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Un rico trio

Ahí estaban las dos, tumbadas en la cama y besándose, estaban tan absortas que no se percataron de mi presencia.

Desnudas, Sofía con una mano acariciando su empapado chochito, mientras con la otra sobando la dura verga de Marie. Sus labios se besaban, los ojos cerrados mientras sus boquitas intercambiaban sabores.

Marie, se dejaba llevar, su polla asomaba tremenda por las manos de Sofía. Me cerqué y lejos de estremecerse agarró mi polla y se la llevó a la boca con un suave movimiento.

Sentía como jugueteaba con la lengua en mi capullo, Sofía se incorporó y comenzó a lamerme también. Dios que maravilla, sus lenguas chocaban mientras lamían mi polla erguida, tuve que controlarme para no correrme a la primea sacudida, así que me rehíce y me puse a cuatro patas, quería que me lamiesen mi culo, quería sentir sus lenguas entran dentro mí y que investigasen dentro de mi agujerito, que ya me lo tenían completamente dilatado.

Marie se acercó y con su polla de 20 centímetros y comenzó a penetrarme, mientras Sofía, se giró dejando su cocho a la altura de mi boca, así que me lancé a comerla su travieso conejito mientras me sentía penetrado…

Simplemente fue maravilloso, cambiamos de postura un montón de veces, me corrí no sé, cuatro, cinco veces. Marie también, una de ellas fue en mi cara, mientras la comía la polla dura al mismo tiempo que Ana la comía el culito.

Sentir su semen en mi rostro, en mis labios, en el vello de mi pecho. Mientras Sofía me lamía y devoraba los restos de la corrida. Nuestras lenguas se entrelazaban, a veces dos, otras las tres…

Amanecimos con olor a semen impregnado en nuestros cuerpos. Desnudos, exhaustos, felices. Estaba entre los dos cuando amaneció, con una mano en el coñito de Sofía y la otra, la polla flácida de Marie…  

Entonces, mientras dormía y con esa luz de fondo de un amanecer de otoño, me llevé a la boca su pene, me encanta sentir como dentro de mi va creciendo, se lo lamí con mucho gusto y placer, lentamente, ella se hacia la dormida, pero se retorcía en la cama de placer, en silencio, como queriendo no despertar a nadie. Y corrió, tuvo un despertar maravilloso, la dejé medio de lado, con una sonrisa en los labios y quedó de nuevo dormida. Me giré para seguir durmiendo, aun con semen por la comisura de mis labios, entonces Sofía, girada hacia mí en la cama, se acercó y comenzó a lamerme los restos que aun caían. Me pasó la lengua suavemente por la mejilla, por los labios, por el cuello, hasta que nos fundimos en un gran beso, nuestras lenguas se acariciaron un buen rato, hasta que los dos nos quedamos dormidos con los labios pegados.

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