contacto. Pero es un campeón el tipo.

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